NUEVA APORTACIÓN A LA IMAGINERÍA PASIONISTA DE IGNACIO LÓPEZ
(UNA IMAGEN DE JESÚS ATADO A LA COLUMNA EN EL CONVENTO
DE LAS MADRES CONCEPCIONISTAS DE EL PUERTO DE SANTA MARÍA)
Texto y fotografías de Francisco González Luque
IGNACIO FRANCISCO LÓPEZ, ARTISTA CLAVE EN EL BARROCO PORTUENSE
Con el feliz hallazgo por parte de José Manuel Moreno Arana de la documentación que atestigua la autoría del Retablo de Animas de la Prioral de El Puerto de Santa María se despejó hace unos años una de las incógnitas de mayor trascendencia para la historia del arte barroco de dicha localidad gaditana y se pudo asegurar la paternidad de varias imágenes a nivel local y regional.
Desde entonces, el nombre de Ignacio López se asoció al de un auténtico genio de la gubia y pudieron refutarse falsas atribuciones a Pedro Roldán o su hija Luisa (La Roldana), aunque algunos cofrades aún no se han rendido a la evidencia y prefieren continuar con la tradición de adjudicarlas a esos artistas más reconocidos (1).
Lo que más nos interesa ahora de este imaginero es la actividad que mantuvo en su taller en las últimas décadas del siglo XVII y primeras del XVIII, hasta su muerte y entierro en Diciembre del año 1718, curiosamente en la misma cuyo retablo se convertiría en su testamento más preciado. En este taller recibiría numerosos encargos destinados a cumplir la consabida función devocional y satisfacer los gustos estéticos de numerosos conventos y hermandades que se convierten en sus clientes preferentes en varias localidades del entorno hasta componer un magnífico conjunto de imaginería barroca que colocan a este insigne imaginero entre los grandes maestros andaluces en la transición de esos siglos. Obras documentadas suyas en El Puerto de Santa María son:
- Imaginería de ese retablo de Ánimas de la Prioral (San Gregorio Magno, San Miguel y San Judas Macabeo en el cuerpo principal, y el grupo del Descenso al Infierno de los Justos del ático), cuyas obras durarían hasta el año 1693.
- Otras desgraciadamente desaparecidas, como las imágenes y talla de dos pasos concertados con la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús del convento de Santo Domingo en Mayo del año 1683 (2) y el titular de la cofradía de Santiago de los Canteros, obra de la última década del siglo XVII y perdida tras la invasión angloholandesa del año 1702.
- Fuera de El Puerto de Santa María sólo aparecen documentados, por el momento, un Crucifijo en la Iglesia de Nuestra Señora de la O en Rota (Cádiz), realizado hacia el año 1691, y el grupo de Santa Ana y la Virgen Niña en un retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva de Lebrija (Sevilla), datado del año 1695.
En cuanto a las atribuciones, cada día se amplía más la extensa nómina que incluye imágenes de retablo y titulares de cofradías en varias localidades de la antigua diócesis hispalense como Lebrija (Sevilla), Morón de la Frontera (Sevilla), Jerez de la Frontera (Cádiz) y otras. Respecto a la localidad gaditana de El Puerto de Santa María, a la relación ya publicada en otros medios (3) queremos hoy incluir una más.
NUEVA ATRIBUCIÓN: ATADO A LA COLUMNA EN LAS CONCEPCIONISTAS DE EL PUERTO
Además de las ya clásicas atribuciones a Ignacio López en El Puerto de Santa María, quiero destacar aquí otra talla de idénticos rasgos anatómicos, compositivos y estilísticos en general a otras obras documentadas y de segura atribución que no tengo duda alguna en asignarla a este escultor. Me refiero a una interesantísima imagen prácticamente desconocida de madera policromada y tamaño académico (4) que representa a Jesús Atado a una Columna, actualmente en el coro alto del Convento de la Concepción de El Puerto de Santa María (5).
Su iconografía es la más repetida en las representaciones de este momento pasionista en el barroco: Jesús aparece amarrado a una columna baja con una postura forzada avanzando y girando tórax y cabeza hacia adelante y derecha mientras mantiene en escuadra los pies (la pierna derecha queda retrasada y la izquierda adelantada) y los brazos (el derecho cruza delante del cuerpo) quedan sujetos a la columna situada a su izquierda (6). Con dicha postura, la imagen rompe la posible frontalidad y gana en dinamismo barroco. El único elemento que cubre su desnudez es un breve sudario cordífero con pliegues diagonales sujeto por una soga anudada en la cadera derecha y que apenas oculta una anatomía escasamente desarrollada donde el autor ha preferido no pormenorizar en detalles realistas o excesivamente cruentos.
Las facciones de un rostro dolorido y triste pero resignado, sin excesivo dramatismo y de serena belleza, presentan perfiles acusados muy semejantes a las características mostradas en varias de sus imágenes masculinas (especialmente las de San Gregorio Magno y San Judas Macabeo del Retablo de Animas de la Prioral, el Santiago de Lebrija o el mismo Nazareno de El Puerto, con el que se encuentra íntimamente relacionado).
La talla, como todas las conocidas o atribuidas a este escultor, refleja el realismo barroco que en la escuela sevillana nos dejara un grupo de escultores encabezados por Roldán y Arce y cuantos familiares y colaboradores trabajaron en sus talleres. Esta característica se manifiesta tanto en la cabeza (rostro ligeramente ovalado enmarcado por una cabellera abundante de tratamiento dinámico y suelto a base de largos y ondulados mechones, marcado surco en el entrecejo, ojos ligeramente almendrados, acusados pómulos, nariz recta, boca pequeña y entreabierta de carnosos labios y redondeada barbilla) como en el cuello (esbelto y con frecuencia girado). También las elocuentes manos están talladas por López con un perfecto modelado, naturalista y pormenorizada anatomía, combinando expresividad y delicadeza. Se trata, en definitiva, de una figura muy elegante y dinámica, de singular belleza en facciones y actitud, muy en la línea del naturalismo barroco de que hace gala López en toda su imaginería.
Esta imagen debió realizarla Ignacio López a finales del siglo XVII, una vez liberado de las tareas escultóricas del Retablo de Animas de la Prioral, gracias al cual cobraría fama en toda la zona y continuaría recibiendo encargos en distintos conventos y cofradías de la ciudad, como los citados trabajos en Santo Domingo y San Agustín y éste y otros en el de las franciscanas concepcionistas. Es más que probable que el Atado a la columna que comentamos sea el citado en el inventario que se hace del convento en 1836 tras la desamortización, pues uno de idéntica iconografía conservado en otra dependencia del convento es mucho más tardío y de inferior calidad artística.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Los interesados en este imaginero, el retablo de Animas de la Prioral y las distintas atribuciones pueden consultar los artículos de Moreno Arana (La Difusión del Barroquismo Sevillano en El Puerto y su Entorno: Ignacio López y Alonso de Morales y su Retablo de Ánimas de La Prioral... Revista de Historia de El Puerto, nº 37. 2006 y en este mismo portal: http://www.lahornacina.com/articuloslopezmorales1.htm), Espinosa de los Monteros (Nuevas Aportaciones a las Vidas y Obras de Ignacio-Francisco López y Alonso de Morales. Revista de Historia de El Puerto, nº 42. 2009) y González Luque (Influencias Sevillanas e Italianas en la Escultura Barroca de El Puerto de Santa María (Cádiz). Actas del Congreso Internacional "Andalucía Barroca". 2009).
(2) De la Dolorosa no sabemos casi nada, salvo su advocación, Nuestra Señora de las Lágrimas, por ser citada en el año 1836, en el inventario del convento tras la desamortización de Mendizábal.
(3) Recordemos únicamente en El Puerto de Santa María, imágenes tan devotas e interesantes como el Ángel Lamparero de la Capilla del Sagrario, colocado en Mayo del año 1695; Nuestro Padre Jesús Nazareno, de comienzos del siglo XVIII; la Virgen del Mayor Dolor y San Juan Evangelista de la hermandad de la Veracruz; las pequeñas tallas de Santa Ana y Santa Isabel en el retablo de la Soledad de la Prioral de El Puerto, y algunas esculturas de la portada del Sol de este templo, entre otras que iremos dando a conocer en sucesivos estudios.
(4) Imagen y columna descansan sobre una peana de madera pintada con diseño de cuadrícula ajedrezada. La figura de Cristo mide 85 cm de altura y la peana, 3,5 cm. La columna, 42 cm de altura.
(5) Agradezco sinceramente a la Reverenda Madre Josefina Sucino Morales haberme facilitado el conocimiento y estudio de dicha imagen.
(6) La columna baja y abalaustrada se impone en esta iconografía tras el concilio de Trento, a imitación de la conservada en la basílica de Santa Práxedes de Roma, sobre todo entre los artistas del barroco (recordemos algunas imágenes de Gregorio Fernández, Pedro Roldán, Jacinto Pimentel, Francisco Salzillo, etcétera).
Nota del Autor:
Variante de un artículo publicado en el rotativo Diario de Cádiz
el 3 de Abril de 2011 con el título "Un Artista Clave en el Barroco Local".
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