En sus orígenes -nos situamos en los relatos de la mitología griega- el "portador" era un joven titán llamado Atlas o Atlante, al que Zeus, tras la frustrada sublevación de los titanes -a los que Atlas comandaba- contra el Olimpo, condenó a cargar sobre sus hombros los pilares que mantenían la tierra. Por otro lado, la versión histórica de Diodoro Sículo considera que Atlas fue un rey astrólogo de Mauritania, creador del primer globo celeste, de ahí que acabara convirtiéndose en un personaje fantástico como sostén de los cielos.

Como en la iconografía atlántica de la antigua Grecia, los atlantes son elementos arquitectónicos que sustituyen las columnas por esculturas masculinas -las femeninas se denominan cariátides-. Los atlantes toman un cariz bastante más particular y humano dentro de la escultura del Renacimiento, representándose con más realismo, pasando luego por el Barroco con líneas asimétricas y mucho movimiento, y luego en el siglo XIX con rasgos naturalistas y muy expresivos. En la escultura actual encontramos un brillante ejemplo dentro de la producción del escultor malagueño José María Ruiz Montes para el trono del Crucificado de la Redención (Málaga).

Los atlantes expresan firmeza, fuerza y entereza. Los cuatro que figuran en el centro de dicho trono, dos en cada lateral, enmarcando los relieves de las Virtudes y los Pecados (ver enlace), representan las cuatro razas del mundo. Los otros ocho son de líneas desiguales, pero mantienen una armonía entre ellos y en relación con el conjunto arquitectónico. Todos son denominados mixtos o de medio cuerpo: su parte superior es una figura humana -masculina, en este caso-, mientras que la inferior es una columna con forma de estípite.