LA INMACULADA MILAGROSA DE LUIS ORTEGA BRÚ EN CÁDIZ

Miguel Ángel Castellano Pavón (03/03/2021)


 

 

Aunque en la actualidad esta imagen de la Inmaculada Milagrosa está ubicada en el acceso a la Iglesia Parroquial de San Lorenzo Mártir por la calle Armengual, fue creada para ser venerada en el altar mayor del referido templo gaditano, construido en el siglo XVIII.

La Inmaculada Milagrosa, también conocida como Virgen Milagrosa o Virgen de la Medalla Milagrosa, fue realizada por el maestro sanroqueño Luis Ortega Brú (San Roque, Cádiz, 1916 - Sevilla, 1982) durante el curato de Ildefonso Pérez Alcedo, en torno a los años 1968-1970, dentro de las reformas postconciliares que el mencionado sacerdote llevó a cabo en San Lorenzo. Vino a sustituir en el templo a una imagen seriada, ubicada en el primer altar de la derecha, frontera a la capilla bautismal.

En esos años de bautizos individuales era costumbre ofrecer el neófito a la Virgen Milagrosa, mediante una ceremonia que los incipientes bautizos colectivos despojaron de rentabilidad, tanto de la pila bautismal como del rezo de la Salve a María.

Por ello, la cercana comunidad de Hijas de la Caridad de la Sagrada Familia vieron compensado el desmontaje del referido altar con la colocación de la nueva Inmaculada Milagrosa en el retablo mayor de San Lorenzo, a cuyo coste quizás contribuyeron los devotos, padres de familia y el entorno de este centro educativo.

Luis Ortega Brú hizo una Virgen Milagrosa lejana del edulcorado prototipo de esta popular advocación mariana, resolviéndola según sus personales maneras, con precedentes escultóricos de las santas que realizó para la parroquia del municipio gaditano de Campamento, situado entre San Roque y La Línea de la Concepción, del que fue titular Pérez Alcedo, lo que originó una amistad entre el sacerdote y el escultor.

 

 

La talla representa la segunda aparición de la Virgen María a Santa Catalina Labouré, que tuvo lugar en 1830, en la capilla de la casa que las Hijas de la Caridad tenían en Chatillon-sur-Seine, localidad de la región de Borgoña (Francia). Según lo narrado por la religiosa, la Señora se le presentó en el altar del convento, de pie, vestida de blanco, con un velo celeste que le caía desde la cabeza a los pies. Su rostro era de una belleza indescriptible y sus ojos miraban al cielo en actitud de oración.

Según Labouré, al principio la Virgen sostenía en las manos una bola de oro rematada por una cruz y de los dedos enjoyados surgía una luz brillante, pero de pronto el globo desapareció y los brazos de María cayeron en ademán de dar, y de sus manos brotaron infinitos rayos de luz. Estos rayos salían de las piedras preciosas, las mayores arrojaban los mayores rayos y las más pequeñas, los más pequeños rayos. Labouré dijo que la Virgen le confirmó que los rayos eran gracias que concedía abundantemente a cuantos se las pedían con confianza.

En torno a la Virgen se veían escritas estas palabras: "¡Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos!", de ahí el marcado carácter inmaculista que reviste esta iconografía.

De repente, la visión volvió a cambiar. Apareció una letra "M" coronada por una cruz, y debajo dos corazones: uno, coronado de espinas, y el otro, traspasado por una espada. Alrededor había doce estrellas. Entonces, Labouré dijo oír nuevamente la voz de la Virgen que le mandaba acuñar una medalla como este modelo, pues quienes la llevaran con confianza, recibirían muchas y grandes gracias.

 

 

La Inmaculada Milagrosa de Ortega Brú conserva las tonalidades originales de esta popular advocación (túnica blanca y manto celeste), pero carece de otros elementos que le son propios, como son la corona y los rayos de las manos. Si en el atuendo coincide con la santa mártir de Campamento, el rostro y la cabellera son semejantes a los rasgos de Débora, la hija del escultor, expresados en su busto realizado en madera barnizada.

A su llegada a San Lorenzo la obra de Ortega Brú fue colocada sobre el manifestador del espectacular retablo mayor, lo que evidentemente contrastaba y chirriaba debido a la diferencia de estilos que había entre el altar, de estilo barroco cercano al rococó, y las vanguardistas formas tan personales del malogrado artista.

Cuando el padre Pérez Alcedo fue trasladado a la cercana localidad de San Fernando, se cambió la ubicación de la Inmaculada Milagrosa, siendo trasladada al altar de la Esclavitud del Santísimo, a la izquierda del altar mayor, donde también contrastaba con las restantes imágenes.

Posteriormente, la Virgen fue nuevamente reubicada, entonces al referido acceso de la calle Armengual, donde sigue actualmente. Sin embargo, esta ubicación no nos parece correcta para una imagen sagrada de culto, por cuanto está precisamente sobre el puente de los servicios que utilizan los fieles que lo necesitan.

Pensamos que tanto la importancia de esta magnífica escultura de Luis Ortega Brú, como lo extendido de esta advocación mariana de la Virgen Milagrosa, obligan a un lugar más digno dentro del ámbito de la parroquia gaditana de San Lorenzo para la que se realizó, sin que por ello pierda la veneración que merece, la finalidad para la que fue creada y no digamos nada de la importancia artística alcanzada con esta obra por su autor.

 

 


 

NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA

Miguel Ángel Castellano Pavón es Licenciado en Filología Hispánica, miembro del Voluntariado de Guías del Patrimonio del Obispado de Cádiz y Ceuta e integrante de la Asociación "Cádiz Ilustrada".

FERNÁNDEZ, Rosa Aura. Devociones y oraciones marianas, Caracas, Paulinas, 2001, pp. 27-28 y 30.

 

Fotografías de Fernando Rodríguez Prieto

 

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