Escultura en madera policromada a tamaño natural (150 cm) para el presbiterio del templo parroquial consagrado al apóstol en dicha localidad. La iconografía de San Bartolomé se ajusta al modelo tradicional que lo muestra barbado y en su plenitud, sujetando el cuchillo, símbolo del martirio sufrido, y con la cadena a la que va atado el demonio que, según la tradición, tenía sometida a una princesa armenia hasta que fue liberada por el santo.

En este caso, además, se le han acoplado dos figuras de ángeles niños. Una de ellas, tomando la apariencia de una niña, es la que sujeta las cadenas de la bestia, que retorciéndose de rabia bajo las plantas del apóstol adopta un aspecto híbrido de humano y reptil. El otro angelito, con apariencia de niño, le acerca al santo una palma, símbolo también de su martirio.

El conjunto ha sido tallado en madera de cedro con policromía al óleo, motivos dorados, suaves aplicaciones de pelo natural en las pestañas y en la verruga del demonio, y decoración con sugestivos motivos geométricos en la peana, muy del gusto del artista. Las piezas de orfebrería son del sevillano José Manuel Bernet. En la parte técnica del simulacro ha colaborado el también onubense Jairo del Toro, dedicado también a la restauración.