Tradicionalmente atribuida al escultor malagueño Fernando Ortiz (1717-1771), la imagen de María Santísima de Consolación y Lágrimas, titular de la archicofradía malagueña del Santísimo Cristo de la Sangre, es una Virgen dolorosa de candelero para vestir, en madera policromada, que ha sido relacionada desde hace unos años con la producción del artista antequerano Antonio del Castillo (ver enlace). Hablamos de una obra concebida para el culto doméstico que fue incorporada a la Semana Santa malagueña en 1929 por su propietario Antonio Baena, en aquel entonces también hermano mayor de su archicofradía. Desde entonces, fue objeto de numerosas reformas que alteraron su apariencia original: el mismo año de 1929 Francisco Palma García sustituyó las primitivas manos entrecruzadas por otras extendidas, en 1931 fue destrozada, conservándose solo la cabeza, siendo reconstruida un año después por Palma García, y en 1972 es objeto de una profunda remodelación por el recientemente fallecido Luis Álvarez Duarte, que introdujo la estética sevillana en una imagen heredera de los modelos granadinos de Pedro de Mena, modificando los párpados para abrir su mirada, retocando la boca y el entrecejo, perfilando de nuevo las cejas, colocando nuevos postizos y aplicando nueva policromía.

Entre septiembre de 2019 y enero de 2020, la Virgen de Consolación y Lágrimas ha sido restaurada por el artista y restaurador Francisco Naranjo Beltrán (Benalmádena, Málaga, 1974). En principio los trabajos se iban a limitar a su limpieza y conservación; sin embargo, el descubrimiento de la policromía original en un 85% bajo las diferentes capas de policromía aplicadas en las diversas intervenciones anteriores, motivó que la archicofradía tomara la acertada decisión de rescatar la encarnadura original de la imagen y, de paso, su aspecto primitivo en la medida de lo posible. La restauración de Naranjo Beltrán, presentada este fin de semana en el templo malagueño de la Santa Cruz y San Felipe Neri, sede de la archicofradía, ha comprendido, además, la ejecución de un nuevo juego de manos, devanadera y corpiño, así como mejoras internas. Dicha presentación ha sido complementada con una conferencia en la sala capitular de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga sobre los trabajos llevados a cabo sobre la talla, impartida por el propio restaurador. El resultado de esta última intervención ha reforzado la atribución a Antonio del Castillo, con cuya Virgen dolorosa del Museo Conventual de las Descalzas de Antequera, entre otras de sus obras documentadas, guarda evidentes analogías.