LA VIRGEN DE LA LUZ Y SAN TELMO.
ERMITA DE SAN TELMO DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero


 

LA ACTUAL TALLA  DE LA VIRGEN

El imaginero que esculpió la imagen se llamaba Juan Manuel de Silva (1687-1751) y era hijo legítimo del afamado artista Bernardo Manuel de Silva (1655-1721), quien se autodenominaba “maestro del arte de pintor y escultor”. Juan Manuel heredó de su padre también el arte de dorador. Aunque, recogiendo las palabras de Margarita Rodríguez González: “Juan Manuel de Silva no aparece en la documentación con la asiduidad de su progenitor, posiblemente porque en un principio permaneció a su sombra”.

Obras de Juan Manuel de Silva son la imagen de Santa Rita de Casia, “Patrona de las Viudas”, muy semejante a la Virgen de La Luz, que actualmente se venera en la Iglesia de Santo Domingo de Santa Cruz de la Palma, y que fue donada al extinto convento de Santa Catalina de Siena de esta ciudad en 1730 por el dominico Fray Juan de Guisla y Acuña. Así mismo esculpió las tallas de la Virgen del Carmen y de San Agustín de la Ermita de Nuestra Señora del Carmen del Barranco de Maldonado en Santa Cruz de La Palma. En 1742 hizo y doró unas nuevas manos para la imagen de San Pedro en Cátedra de la Parroquia Matriz de la Isla.

Volviendo a la Virgen de la Luz, labrada en el año 1718, podemos decir que se trata de una imagen de candelero de aspecto monumental y solemne, inspirada en los ideales clásicos de belleza, sobriedad y reposo. Su posición frontal y cabeza erguida, con rostro de dulce expresión ensimismada, abstraída y serena actitud, cabello partido en raya a la mitad, cejas finas y curvas, boca pequeña y labios finos, amplia frente y barbilla prominente, nos recuerda su gran afinidad con la estatuaria de inspiración flamenca. Su postura majestuosa y hierática, de ojos semicerrados y mirada perdida, ha cautivado a muchas generaciones de navegantes y a hijos del barrio, que han regresado a su “terruño amado” para cumplir viejas promesas y a rezar ante la Virgen de La Luz y San Telmito por los que aquí ya no están y para agradecer su retorno a casa.

La Virgen ha sido recientemente restaurada por Domingo Cabrera Benítez, quien ha devuelto a la escultura su aspecto original, retirándose añadidos, como el pelo, “que estaba confeccionado con papel de periódico”, también repintes que ocultaban la original policromía, restaurar piezas faltantes, y eliminar todos aquellos elementos que nada tienen que ver con la prestancia, distinción y porte de una pieza histórica de su categoría. 

 

LA ANTIGUA TALLA DE LA VIRGEN

El desaparecido historiador palmero Alberto José Fernández García confirmaba- creemos que algo apesadumbrado- que “no hemos podido localizar el lugar donde pudiera localizarse la primitiva imagen de Nuestra Señora de La Luz que en aquel tiempo recibía culto”.

En cambio, el profesor Jesús Pérez Morera, nos informa: “Por lo que respecta a la antigua Virgen de La Luz que existía en la ermita desde principios del siglo XVIII, fue cedida en el año 1873 a la parroquia de la Villa de Mazo con el fin de celebrar con ella la procesión que la Hermandad del Rosario hacía todos los primeros domingos.”

Lo que sí afirma el historiador Fernández García es que, la talla que actualmente se venera, fue entronizada allí en el año 1863. Procede de la Parroquia Matriz de El Salvador de esta ciudad, donde recibía culto bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, y como hemos apuntado anteriormente, fue esculpida en 1718 por el prestigioso imaginero de la saga de los Silva, Juan Manuel de Silva Vizcaíno.

La efigie actual se encuentra entronizada en la hornacina central del retablo mayor del testero de la ermita, una obra maestra, “una preciosa joya, dorada y policromada”, cuya decoración se basa en temas platerescos con una técnica intensamente barroca, rematado con una gran venera o concha. En el antiguo retablo construido antes de 1717, la Virgen se situaba en un nicho lateral mientras que el Crucificado que actualmente se venera en el coro, estaba entronizado en el centro del altar. Al otro lado, en otra hornacina se hallaba San Telmo. 

 

LA TALLA DE SAN TELMO

La imagen, Patrón de Mareantes y titular de la ermita donde se venera a la Virgen de la Luz, es conocida popularmente como San Telmito y procesiona el 8 de septiembre precediendo en el cortejo a la efigie mariana, la cual desfila bajo magnífico trono barroco de baldaquino, regalo que fue entregado al mayordomo José María Corral en 1863.

Al igual que la Virgen, la actual imagen de San Telmo, entronizada también en el retablo mayor de la ermita, sustituye a una antigua que durante mucho tiempo estuvo en casa de Felipe Miguel Sosa Pérez hasta que fue depositada en la sacristía. Ambas imágenes presentan análoga iconografía: portan una vela de plata (“fuegos de San Telmo”) y un libro, si bien estos atributos no son los más frecuentes en el santo, que murió en Pontevedra en 1246 y que acompañó al Rey Fernando III en sus conquistas. Ambos usan hábito dominico, con escapulario y esclavina con capuchón, de color blanco. Capa ancha y larga con otro capuchón que cubre el anterior, de color negro. Ancha tonsura en la parte superior de la cabeza. La escultura antigua del santo es de talla completa estofada, mientras que el nuevo es de candelero o de vestir.

En el Archipiélago es más habitual representarlo portando una nave en lugar del libro, o incluso un pescado (que alude a un milagro del Santo en cierta ocasión, que los obreros del puente que hizo construir en Rivadavia sobre el Miño, no tenían qué comer). Lo que aquí sucede es que la talla antigua lleva la vela en su mano izquierda, a la costumbre portuguesa (como se aprecia en Lisboa, Viana do Castelo, Setúbal…) y la nueva, la porta en la derecha (como en la representación del Museo Provincial de Sevilla, por ejemplo). Con casi total seguridad, las numerosas familias portuguesas que se afincaron en La Palma, fueron las que importaron la forma iconográfica de nuestro Santo, ya que es lógico suponer que lo representaran como lo veneraban en su tierra.

 

LAS ANDAS DE SAN TELMO

La nueva talla fue realizada para ser colocada en el fabuloso galeón procesional que le sirve de andas. Se trata de una magnífica obra de dos metros por dos y medio de dimensión, tallada en madera y dorada al fuego. Es una maqueta, a modo de exvoto marinero, de un galeón español de finales del siglo XVII. Antes de 1934, el Director del Museo Naval de Madrid, capitán de Corbeta don Julio Guillén y Talo, al contemplar esta obra de arte, quiso que se hiciera inmediatamente una copia para el museo. Desde entonces allí se encuentra una exacta reproducción.

En la procesión, resulta sobrecogedora la imagen del navío, sobre la que se lanza un sinfín de luces de colores que emanan de bengalas y ruedas de fuego, proyectando su estilizada silueta a lo largo de las paredes de las casas típicas, con un movimiento tal que sugiere al de un barco durante una terrible tempestad o una batalla en altamar.

Este original y bello trono, cuyo alto total es de 215 cms. y largo total 185 cms., está realizado en madera sobredorada, policromada y lienzo. Cuenta con un soporte de madera de cedro de una sola pieza de 11 cms. de espesor, con mástiles embutidos en el casco y otros elementos tallados, como son los cañones, jardín de popa, balaustres y mascarón de popa. Gracias a la restauración a la que fue sometido entre los años 1998-1999 por el Taller Insular del Cabildo de La Palma, podemos nuevamente apreciarlo en todo su esplendor. La intervención ha consistido en un tratamiento de restauración y conservación para devolverle la estabilidad y la calidad estética, tanto a la película pictórica como al conjunto de bellas jarcias y velas. Se eliminó el repinte de pinturas al aceite y purpurinas, así como el amarre incorrecto que presentaba el antiguo; el asentamiento de capas de policromías y oro; la limpieza y la reintegración diferenciadora de regatino y la protección final.

Se recuperó incluso una tripulación formada por varios marineros diminutos toscamente tallados en madera, uno de ellos con un tambor. Se rescató igualmente la pintura al óleo de la Virgen con el Niño que aparecía en la popa del buque que recuerda, según los investigadores Fernández García y Pérez Morera, “las maneras del pintor y escultor Bernardo Manuel de Silva (1651-1721)”. Silva fue considerado como el artista más representativo del Barroco en La Palma y mantuvo, durante toda su vida, estrechas relaciones con la confraternidad de mareantes, de la que San Telmo era el patrón. El arte de Bernardo Manuel de Silva acusa el triple influjo flamenco, portugués y sevillano, todo ello dentro del Barroco isleño como envolvente de su producción. En su faceta decorativa también encontramos puntos de contacto con el arte americano. Como no podía ser menos, la influencia flamenca, tan enraizada en la cultura palmera, es la más poderosa. 

Aunque se considera de autor anónimo, varios estudiosos han apuntado a posibilidad de que el galeón se trate de una obra de Andrés del Rosario (1615-1693), a quien se le atribuye el magnífico retablo mayor de esta bella ermita.

Para encontrar el origen de esta forma peculiar de andas hay que remontarse a la Edad Media, donde el barco era utilizado como nave procesional y carro naval y triunfal.

Otro ejemplo lo encontramos en el inventario de los bienes del Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves, donde la talla de la Virgen del Buen Viaje llevaba a sus pies “una forma de nabío por peana de la imagen” (1718).

El galeón de San Telmo (hacia 1681) representa la alegoría de la Nave de la Iglesia Militante, triunfante en la Batalla de Lepanto. Tiene en cada costado una hilera con catorce cañones que le sirven “para combatir a herejes y piratas, corsarios y enemigos que quieren abordarla”. Recordemos que el arte contrarreformista representa iconográficamente a la Iglesia en una nave victoriosa.


BIBLIOGRAFÍA

CABRERA PÉREZ, Domingo: «Recuerdos de un pasado memorable», en Luz y Camino

FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto José: «Notas históricas de La Palma. San Telmo», publicado en Diario de Avisos, (17-20/11/69).

FERRANDO ROIG, Juan: Iconografía de los Santos, Ediciones Omega, Barcelona, 1950.

PÉREZ MORERA, Jesús: «Ermita de San Telmo», en Magna Palmensis. Retrato de una ciudad, CajaCanarias, 2000.

- «Silva. Bernardo Manuel de Silva», en Biblioteca de Artistas Canarios.

RODRÍGUEZ ESCUDERO, José Guillermo. “El Galeón de San Telmo”, en El Día/La Prensa, (11/09/04).

«San Telmo restaura su Virgen», en El Día, (13/08/99)

 

 

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