UNA TALLA ATRIBUIDA A TOMÁS VICIANO MONTÓ EN CATRAL (ALICANTE)
José Antonio Zamora Gómez (30/08/2017)
Virgen del Lledó (Peregrina) Tomas Viciano Montó |
En la Valencia de la segunda mitad del siglo XIX, al socaire de los postulados emitidos por la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, se afianzó un nuevo resurgir de la imaginería religiosa, que si bien nunca decayó, sí retomó la presencia física de la que gozó a finales del XVII y principios del XVIII. A pesar de ello, y siendo Valencia el foco de atracción para aprendices y artistas llegados de cualquier punto del antiguo Reino, ciudades como Castellón o Alicante contaron con focos locales de manifestación artística en el ámbito de la imaginería, abiertos a la recepción de cualquier tipo de influencia, ya sea académica o autodidacta, bien por la vía clerical o civil, puesto que -y gracias a las nuevas políticas liberales del Estado y al rechazo de todo vestigio socio-cultural del Antiguo Régimen- la escultura pública estaba ganando terreno y marcando las pautas de una nueva concepción de la materia escultórica y del hecho escultórico en sí mismo. De hecho, a finales del XVIII, y gracias a escultores como José Esteve Bonet o José Puchol, el barroquismo de la talla policromada, cargada de plasticidad, fuerza expresiva y marcado arrobamiento místico, es superado por una nueva corriente estética -de calado trasfondo académico- que marca la serenidad en el movimiento, la contención expresiva y la suavidad polícroma de las tallas a ejecutar, atemperando el arrebato místico y paralizando el movimiento al son de un compás compositivo más pausado. Mientras que Alicante miraba con más apego a los grandes hitos salzillescos de la escultura religiosa murciana, descuidando el interés por una renovadora innovación plástica al respecto -caso del escultor Antonio Riudavets-; Castellón, por proximidad a Valencia, aceptó con gran voluntad los avances estéticos experimentados en la capital del Turia y aceptó con prontitud la nueva funcionalidad del ente escultórico al servicio de un ideal cargado de realismo, despojado del misticismo evanescente de la plástica barroca y con una elegante sobriedad en perpetua conexión con la escultura monumental civil y pública -caso destacado de la Familia Viciano-. Por lo tanto, y atendiendo al caso que nos ocupa, la Familia Viciano, conocida popularmente en Castellón como la familia de "los Santeros", destacó sobremanera por su buen hacer, por su prolija producción y por ser una de las sagas de artistas castellonenses más numerosa. Tomás Viciano Montó fue el padre y fundador de la saga. Era un excelente carpintero y ebanista que, debido a su destreza en el trabajo con la madera, empezó a recibir pequeños encargos de tallas religiosas de vecinos y particulares con el fin de cubrir los oratorios privados y las devociones personales. Sus cuatro hijos varones -José, Tomás, Francisco y Vicente- demostraron interés por la profesión paterna y acompañaron con su trabajo las labores del taller y granjeando buena reputación y beneficios a la empresa familiar. |
Virgen de la Encarnación Atribuida a Tomas Viciano Montó |
Destacados fueron los casos de José y Tomás, que dedicaron su vida a la profesión artística heredada en el taller familiar. Mientras que Francisco y Vicente murieron prematuramente -siendo el primero pensionado a Roma por la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia para ampliar su formación en el ámbito escultórico, y el segundo formado académicamente en medicina tras abandonar el oficio de escultor-, José se trasladó a Valencia para ampliar sus conocimientos de escultura y pintura en la Academia de Bellas Artes de San Carlos -allí abrió taller propio y obtuvo un prestigio tan memorable que le valió el reconocimiento real al ser nombrado Escultor de Cámara del Rey en 1888-, y Tomás se quedó regentando el taller paterno, manteniendo el oficio familiar y gozando de los beneficios que la fama de los Viciano alcanzó en el Castellón de la época (1). Por todo ello, en la Capilla de los Mantos de la Basílica de Nuestra Señora del Lledó, Patrona de Castellón, se encuentra una pequeña talla de tamaño académico, réplica de la Patrona castellonense, que antaño había pertenecido a un oratorio privado, lo cual ha generado una revalorización de la talla de candelero, también de tamaño académico, de Nuestra Señora de la Encarnación de la Parroquia de los Santos Juanes del municipio alicantino de Catral, cotitular de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de dicha localidad, y que hasta la fecha se le asignaba una datación encuadrada a principios del siglo XIX. De hecho, gracias a la pequeña imagen de la Basílica del Lledó, obra del afamado escultor castellonense Tomás Viciano Montó, padre de la saga de los Viciano, que la talló en 1879, hoy podemos datar con mayor precisión la imagen catralense por las intensas semejanzas que guarda en su factura, modelado -tanto de la cabeza de la Virgen como de las cabezas aladas de los ángeles que se disponen sobre la nube-, composición y volumetría de la nube-pedestal, policromía e incluso tamaño, con la imagen de la "Lledonera" castellonense. Por lo tanto, la pequeña talla catralense quedaría datada entre 1875 y 1880, siendo una obra -con toda probabilidad- realizada por el propio Tomás Viciano Montó, en base a un mismo boceto que sirvió de modelo tanto para la virgen castellonense como para la catralense. En dicha imagen observamos claramente esa delicada precisión de la talla valenciana del siglo XIX a la hora de ejecutar los cabellos enroscados y acaracolados, los rostros ovalados con ojos almendrados y perfilados por curvadas cejas de marcada linealidad, así como el uso de los globos oculares vidriados de tonalidades pastel, debido al desarrollo industrial de la zona así como al exhaustivo control de la producción artística por parte de la Academia de San Carlos de Valencia, dictaminando el uso suave de las policromías, sin estridencias en las carnaciones y con el amaneramiento contenido y delicado de poses y composiciones estructurales. A falta de precisar los vínculos de Catral con Castellón para la consecución de dicho encargo, la fama que adquiriría la pequeña imagen a su llegada a Catral -en principio, como hemos dicho, a un oratorio privado y tras la Guerra Civil al templo parroquial- originaría el encargo que, en 1882, se le hizo a José Viciano Martí, hijo de Tomás Viciano Montó, de la talla de candelero de Nuestra Señora de los Dolores, cuyas manos y mascarilla son de una elegancia exquisita, propia del atemperador refinamiento heredado en el taller familiar de los Viciano (2). Dicha Virgen Dolorosa fue realizada para los cortejos pasionales de la Semana Santa catralense. Ambas imágenes marianas reciben culto en la Parroquia de los Santos Juanes de Catral. |
Comparativa de las nubes con ángeles de ambas tallas |
BIBLIOGRAFÍA (1) DEL RÍO DÍAZ, Vicenta. Descubriendo a José Viciano Martí, Universitat Jaume I, Castellón, 2007. (2) ZAMORA GÓMEZ, José Antonio, "El artista y su obra", artículo publicado en ¡Hosanna! Revista difusora de la Semana Santa Catralense, nº 8, Catral, 2001, pp. 36-38. |
Virgen de los Dolores José Viciano Martí |
Nota de La Hornacina: José Antonio Zamora Gómez es Doctor en Historia del Arte.
www.lahornacina.com