EL ESCULTOR JOSÉ FERNÁNDEZ GUERRERO. UNA DOLOROSA DE
POSIBLE ATRIBUCIÓN EN LA CAPILLA DEL BEATO DIEGO JOSÉ DE CÁDIZ

Miguel Ángel Castellano Pavón


 

 

Al referirse a la escultura gaditana desde el academicismo hasta el realismo, el catedrático en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, don Antonio de la Banda y Vargas, a quien tuve el honor de tener como profesor, considera que, tras el academicismo, el lenguaje severo e idealista del neoclasicismo, aunque se fue imponiendo desde los días finales de Carlos III, no triunfará definitivamente hasta pasada la Guerra de la Independencia, originando por ello una floración tardía del estilo que se prolongó hasta la mediación del siglo XIX.

Dicho estilo, al que Cádiz debe gran parte de su perfil urbano gracias a la labor desarrollada por los arquitectos Pedro Ángel Albizu y Torcuato José Benjumeda, no salvó, en lo referente a su quehacer escultórico, la penuria creativa de la Escuela Local de Nobles Artes, pero sí contó con un discreto representante en la persona del teniente de la clase de escultura de la misma, don José Fernández Guerrero (1748-1826).

El mencionado escultor, nacido en Ubrique y formado en la madrileña Academia de San Fernando -aunque tuvo un aprendizaje inicial junto a un familiar, el retablista Gonzalo Fernández de Pomar, hermano de su abuelo-, se afincó en Cádiz como profesor de dibujo de la Escuela de Plateros, pasando, al desaparecer ésta, a ejercer la misma tarea en la escuela creada en el hospicio gaditano por el Conde O´Reilly. Finalmente, acabó de profesor auxiliar de escultura en el mencionado centro artístico oficial, creado en 1789.

Su obra, localizada mayormente en la provincia de Cádiz y puntos aislados de Andalucía Occidental, es corta y discreta, y se distingue por la sobriedad de sus líneas y la gran pureza de su modelado.

Salvo excepciones de carácter lignario, como la Divina Pastora del convento de Capuchinos de Sevilla o un Crucifijo heredado por un nieto residente en Cuba, predominan en la trayectoria de Fernández Guerrero las piezas realizadas en escayola y con temática profana, en las cuales no nos vamos a detener.

Juan Martínez Alcalde, en su obra Hermandades de Gloria de Sevilla (1988), nos dice al respecto de la Pastora de Capuchinos: “El padre fray Juan Bautista de Ardales, preclaro investigador de temas pastoreños, revisó diversos testimonios, sacando en conclusión que se debe a José Fernández Guerrero, teniente director de escultura de la Academia gaditana de Nobles Artes. Ello explicaría el estilo neoclásico visible de la obra, pues entonces los organismos artísticos oficiales abogaban por las formas helénicas”. José González Isidoro corrobora lo anterior en un artículo aparecido en Diario de Cádiz hace algunos años, bajo el título "La Virgen de las Angustias de San Pablo": “de gran semejanza con la Virgen de las Angustias -hablando de la mencionada obra sevillana- Dicha circunstancia favorece el que, por ahora, con las debidas reservas, pensemos en dicho autor como hipotético escultor de esta preciosa Dolorosa”. Por otra parte, en Semana Santa, Diócesis de Cádiz y Jerez (1984), el escultor y restaurador José Miguel Sánchez Peña destaca como escultor de esta centuria a José Fernández Guerrero.

En Diario Información, con fecha 28 de Mayo de 2000, aparecía un artículo de Angel Mozo Polo, titulado “Otra Dolorosa de Fernández Guerrero”, el cual hace referencia a una Dolorosa existente en la cercana población sevillana de Fuentes de Andalucía. Dicha imagen no es otra que la titular de la Congregación de Siervos de los Dolores (Servitas). En el mismo escrito se hace otra referencia, debida a José Luis Ruiz Nieto-Guerrero, en este caso a la Cofradía del Cristo del Amor de Jerez de la Frontera, la cual posee una imagen de María Cleofás, anteriormente una Virgen procedente de los Agustinos de Guía, que bien puede ser una obra de Fernández Guerrero, ya que sus características coinciden con los rasgos académicos del escultor gaditano.

 

 

Es de agradecer al escultor Luis González Rey su aportación al restaurar la antigua titular de la Hermandad del Descendimiento, atribuida antaño al artista gaditano Miguel Laínez Capote. En el boletín de la mencionada corporación (nº 3, año 1999) nos comenta: “Puede que D. Miguel restaurase la imagen después de la Guerra Civil, y de ahí que muchos se la atribuyan, pero nada más. También es cierto que la imagen antigua del misterio del paso del Cristo del Perdón, que hoy se encuentra depositada en la Parroquia de la Divina Pastora de Cádiz, tiene una ligera similitud, cosa comprensible si ésta fue tallada por él y coincidió con la restauración de la otra. Pero no pasa de ser eso, una similitud. Por consiguiente, nos encontramos hoy con una imagen de categoría, que sigue los modelos de la Virgen de las Angustias del Ecce- Homo y del Mayor Dolor de la Buena Muerte.”

Tanto por mi experiencia, como por el hecho de haber sido alumno de la Escuela de Artes Aplicadas de Cádiz, me es conocido cómo el profesorado, en una materia determinada, recrea modelos, perdurando su impronta en obras sucesivas. Es de suponer que, una vez José Fernández Guerrero acabase la Dolorosa de las Angustias y la entregara a la Archicofradía gaditana del Ecce Homo, la misma tuviera gran repercusión que redundaría en nuevos encargos para diferentes clientes.

En la sacristía de la Capilla del Beato Diego José de Cádiz recibe culto una Dolorosa de pequeño formato que, hasta finales del siglo pasado, estuvo expuesta en una hornacina de la portada bajo la advocación de Nuestra Señora del Mayor Dolor. Dicha obra posee similitudes con las creaciones de Fernández Guerrero anteriormente mencionadas, visibles en su composición, rasgos, encarnadura, armonía de sus finas y delicadas facciones, así como en la hermosura de sus manos entrelazadas. Ello nos induce a establecer una atribución, aunque sea a base de suposiciones, esperando que, en el futuro, jóvenes investigadores aumenten el acervo artístico de este escultor.

Hace poco, en la ponencia “Memoria en el tiempo de una familia gaditana de ida y vuelta: del escultor Fernández Guerrero al almirante Azarola Gresillón”, entrada como ateneísta de Fernando Orgambides, quedó recogida toda la trayectoria artística de los Fernández Guerrero, haciendo hincapié el periodista en el escultor que hoy estudiamos.

Por otro lado, el investigador Francisco Espinosa de los Monteros ha atribuido recientemente a José Fernández Guerrero la titular mariana que la Hermandad del Descendimiento de Jerez de la Frontera procesiona bajo palio: Nuestra Señora de la Soledad (1803), la cual firmó como José Fernández Pomar, posiblemente como recuerdo a su pariente Gonzalo. Dicha obra fue encargada por José Moreno, mayordomo de la cofradía.

Las fotos que acompañan nuestro trabajo prestan veracidad a todo lo expuesto, si bien tenemos que finalizar advirtiendo que aún queda mucho por descubrir y analizar sobre José Fernández Guerrero. De hecho, muchas imágenes sacras que decoran y complementan la iconografía de los templos gaditanos están a la espera de los debidos estudios que acrediten su paternidad a la gubia del popular artista gaditano el siglo XIX.

 

 

Nota de La Hornacina: Miguel Ángel Castellano Pavón es
Licenciado en Filosofía y Letras y Miembro del Voluntariado de Patrimonio.

 

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