MONTAÑÉS Y EL NIÑO JESÚS. EL TRIUNFO DEL MODELO SEVILLANO
Juan Dobado (21/12/2018)
En 1606 el escultor Juan Martínez Montañés recibe el encargo por parte de la Archicofradía Sacramental del Sagrario hispalense "que se haga un Niño Jesús para las fiestas que la dicha cofradía tiene y tuviere". El genial imaginero creó el prototipo del Niño Jesús triunfante y glorioso que servirá de base para el arte barroco posterior. Poco tiempo después, en 1608, Montañés recibió el primer encargo de esta comunidad de Carmelitas Descalzos de un retablo para la capilla funeraria de doña Francisca de León que llevaba un Niño Jesús: "La historia de las dos trinidades poniendo en lo baxo a la Virgen Ntra. Señora y al niño Jesús y al glorioso San Josef estos de bulto redondo". Esta imagen se ha perdido pero resultó muy conocida en la ciudad y fuera de ella, ya que cuando los franciscanos de Villamanrique concierten con Montañés una imagen similar expresarán el siguiente deseo: "Un niño vestido a lo nazareno de tamaño, aire y postura que el que está en el colegio del Ángel de la Guarda junto a la Magdalena de Sevilla". El Niño se ha perdido, no así las imágenes de la Virgen y San José, sacadas del templo carmelitano durante la exclaustración y ahora conservadas en el Silencio. A partir de aquí Montañés seguirá difundiendo este modelo en imágenes de talla y también vaciados en plomo, de gran éxito en toda España y en Hispanoamérica. La exposición Montañés y el Niño Jesús. El triunfo del modelo sevillano reúne hasta el 16 de enero de 2019 en el Museo del Santo Ángel de Sevilla (Calle Rioja, 23. Martes a sábado, de 17:00 a 19:00 horas. Grupos visita concertada.) todos los modelos montañesinos atesorados en el Convento e Iglesia del Santo Ángel, un total de siete imágenes, dos de talla y cinco en plomo, algunas desconocidas. Destaca la pequeña tallada en madera atribuida al propio maestro, con detalles en la anatomía, cabello y rostro de gran maestría, pero especialmente un magnífico ejemplo en plomo que damos a conocer, de gran valor y calidad artística. También destacan los tres ejemplos más pequeños, como el que porta en el libro la imagen de San Antonio de la Iglesia conventual, con policromía original, y nunca analizado. Se trata de obras vinculadas a la producción de Juan de Mesa, por su similitud con algunas obras enviadas por el maestro a Puebla. Una talla de mayor tamaño ya es prueba de la imitación que numerosos artistas hacían de Montañés. Una buena ocasión para estudiar la huella del maestro en su discípulo y su propia genialidad. Sirva esta exposición, comisariada por el P. Juan Dobado Fernández, Prior del Convento del Santo Ángel, como homenaje al maestro desde esta comunidad de frailes por la que Montañés sentía un cariño especial cuando se cumplen 450 años de su nacimiento. Esta iglesia, donde el escultor participaba como feligrés, es la única que subsiste en pie de las que él conoció en esta collación, donde se enterraron sus hijos varones y la única para la que trabajó hasta en tres ocasiones, dos retablos laterales completos en colaboración con Francisco Pacheco y, por fin, una de sus obras maestras, el Cristo de los Desamparados, joya de la ciudad que aún permanece en su ubicación original y que, según la tradición, el maestro obsequió a aquellos frailes que repartían la sopa a los pobres. |
Fotografías de Luis Romero
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