UNA ANTIGUA TALLA DE JESÚS CAÍDO EN ISLA CRISTINA PROCEDENTE DE SEVILLA

Jesús Abades


 

 

Según fuentes testimoniales procedentes de su propia cofradía, la imagen de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas de Isla Cristina fue adquirida a un anticuario de Sevilla por el hermano Manuel Carrasco Fragoso, a finales de los años sesenta del siglo XX. Originalmente, se trataba de un Cristo que representaba el misterio de la Entrada Triunfal en Jerusalén, siendo convertido al año siguiente de su adquisición en una talla de San Juan Evangelista para procesionar bajo palio junto a la dolorosa titular de la hermandad isleña. Dada la escasa aceptación popular del misterio, la talla dejó de procesionar hasta que, en el año 1974, el imaginero ayamontino Antonio León Ortega se encargó de readaptarla a su actual iconografía de Nazareno Caído (1).

Al igual que en la sevillana, no son infrecuentes en la provincia onubense los casos de hechuras cristíferas cuya representación primigenia fue transformada para acoplarlas a su actual fisonomía de Jesús en su caminar hacia el monte Calvario. Tal circunstancia podemos encontrarla en los nazarenos de las localidades de Alosno y La Palma del Condado -antaño Cristos atados a la Columna-, y en los de Ayamonte y Paterna del Campo; originariamente un Ecce Homo y un Resucitado, respectivamente.

Dicha práctica, que ha motivado no pocas polémicas en los ámbitos artísticos, viene siendo frecuente en las tallas procesionales desde el siglo XVII, ya sea por simple capricho del cliente o por dificultades monetarias que impedían al particular o a la cofradía el encargo de una nueva imagen.

En la provincia onubense, un ejemplo de lo anterior lo encontramos en los años posteriores a la Guerra Civil; época en la que varias tallas marianas, de carácter letífico, fueron reformadas para efectuar estación de penitencia como dolorosas, al desaparecer un gran número de ellas en los incendios de 1936.

Por tanto, las sucesivas alteraciones practicadas en el Caído isleño no deben resultar paradójicas si las comparamos con otras modificaciones del mismo tipo, como las efectuadas en imágenes de santos para convertirlas en cirineos -caso del antiguo de la archicofradía sevillana de Jesús de la Pasión, originalmente un San Agustín de Hipona- o las tallas de Santa María Magdalena que, en palabras de Alberto Villar Movellán, fueron "travestidas" en representaciones de San Juan Evangelista.

Al hilo de lo anterior, la propia titular de la hermandad isleña de las Tres Caídas, la Virgen de los Ángeles, es el fruto de convertir una talla de María Magdalena, procedente de la cofradía sevillana del Baratillo, en una dolorosa -en el Baratillo también figuró un tiempo como tal-, haciéndole nuevas manos y candelero. (2)

 

 

Pese a tales cambios, la obra que nos ocupa conserva una interesante impronta dieciochesca propia del segundo tercio del siglo. El modelado del cabello, partido al medio y muy unido al casco craneal, recuerda las fórmulas roldanescas, pervivientes en casi la totalidad de la centuria. Presenta un retorcido mechón que cae por el lado derecho, recogiéndose a la izquierda, con lo que deja visible la mitad inferior de la oreja.

El semblante, marcadamente frontal, muestra barba bífida y muy escasa, así como juveniles facciones que le acercan más a la representación del evangelista imberbe que a la de un varonil Jesús Triunfante, por lo que no hay que descartar una modificación anterior a su adquisición. Los ojos, de penetrante mirada, se encuentran tallados y policromados sobre la madera de cedro. La nariz es recta y la boca, semicerrada.

La tostada carnación, lacerada por abundantes heridas, es fruto, claro está, de la renovación llevada a cabo por León Ortega, quien ejecutó también un cuerpo de abocetada anatomía, rodilla en tierra, que casa perfectamente con la cabeza y manos primitivas, cuya talla el maestro respetó escrupulosamente. De la frente del varón manan rojizos regueros de sangre -uno de ellos atraviesa el párpado izquierdo- que se extienden hasta el descubierto torso de la talla. Sangrantes contusiones dañan las rodillas y la región malar izquierda. La corona de espinas, de considerable tamaño, ha sido labrada separadamente de la imagen, cuyo tamaño es de 135 cm.

El Cristo porta la cruz, cilíndrica y arbórea, sobre el hombro izquierdo y apoya la mano derecha sobre la rodilla, mientras la izquierda se sujeta a las rocas, en decidido afán por incorporarse. El Cirineo le ayuda, en su esfuerzo, a sostener el palo largo del madero. Dicha imagen es obra también de León Ortega (1983).

Es titular de la Hermandad del Santísimo Cristo Atado a la Columna, Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas y María Santísima de los Ángeles, fundada en 1946. La imagen del flagelado es de serie y la dolorosa, original de Emilio Pizarro de la Cruz (1904), fue readaptada, como hemos apuntado, por José Vázquez Sánchez, siendo nuevamente restaurada por Francisco Zamudio (1996), quien le aplicó nueva encarnadura.

Lamentablemente, razones de índole económica impiden, desde 1994, que la valiosa talla del Señor Caído desfile junto a los anteriores en la noche del Miércoles Santo desde la Capilla de Nuestra Señora de los Ángeles.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) GARCÍA DE LA CONCHA DELGADO, Federico. Isla Cristina en Huelva Cofrade. Historia de la Semana Santa de Huelva y su Provincia, vol. III, Sevilla, Tartessos, 1997, p. 211-19.

(2) GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y Manuel Jesús CARRASCO TERRIZA: Escultura mariana onubense. Historia. Arte. Iconografía. Huelva, Instituto de Estudios onubenses "Padre Marchena" y Excma. Diputación Provincial de Huelva. 1981. p. 208.

 

 

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com