Es una imagen de candelero para vestir y tamaño natural. Se encuentra en una hornacina lateral del retablo mayor de la iglesia. Antes estaba en la hornacina central donde hoy está la imagen de la Milagrosa.

Es una obra bastante probable del escultor asturiano Juan Alonso Villabrille y Ron, al menos la cabeza, maestro del escultor vallisoletano Luis Salvador Carmona. Presenta, entre otros detalles comunes a sus obras, los dientes postizos de marfil, casi idénticos a los de la cabeza de san Pablo que se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Es su obra más famosa, fechada en 1707 y de un realismo espectacular.

Imagino que los dominicos la encargarían tras el éxito del san Juan Bautista de la Catedral de Badajoz, que llegó procedente de Madrid en octubre de 1717, donada por el obispo de Badajoz Francisco Valero y Losa.

La talla de santo Domingo actualmente se encuentra en proceso de restauración. Tiene varios daños en el cuello como se aprecia en la foto y el globo ocular derecho está caído.

El labio superior es idéntico al de san Juan Bautista de la catedral, así como el tallado de la barba bífida.

Lo que sí parece claro es que la cabeza de santo Domingo, astillada en la base, ha sido añadida al cuerpo de forma bastante torpe, que no parece el original.

Las manos son de buena factura, pero están repintadas y le faltan algunos dedos.

No se sabe si en la antigüedad ha procesionado de forma habitual, solo sé que lo hizo en 1894, junto a la Virgen del Rosario de la misma iglesia. El periódico pacense "La Lid Católica" del 10 de octubre citaba lo siguiente:

Del mismo modo tuvo lugar ayer la solemne procesión de la Virgen del Rosario por su estación acostumbrada, y con gran número de cofrades que ostentaban en su pecho el santo escapulario. Las efigies de santo Domingo de Guzmán y [de] la Virgen eran conducidas en hombros por jóvenes seminaristas, y toda la comunidad así de internos como de externos, formaba en dos largas filas, con velas y faroles, cantando el santo Rosario, sin que tampoco se notara desorden alguno durante la carrera. Presidía el acto el excelentísimo señor vicario capitular, acompañado de los muy ilustres señores maestrescuela y canónigo D. Antonio Senso e iba de capa pluvial el muy ilustre señor lectoral, llevando de diácono al beneficiado D. Florencio Sordo Roso y de subdiácono al presbítero D. Aureliano Rodríguez, coadjutor del Sagrario. A las ocho regresó la procesión al hermoso templo de Santo Domingo, donde para terminar, se cantó la letanía lauretana.