FLORENCIO ENRÍQUEZ, UN ESCULTOR SEVILLANO EN BADAJOZ
Pedro Castellanos (06/04/2019)
Maestro de escultura y arquitectura, no se conocía nada de su biografía. Era natural de la ciudad de Sevilla, hijo de Juan Enríquez, natural del municipio malagueño de Vélez-Málaga y de Juana Homanona, natural de Sevilla. Ignoro si realizó alguna obra en la capital hispalense o su provincia, algo bastante probable, y el motivo de su traslado a Badajoz. Quizá en Sevilla había demasiada competencia. Habría que tener en cuenta que Badajoz era y es sede episcopal. Normalmente en una catedral siempre suelen hacer falta escultores o tallistas, también para atender a las localidades cercanas que pertenecen al obispado. Todavía más en una ciudad donde había constantes guerras con Portugal y que quedaría seriamente dañada por los sitios de 1705. Otra opción que no descarto, es una posible formación sevillana de su compañero Miguel Sánchez Taramas, y fuese este el que le trajese hasta Badajoz. Florencio Enríquez, siendo viudo, se desconoce el nombre de su anterior esposa ya que no lo cita, se casó en Badajoz con Francisca de Olivera el 2 de febrero de 1701 en la parroquia del Sagrario de la catedral. Ella, de 24 años y nacida en Badajoz en 1677, era hija de los badajocenses Lorenzo Martín Caballero y María de Olivera. Fueron testigos del enlace, entre otros, Miguel Sánchez, que con toda probabilidad era su compañero de trabajo Miguel Sánchez Taramas:
Su suegro Lorenzo [Martín] Caballero, hijo del difunto Martín Gaón y Ana Caballero, contrajo matrimonio en la parroquia del Sagrario de la Catedral de Badajoz el 26 de diciembre de 1672 con María Bardoja (María de Olivera en 1701) hija de Antonio de Olivera y de la difunta Leonor Bardoja. Comprenderá el lector lo difícil que es investigar genealogía con el continuo cambio de apellidos de la época. De este segundo matrimonio de Florencio Enríquez con la luego mencionada Francisca Caballero, que utilizaba el apellido paterno, le documento cinco hijos:
No he podido documentar la muerte del escultor Florencio Enríquez, fallecido entre 1710 y 1726. Lo que sí parece seguro es que no fue en la capital pacense. Quizá fuese en alguna localidad cercana donde estuviera trabajando. Tampoco ayudan las escuetas partidas de defunción de la época. Lo que sí sé con certeza es que ya había fallecido el 19 de octubre de 1715, pues este día contraía de nuevo matrimonio en la catedral su ex mujer, Francisca Caballero, viuda de Florencio Enrique (sic), con Benito Martín, viudo de María Rodríguez. Ella tenía su domicilio en la calle de Santa Lucía. |
El retablo para el altar mayor de la iglesia de San Pedro. Almendral (Badajoz). 1702-1703. Fue documentado de forma inédita por José Joaquín Pérez Guedejo en el año 2002 (1). Resulta extraño que solo tenga una obra documentada y en Almendral, que fue una antigua aldea de Badajoz, situada a unos 35 kilómetros hacia el sur. Desgraciadamente en Badajoz era muy extraño que se hicieran contratos ante un escribano público. Tampoco en documentos relativos a cofradías he visto alguna obra suya, de momento. El contrato se escrituró así:
Después aparece la copia del poder hecho en Almendral del 19 de diciembre de 1702:
Descripción del retablo De buena calidad en su ejecución, es simétrico y se adapta al ábside de tres lados de la cabecera de la iglesia. Está formado por un solo cuerpo de tres calles. Creo que está realizado en madera de pino, pues no se especifica en el contrato. En la central figura, dentro de una hornacina con arco de medio punto, la talla de bulto de san Pedro, que como se estipulaba en el contrato debía medir vara y media, 1,25 metros aproximadamente. De discreta calidad, posee ropajes estofados sujetando las llaves en la mano derecha y los Evangelios en la izquierda. Los ojos parecen policromados en la propia madera y no se aprecia la dentadura en la boca entreabierta. La mano izquierda en bastante tosca, así como el pie derecho que sobresale de su túnica. Creo que es obra de Florencio Enríquez y no de Sánchez Taramas, pues no me recuerda en absoluto a las obras de este último, que ya tenían cierta calidad y solía utilizar ojos de vidrio. Quizá por eso figure en el contrato en primer lugar Florencio y no Miguel. Sobre esta hornacina figura una cartela, como las que solía colocar el escultor Alonso Rodríguez Lucas en sus retablos. Bajo la hornacina se encuentran dos sagrarios superpuestos. El superior es de los llamados "manifestador", con puertas curvas que se abren para colocar la custodia. El inferior está decorado con cuatro columnas salomónicas. En la puerta figura en relieve el clásico pelícano alimentando a los polluelos en su nido sobre una rama de un árbol. Para cubrir ese paño de la primera calle, y quizá para economizar, en vez de columnas, figuran ocho guirnaldas de flores en listones de diferentes anchuras. En las dos calles laterales, ente columnas salomónicas decoradas con ramas y hojas de vid, elemento que introdujo en Extremadura Blas de Escobar, figuran dos pinturas al óleo de gran tamaño. Estas columnas se apoyan en cuatro ménsulas, ya cedidas por el peso. A la derecha creo que figura la del apóstol san Andrés. El ático está rematado en su parte central por una pintura de la Inmaculada y sobre ella una cornisa curva, que se concluye a su vez con decoración vegetal y una venera, sujetados por dos pequeños ángeles. Las dos calles laterales se rematan con dos espigas y dos jarrones con flores. El cuerpo central está rematado por dos roleos. Los cuatro capiteles que rematan las columnas salomónicas son compuestos. Las tres calles están rematadas por una cornisa, dentada en la parte inferior. Rematan el retablo en los dos lados unas "aletas" con decoración vegetal; un recurso que utilizarían los escultores y tallistas pacenses en adelante en muchas ocasiones. Necesita una restauración, pues aparte de tener más de trescientos años, se aprecian ataques de xilófagos, tiene algunas piezas perdidas, grietas, ensambles abiertos, las ménsulas están cedidas, etc. Es una iglesia que no está abierta al culto y con bastantes humedades. Resulta muy curioso que este retablo es también el único documentado hasta ahora de Miguel Sánchez Taramas. Ni si quiera en Badajoz capital se le ha podido documentar alguno. Estilísticamente recuerda a los modelos que realizaron en Badajoz y zonas cercanas los discípulos de un tallista y "maestro arquitecto mayor de obras de su Alteza el señor don Juan de Austria": Blas de Escobar, afincado en Zafra (Badajoz) sobre 1656. En concreto a las obras del escultor y maestro arquitecto Alonso Rodríguez Lucas, que realizó los dos retablos casi gemelos colaterales del altar mayor de la Catedral de Badajoz a finales del siglo XVII. Alonso falleció en Zafra a una avanzada edad el 28 de octubre de 1710. Se trata del que está dedicado a Ntra. Sra. de la Antigua, al lado del evangelio, que contiene una copia del famoso cuadro de la catedral sevillana, y el de san Blas, al lado de la epístola. Es evidente que el retablo de Almendral tendría influencias de los de la catedral pacense, realizados unos pocos años antes por un maestro reconocido de la provincia. Por aquellos años, finales del siglo XVII y principios del XVIII, Badajoz era un importante centro artístico en la entonces provincia de Extremadura. Ya trabajaba el escultor pacense Cristóbal Jiménez Morgado, amigo de Sánchez Taramas, o el que pudo ser el maestro de estos dos últimos: Antonio Jardín. Como ya sabíamos, ya estaba establecido en Badajoz el gran entallador portugués Francisco Machado (https://www.lahornacina.com/articulosbadajoz7.htm) que, junto al carpintero extremeño Pablo Rodríguez Morgado, realizarían más tarde el desaparecido retablo para la Cofradía de Ntra. Sra. del Rosario de los Morenos del Castillo, entre 1705 y 1706. Curioso que este trabajo se le encargue a un artista foráneo en vez de a uno local y con experiencia. Lo explicaría el hecho de que no existiese un gremio de escultores pacenses como sí existía uno de plateros. |
Posibles colaboradores en el retablo: el pintor Silvestre García de Bárcena y el escultor Francisco Ruiz Amador, concuñado de Florencio Enríquez. Como era habitual, en el contrato no figura el dorado, que sería realizado por un maestro dorador, bien de la capital pacense o de alguna localidad como Zafra. Tampoco figura el trabajo de las tres pinturas, que son dos apóstoles en las calles laterales y la Inmaculada en el ático. Tejada Vizuete las atribuye a un pintor de Badajoz llamado José Guerrero. También podrían ser, al menos el dorado, del pintor extremeño Silvestre García de Bárcena, como hemos visto, padrino en 1703 de Ana María, hija de Florencio Enríquez. Es bastante probable que una vez que el retablo se terminase en septiembre de 1703, lo dorase este pintor, al que le he documentado numerosos trabajos como dorador y también como policromador. También debió ser obra de Silvestre la policromía y estofado de la talla de san Pedro. El pintor sevillano Alonso de Mures todavía no estaba establecido en Badajoz. Fue policromador de Miguel Sánchez Taramas y de Francisco Ruiz Amador. Este pintor, discípulo de Luis Carlos Muñoz, fue también padrino de dos hijos de Miguel Sánchez Taramas. Es posible también que en este retablo trabajase, como oficial entonces, el escultor badajocense Francisco Hernández Amador o Francisco Ruiz Amador, alias Francisco Ruiz "el Mayor", (1676-1748). "Profesor de arte de la escultura y arquitectura", hoy en día está muy sobrevalorado, aunque tampoco sabemos qué obras salieron de sus propias manos y no de su taller. Cuando firmó el contrato tenía 26 años, siendo discípulo y concuñado de Miguel Sánchez Taramas, y cuñado de Florencio Enríquez, dato desconocido hasta ahora. Ruiz Amador, fue heredero del taller de Sánchez Taramas, posteriormente trabajó para Almendral como he podido comprobar. Aunque no documentados, se le pueden atribuir a su taller con facilidad varios retablos y tallas, como el Ecce Homo, o las de san Juan Bautista y el Crucificado articulado en los brazos, muy repintado, que aparece en las fotos de la misma iglesia. Después aparece como Yacente, tras celebrarse la ceremonia del Descendimiento. En este templo de San Pedro trabajaron al menos tres escultores: Florencio Enríquez, Miguel Sánchez Taramas y Francisco Ruiz Amador. Es bastante curioso que Francisco Ruiz Amador se casara en primeras nupcias en la misma parroquia, el mismo día y con la hermana de la esposa de Florencio Enríquez. Se casaba justo después que Florencio:
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FUENTES (1) PÉREZ GUEDEJO, José Joaquín. Edificios religiosos de Almendral. Historia y arte, 2002. |
www.lahornacina.com