SAN JOSÉ, PATRÓN DE BREÑA BAJA (LA PALMA - SANTA CRUZ DE TENERIFE)

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero


 

 

La obra del "desconocido fraile escultor" Marcos Gil (1682-1739) ejemplifica, posiblemente, como ninguna otra en el Archipiélago Canario, la labor del fraile artista itinerante. Cuando contaba tan sólo 20 años fue destinado a Santa Cruz de La Palma, donde trabajó entre 1702 a 1706.

Entre otras magníficas esculturas, de su gubia salió la bellísima imagen actual del patrón de Breña Baja, San José y el Niño. Fernández García escribió: "El grupo, en su conjunto, no presenta fuertes evoluciones; su sosegado modelado, sus suaves formas estilísticas son neoclásicas; su policromía es barroca". El Niño que acompaña a San José tiene grandes similitudes con los angelitos del retablo y los del púlpito de Santo Domingo de la capital palmera. Pérez Morera indica que: "se caracterizan ambos por sus rostros rollizos y su cabello trabajado con vigorosos acaracolados". Calero exalta el acabado, el magnífico estofado, la gran elegancia y los rostros dotados de "tranquilidad y sosiego", y alaba al dominico en cuanto a su perfecto conocimiento de la imaginería flamenca, "tanto en lo tocante a la talla como las encarnaciones y estofados". 

La imagen del Patriarca San José y su Hijo, fue esculpida antes del 8 de febrero de 1706. Así consta en las cuentas de la Cofradía de Ánimas y en el inventario del templo de Breña Baja. Esta nueva talla vino a sustituir a la escultura flamenca donada por don Luis Van de Walle Van Praet, llegada a Santa Cruz de La Palma a mediados del siglo XVI y que hoy se conserva en una urna en el acceso al camerino del Santuario de Las Nieves. Se trata ésta, según Fernández García, de la imagen de San José más antigua que existe en Canarias.

Al "Esposo de la Virgen" se le representa en Breña Baja como un joven padre, apuesto, de jovial mirada, semblante atractivo, expresión serena y rasgos de perfecto acabado. Larga cabellera ondulada marrón con raya en medio que cae pesadamente sobre los estrechos hombros. Profundo ladeamiento de la cabeza hacia la derecha. Ojos almendrados, cejas finas, boca pequeña con labios carnosos, barba delgada y puntiaguda. Sostiene en su mano izquierda, levantada hacia adelante, una larga vara florida (común desde el final del periodo gótico por influencia de los evangelios apócrifos). Viste túnica talar verde azulada y manto terciado naranja con pliegues de perfil redondeado, este último recogido sobre su brazo izquierdo.

 

 

El movimiento y dinamismo de la escena, en la que las dos imágenes sugieren estar caminando, viene descrito por la inclinada colocación del cuerpo de San José en contraposto. El Niño, orlado con corona imperial y vestido con larga túnica amarillenta, no se ladea, manteniendo un porte majestuoso, pero sí adelanta su calzado izquierdo, mientras que su padre putativo adelanta el derecho. Los ligeros ropajes, de suave modelado, están adornados ambos con idénticos motivos florales. El Patriarca, coronado con gran aureola dorada, rememora la infancia de Jesús. En esta tierna escena, las manos de ambas figuras, más que agarrarse, se acarician.

Para representar el patronazgo de San José sobre los carpinteros, el Niño, rubio de amplios bucles, lleva una sierra que cuelga sobre su bracito derecho, alzado en actitud de bendición. Esta composición sigue el modelo montañesino de representar al santo exento llevando al Niño de la mano, tipo iconográfico divulgado a través de la estampa desde el XVI. Las representaciones más antiguas del Patriarca lo muestran con el Niño de pie, mientras que las posteriores eran realizadas con la figura del pequeño Jesús en brazos de su Padre.

Como antecedentes en la Isla podemos nombrar al titular de la ermita homónima de Santa Cruz de La Palma (siglo XVII), en la de San Telmo (también en la capital), en San Andrés y Sauces (donada en 1678), en Los Llanos de Aridane (Bernardo Manuel de Silva, hacia 1708-1711) y en Tijarafe (documentada desde 1711).

Desde 1692, los vecinos de Breña Baja "reconosiendo la necesidad que auía de hacer ymagen nueua de talla de Señor San Joseph, por ser antigua y maltratada la que tenia la iglesia", habían solicitado a Miguel de Brito y Silva una licencia para adquirir una nueva imagen del patrón del municipio. El visitador Brito y Silva, en atención a que la "fabrica esta mui corta", solicitó ayuda a la Cofradía de la Virgen del Rosario, advocación de la Patrona de Breña Baja, para que se contribuyese a "la hechura de la ymagen de Señor San Joseph con la tercia parte de lo que faltare, cobradas las promesas hechas por los vezinos". 

 

 

La magnífica escultura de San José -cuyas medidas son 102 x 55 cm-, está confeccionada en madera dorada y policromada. El hecho de que sólo se encuentre trabajada en su parte frontal -indicación de su colocación fija para formar parte de un retablo-, así como su delicada policromía y los excelentes estofados, la ponen en relación con idénticas técnicas empleadas por los escultores de los Países Bajos.

Calero indica que la nueva imagen vino a sustituir a la primitiva, de factura nórdica gracias al pedido efectuado por las diferentes cofradías de la Parroquia de San José de Breña Baja. También dice que "es probable que Fray Marcos deseara adecuarse del modo más fiel al original, lo que explicaría tal cúmulo de coincidencias". 

En el inventario de bienes de 1706 ya se menciona una "ymagen de talla del Señor San Joseph que se a de colocar en dicho retablo, en tanto que la antigua estaba recogida en una alcouita deuajo de la escalera del choro". Sin embargo, no es hasta 1714 cuando Juan de Santiago, cura del lugar, presenta las cuentas del dorado del retablo mayor, donde consta el nombre del autor: "Por doscientos (reales) pagados al Padre fr. Marcos, de la Orden de Predicadores, por la escultura de San Joseph que esta colocada en dicho retablo". Posteriormente se gastan, entre los años 1782 y 1789, unos 140 reales en "componer y barnizar la efigie del santo Patrono".

El 19 de marzo es la única oportunidad en el año de apreciar con detalle y cercanía las bellas tallas, que cubiertas con sendos mantos, son entronizadas en unas andas de baldaquino doradas, portadas a hombros con respeto y veneración por un pueblo orgulloso de tener a San José como su santo patrón.


 

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