EL ALJIBE DE LA CASA DE LAS VELETAS EN CÁCERES


 

 

La primera referencia conocida es de finales del siglo XV: un privilegio concedido en Sevilla por los Reyes Católicos que permite a Diego Gómez de Torres reedificar sobre el antiguo alcázar, que había sido arrasado a condición de que el vecindario pudiera aprovecharse del agua del aljibe existente.

Según esto, el desaparecido alcázar pudo ocupar la plataforma que hoy acoge las plazas de San Mateo y de las Veletas; sobre ello, una referencia documental de mediados del siglo XV hablaba ya del "Palacio de los Reyes", ubicado en los solares del alcázar viejo que había sido entregado por el infante Don Alfonso al Maestre de la Orden de Alcántara, Don Gómez de Solís, quien a su vez lo había donado a Diego de Cáceres.

El aljibe debió ubicarse en el flanco oriental de esa plataforma, aprovechando la depresión del terreno para tallar en él dos planos verticales (sus lados noroeste y noreste) y uno horizontal, que corresponde a la planta de la obra; los otros dos planos del aljibe (suroeste y sureste) fueron construidos con fuertes muros de 1,5 m de espesor para contener las cargas de estos lados.

 

 

La planta del aljibe, ligeramente irregular para adaptarse al nivel geológico, es de unos 15 m de largo por 10 de ancho, algo corriente en otros edificios de este tipo; pero lo que más le distingue es su estructura de cinco naves cubiertas con bóveda de cañón, la cual descansa sobre arquerías paralelas formadas por dieciséis arcos de herradura, sustentados en doce columnas. La altura de las naves es de 5,30 m y su anchura presenta ligeras variaciones entre unas y otras, al igual que la sección de los arcos; incluso el suelo presenta una ligera inclinación hacia el frente meridional, tal vez realizada a propósito para facilitar el vaciado. Las columnas están formadas por basas molduradas, fustes cilíndricos de dimensiones y sección irregulares y, en la parte superior, bloques cúbicos o capiteles de traza irregular, probablemente retallados. Uno de los soportes es un pilar de sección cuadrada, quizás añadido en fecha posterior a la edificación para solventar problemas estructurales.

El mortero que reviste muros y pavimento, aún sin estudiar en detalle, garantiza la impermeabilidad de la estancia y todas las bóvedas presentan oquedades, destinadas no sólo a la recogida de agua, sino también a la ventilación, que han sido taponadas en diferentes momentos de la construcción y reformas del edificio.

El sistema constructivo de bóvedas y arcos sobre columnas, para este tipo de edificios, es muy eficaz porque crea grandes espacios utilizables aligerando el interior de las naves y además pone en contacto con el agua los materiales pétreos más resistentes de los pilares, reservando el mortero y las bóvedas -de ladrillo- de este contacto; por ello, no parece que el nivel de agua contenida debiera sobrepasar el nivel de la imposta de los arcos, donde comienza a ser más vulnerable la estructura. En el aljibe de la Casa de las Veletas, a falta de un estudio sobre la resistencia de sus muros, desconocemos si el nivel del agua almacenada pudo sobrepasar ese nivel, aunque no parece probable.

En la actualidad, desconocemos si el aljibe recibía en su origen el agua de lluvia a través de un patio superior, similar al actual, o si se situaba bajo una terraza o plaza, lo que es posible dado su carácter de límite topográfico. Sí sabemos que ha sido una constante en su historia el carácter público del agua que almacenaba, por lo que las obras de reformas de la Casa de las Veletas mantuvieron abierto, en su frente sur, un vano que permitía el acceso directo al aljibe desde el exterior, que aún puede verse en el Callejón del Gallo y que pudo haberse cegado no mucho antes de inicios del siglo XX. No obstante, existe otro acceso previo al interior del aljibe, también cegado, del que arranca en el muro occidental la actual escalera de entrada. Desconocemos también la relación que puede existir, si la hay, entre el aljibe y un pasadizo subterráneo que cruza en diagonal el jardín posterior de la Casa de las Veletas y gana profundidad hasta alcanzar la calle inmediata.

Tanto por lo que sabemos, como por lo que ignoramos de él, el aljibe de la Casa de las Veletas es un monumento excepcional, un curioso y hermoso edificio situado bajo otra construcción de filosofía completamente distinta, pero igualmente hermosa, conservado por un azar del destino que nos permite cruzar en escasos metros las oscuras barreras del tiempo, casi sin darnos cuenta.

 

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