Cordero de Dios. Obra del polifacético autor antequerano Ángel Sarmiento, de 25 años de edad, que representa a Cristo cautivo y maniatado en su Pasión. Su destino es la localidad malagueña de Villanueva de la Concepción. Imagen de tamaño natural, cuyas dimensiones son 180 x 52 x 52 cm, tallada en madera de cedro en su totalidad, posteriormente estucada y con policromía al óleo aplicada mediante la técnica del pulimento.

Esta creación supone un antes y un después para el artista, ya que es la primera vez que se enfrenta solo a una escultura de esta magnitud, además de ser su primera obra a tamaño natural, su primera talla completa y su primera policromía de envergadura. Dada su importancia, la pieza ha sido estudiada en profundidad, no solo a nivel técnico y estético, sino también iconográfico, pues Cristo es identificado como un cordero dispuesto para el sacrificio, tal y como relata Isaías en sus textos proféticos: "Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió su boca" (Is 53, 7). De hecho, detalles como la forma en que están atadas sus manos o el flequeado paño de pureza, que alude a la propia piel del cordero, remiten a este animal como símbolo de la muerte y resurrección de Jesús.

Los grabados de Durero, los simulacros granadinos del Ecce Homo y el "Agnus Dei" de Zurbarán son referentes para el autor, que lleva los paralelismos de Cristo con el cordero al aspecto visual, además de al metafórico.

La corona de espinas, superpuesta, ha sido forjada en hierro dulce, sin impurezas, por el padre del joven autor, herrero de profesión. Este elemento ha querido ser un homenaje a las obras de la Escuela granadina, pues se halla muy presente en la imaginería de sus artífices, como José de Mora.

La idea técnica del cuerpo ha sido representarlo totalmente como hombre, por eso se muestra de manera frontal y han sido muy estudiados el "contrapposto" y el reposo de toda la espalda cayendo sobre la cadera. En definitiva, se ha querido recrear la figura totalmente plomada de un hombre de pie, resignado al destino que se le ha encomendado y para el que ha sido llevado al mundo. Una escultura cuya concepción se remonta a cuatro años atrás.