EL PATRONATO DE LA VIRGEN DEL ROSARIO (CÁDIZ)
SOBRE LA FLOTA DE NUEVA ESPAÑA

Miguel Ángel Castellano Pavón


 

 

 

Nos resulta difícil asimilar el dato del nombramiento de la Virgen del Rosario, Patrona de Cádiz, como Patrona también de la Flota de Nueva España. Pero para aquellos que se adentren un poco en la historia gaditana no será trabajoso el encuentro de efemérides que darán pie a tan insigne nombramiento.

La Batalla de Lepanto, sin ir más lejos, constata el hecho. Acaecida el 7 de octubre del año 1571, "La más alta ocasión que vieron los Siglos", donde los cristianos resultaron vencedores, salvándose sólo 30 galeones turcos, sirvió de freno a mano de la coalición cristiana al expansionismo turco por el Mediterráneo occidental. Las tropas cristianas rezaron el Rosario con devoción: "Nuestra oración es nuestra arma en la batalla".

Todo ello conecta con la publicación de la Sociedad de Estudios Históricos Jerezanos, en su nº 2, bajo el mismo título y firmado por el historiador Hipólito Sancho (Artes Gráficas Boscá, 1939). El prestigioso investigador nos describe como: "Hablar de la existencia de una tradición religiosa entre marinos españoles de la Renconquista o de los siglos XVI y XVIII en términos generales, es entrar en el terreno de las generalidades, del cual poco habríamos de sacar para la ilustración del documento que publicamos, por lo cual, concretando el tema, nos ocuparemos ahora únicamente de la tradición marítima religiosa, en lo relativo a los santos que se ha considerados como protectores de la gente del mar, especialmente en el litoral sur español... Pero aquí en el sur, desde finales del siglo XV, la gente del Mar tiene un patrono universalmente reconocido, siquiera se le agreguen localmente otros, pues los antiguos, al lado de la  uniformidad substancial, gustan de la variante de detalles, y este es S. Telmo. En Sevilla tiene cofradía, capilla y bello retablo desde el último tercio del cuatrocientos; en el Puerto de Santa María hospital, y por consiguiente cofradía, desde 1525, en data se proveía su priorato por la Sede Apostólica; en Jerez de la Frontera, no sólo cofradía sino iglesia pública le consagró su cofradía de los barqueros en 1588; lo propio ocurrió en Chiclana, análogo es el caso de Puerto Real, y si no fuese ir demasiado lejos podríamos recordar a Málaga. No digamos de Cádiz, donde existen varias imágenes suyas en diferentes iglesias, y en el monasterio de S. Francisco se conserva la amplia capilla de su cofradía con la lauda quinquecentista de la boca de su entierro". (1)

 

 

Continúa el investigador dando datos y pormenores, resaltando más adelante: "Cuando algo encarna en el alma popular, tiende a manifestarse multiformemente po un impulso irresistible. Literatura en sus más varias formas, desde la composición lírica hasta el teatro, arte, floklore, vida social... son campos que invaden y en los cuales florece con vigor, produciendo obras apreciables, y, en ocasiones maestras. Tal ha ocurrido con el Rosario en España, cuyas cofradías, innumerables ya en el siglo XVI, revisten las formas más variadas, con matices sociales de gran interés, inspiran en el teatro obras tan primas como la Madrina del Rosario, en que apunta la espléndida personalidad de Alonso Ramos, que producirá más tarde la maestra Talía en el "Comendador por Desconfiado", hacen trabajar a Murillo, a Alonso Cano, a Pedro de Mena, a Roldán, a Carmona... nombres principales en las artes plásticas y en los rosarios públicos, que cunden rápidamente por Andalucía tras las predicaciones del P. Ulloa y otros religiosos en diversas ciudades, plasman una de las manifestaciones más espléndidas de nuestro folklore. Esta popularidad y este arraigo han traído consigo, como consecuencia, que el pueblo haya vivido tan hondamente la práctica rosariana que no acierte a prescindir de ella aun donde menos oportuna pudiera parecer, que incluso la haya imitado con la poca fortuna caracterídstica de estos plagios y que la imagen, el rezo, la cofradía del Rosario, los haya querido ver por doquiera, creándolos donde no existían. Cuando se ha tenido la ocasión de estudiar directamente la documentación interna de un sector de la sociedad española del siglo XVI (testamentos, fundaciones, ordenanzas de gremios, de cofradías, e incluso de municipios, actas de cabildos...) es cuando llega a formarse juicio de lo extendido y hondamente arraigado que el Rosario estuvo en España y de que con justicia se podría aplicar a toda la nación lo que la musa popular cantó modernamente de Cádiz:

 

Cádiz no se llama Cádiz
que se llama relicario,
porque tiene por patrona,
a la Virgen del Rosario.

 

Esta popularidad fue aún mayor, si cabe, en este rincón gaditano, en el que la orden de Santo Domingo ejerció su apostolado desde mediados del doscientos, y lo intensificó particularmente en el seiscientos con la red de monasterios que establece en las poblaciones principales. La serie de cofradías conocidas y la importancia de estas, es la demostración palmaria de ello. Cádiz la venera en la capilla de la nación genovesa desde 1483 y más tarde en la Misericordia, de donde la cofradía de los Morenos se trasladará en 1593 a la desde entonces ermita del Rosario. A la devoción general del Rosario se agrega en el rincón de Cádiz y en las flotas un motivo especial para la devoción de los galeotes y gentes de mar, y es la existencia de una cofradía del Rosario entre ellos, fundación del insigne Marqués de Santa Cruz, D. Alvaro de Bazán, cuando mandaba las galeras de la liga de Italia -aquí de los que dicen que nada transpira el Rosario en lo referente a la victoria de Lepanto- cuya existencia es verdad que ha sido desconocida por Fernando Duro y aún puesta en tela de juicio su posibilidad, suponiendo se tratase de una confusión, pero que nadie puede hoy poner en duda razonablemente después de leído el breve de Gregorio XIII, Salutem Cunctarum, de 11 Octubre de 1576, por el que se concede a los cofrades la gracia, entonces no prodigada, de indulgencia plenaria a la hora de su muerte... No creemos necesario más datos, que no faltan, ni los que nuestra investigaciones permitirían añadir a los antes transcritos. Quédese para trabajo en que habremos de estudiar las relaciones de Nuestra Señora del Rosario con las galeras, y bástenos con lo dicho para que quede bien asentada la devoción de la gente de mar a tan dulce advocación de la Virgen y no se repita lo que doctoralmente se dijo de que afirmar su existencia es ponerse fuera de la historia para entrar en la conseja".

 

 

 

No deja de ser curioso la mención a la galeona de Sanlúcar de Barrameda. Bien sabido es que el cambio de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz, en el año 1717, conllevó, como es lógico, el cambio esperado y que, anteriormente al gaditano, los servicios comerciales pasaran por el puerto sanluqueño. Así continúa la narración de Hipólito Sancho sobre el tema: "La galeona de Sanlúcar es un buen precedente de la de Cádiz, por dos razones: una por ser aquella población el surgidero de las flotas y otra porque por tres veces éstas -y en una ocasión trágica naufragó allí mismo- el general Roque Centeno, cuya apellido y tradición familiar serán el determinante y el agente de la institución de las capillas y entierros del tercio de galeones en Sto. Domingo de Cádiz por obra de los hermanos D. José y D. Diego Centeno-Orgoñez y Hurtado de Mendoza, almirante y capitán general del mar océano el primero y caballero de Santiago el segundo, hijos del citado".

Por otra parte, tenemos que resaltar como dato definitivo una carta oficial proveniente del almirante de la flota, que pide y acepta una imagen de Nuestra Señora del Rosario para llevarla en los viajes de aquélla con las mismas solemnidades que los galeones llevan la suya, y ésta es lo suficientemente antigua para que no se considere a la institución como cosa de última hora y sin verdadera raigambre histórica. Se encuentra en el Archivo de Protocolos de Cádiz, en el oficio XV, fol. 232, y era completamente desconocida. No necesita de más pórtico, y hacemos aquí punto para dar lugar a su texto de forma abreviada. Comienza así: “En la ciudad de Cádiz diez y ocho días del mes de Agosto de mil setecientos quince años, estando en el convento de Nuestro Padre Santo Domingo y del Rosario”; a continuación, nombra al almirante de la flota, al escribano público, y al prior del convento, pidiéndole a este último le entregue una imagen de Nuestra Señora del Rosario para que, a la imitación de la que llevan los galeones de Tierra Firme, la lleve y traiga en la almiranta de dicha flota por protectora e intercesora.

Un grabado sin fecha, firmado por Gómez, que se encontraba en la celda prioral de Santo Domingo de Cádiz, con anterioridad al incendio del año 1931, en cuya base podemos leer “Copia de la imagen santísima del Rosario, Capitana, Patrona y Protectora de la flotas de España”, afianza aún más todo lo expuesto.

Quede claro la fecha del Patronato y cómo, según documentación y es lógico por fecha, en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda existió previamente a la de Cádiz capital otra galeona que, surcando los mares, sirvió de protección a esos navios que llevaron la labor comercial y el espíritu mariano a otro continente.


NOTAS

(1) Todavía se encuentra en San Francisco la siguiente inscripción, a que alude el citado texto: “Acabóse esta capilla de S. Telmo en 2 de Julio de 1568 años siendo mayordomo Sebastián Muñoz”.

 

Nota de La Hornacina: Miguel Ángel Castellano Pavón es Licenciado
en Filosofía y Letras, y miembro del Voluntariado de Patrimonio.

 

Artículo Relacionado en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com