LAS TRES MARÍAS. RECUPERACIÓN DE UNA ICONOGRAFÍA
PERDIDA EN LA SEMANA SANTA DE SANTA CRUZ DE LA PALMA

Texto y fotografías de José Guillermo Rodríguez Escudero


 

 
     
     
A la izquierda, Santa María Cleofás; a la derecha, Santa María Salomé, y arrodillada la Santa María Magdalena labrada por el artista palmero Domingo Cabrera (2011), quien ha restaurado y tallado nuevas manos a las otras dos figuras. Parroquia de El Salvador de Santa Cruz de La Palma.

 

ARTE E HISTORIA (I)

Las llamadas Santas Marías son las "medio hermanas" de la Virgen María que llevan su mismo nombre. Para poder diferenciarlas, se las llamó, agregando al suyo propio, el nombre de sus progenitores: María Cleofás y María Salomé. La primera se esposó con Alfeo y tuvo cuatro hijos: Santiago el Menor, Simón, Judá y José. A veces se la llama también María Jacobi (Madre de Santiago). María Salomé se convirtió en la esposa de Zebedeo, con quien tuvo dos hijos: Santiago el Mayor y Juan el Evangelista.

Después de la Crucifixión habrían abandonado Palestina en compañía de Marta, Lázaro y María Magdalena para llegar a las costas de Marsella. Se dice que tras su muerte fueron sepultadas junto a su criada Sara en el delta del Ródano, donde se levanta su tumba en la iglesia fortificada de Nuestra Señora del Mar.

La invención de sus osamentas por el monarca Renato de Anjou, conde de Provenza, se remonta a 1448. Desde entonces, el templo de Sante Marie des Barques, que pertenecía a la Abadía de Montmajour, adoptó el nombre de Saintes Maries (Santas Marías). De esto se desprende que su culto se inició a mediados del siglo XV. Se trata de un complemento tardío de la localización del culto de María Magdalena en Saint Maximin y el de Santa Marta en Tarascon. Es curioso que las dos santas Marías estén representadas en todos los grupos de la Parentela de María o de la Parentela de Santa Ana. Es muy poco frecuente verlas representadas separadamente.

En las representaciones más antiguas encontramos a Salomé (siglo XIV) con el vaso de perfumes en la Catedral de Halberstadt y en la Iglesia de San Martín de Oberwesel; en la Galería Nacional de Praga la vemos con dos niños en uno de sus brazos, mientras Cleofás tiene a cuatro en ambos (siglo XV); por último, Pierre Loeureux esculpió sendas estatuas de la portada sur de la colegiata de Saint Vulfran de Abbeville (1502). El día de su onomástica, 25 de Mayo, numerosos peregrinos llegaban a la región de Camargue, sobre todo gitanos y bohemios, quienes veneraban con especial devoción a su criada Sara. Louis Réau nos indicaba que la ciudad de Veroli, en el norte de Italia, pretendía poseer la tumba de María Salomé, advocación que también ostenta el patronazgo de la localidad onubense de Bonares y de una iglesia de Santiago de Compostela.

Fue en el siglo XII cuando apareció, por la influencia de las meditaciones de los místicos, la escena de la Lamentación sobre Cristo Muerto, entre las de la Deposición de la Cruz y la del Enterramiento. Puede que también haya sido motivado por la inspiración en el rito popular de las Lamentaciones Fúnebres que perdura aún en el oriente mediterráneo y en Córcega. Una escena que no está relatada en ninguno de los Evangelios y que era desconocida por el arte cristiano primitivo.

 

 

 

ARTE E HISTORIA (II)

En la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén, entre el Gólgota y la tumba, se venera una piedra de mármol amarillo, cuyas manchas conservarían las huellas de las lágrimas de la Virgen. Fue sobre esta piedra -llamada de la unción y que es recubierta por un lienzo como si de un altar se tratase- donde el cadáver de Cristo habría sido depositado después del Descendimiento de la Cruz. En algunas representaciones la escena es ésta: alrededor del Difunto, extendido sobre la piedra por José de Arimatea y Nicodemo, se lamentan la Virgen, San Juan Evangelista y Santa María Magdalena. En el siglo XV la Virgen María quiere echarse sobre el cadáver de su Hijo, pero San Juan la coge por medio del cuerpo para impedírselo. Le Rosso, en su cuadro custodiado en el Museo del Louvre de París, presenta a la Virgen abriendo los brazos como una cruz viva. Rubens la representa cerrando los ojos de su Hijo o quitando una espina que se le ha clavado en la frente ensangrentada de Jesús. A veces, incapaz de resistir el dolor que la abruma, María se desmaya otra vez (Botticelli, Lorenzo Lotto).

A la Virgen y a Santa María Magdalena se suman las Santas Mujeres, mientras que San José de Arimatea y el otro Santo Varón, Nicodemo, llevan vasos de bálsamos en la mano. Suele aparecer también un enjambre de ángeles que se unen al duelo. En uno de los bajorrelieves del púlpito de San Lorenzo de Florencia, esculpido por Donatello, el dolor de las Santas Mujeres degenera al frenesí. Incluso una de ellas tiene en la mano un mechón de pelo que acaba de arrancarse. En el Renacimiento, del grupo de la Lamentación sobre Cristo Muerto a veces se conserva sólo el cadáver de Jesucristo y se suprime a la Virgen y a las santas llorosas.

Será a partir del siglo XVI cuando el tema del Enterramiento de Cristo se vuelve muy frecuente y aparecen de nuevo numerosos asistentes cuyas expresiones de dolor confieren mayor acento patético a la escena. En escultura, se designó con el nombre de Santo Sepulcro. Las cofradías del Santo Sepulcro y las propagandas de los franciscanos -a quienes estaba confiada la custodia de los Santos Lugares- contribuyeron a popularizarlo. Se observará, por ejemplo, que en Francia, la mayoría de los Santos Sepulcros proceden de las iglesias de los franciscanos. El ordenamiento de los personajes concuerda con la puesta en escena de los autos sacramentales o teatro de los Misterios. Así, siete personajes están habitualmente de pie alrededor del cadáver de Cristo extendido sobre una mortaja: la Virgen, San Juan, la Magdalena, dos Santas Mujeres -la tradición popular unió a las tres últimas- y, finalmente, José de Arimatea y Nicodemo, quienes ofician de sepultureros.

Las Marías aparecen en el Evangelio de San Mateo (27, 55-56). En esos versículos se narra cómo varias mujeres habían seguido al Maestro desde Galilea. Allí se citan, entre otras, a la Magdalena, a la madre de Santiago el Menor y de José (María de Cleofás), y a la madre de los hijos de Zebedeo (María Salomé).

 

 

 

EL CASO DE SANTA CRUZ DE LA PALMA (I)

Es precisamente este catálogo de santos personajes el que se pretende completar este año 2011 en la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, una de las más bellas y elegantes del Archipiélago Canario. En esta preciosa ciudad, las procesiones se suceden de forma cronológica ante el espectador, siempre siguiendo escrupulosamente la narración de las Sagradas Escrituras.

El rescate del paso procesional de las Santas Mujeres no es una idea reciente. En Julio o Agosto de 2006, surgió la iniciativa entre un grupo de personas de completar el paso de las Tres Marías para la procesión del Santo Entierro, al igual que ocurría en la década de los 40 del siglo pasado. Esto coincidía con la opinión de Pérez Morera, quien informaba de que antiguamente salían en dicha procesión las tres imágenes. Efectivamente, éstas figuraron en la procesión del Santo Entierro de Santa Cruz de La Palma durante varias décadas de los siglos XVII y XVIII. El mismo investigador recuerda que, en el alegato que hizo el 13 de Agosto de 1740, Catalina de Sotomayor Vandale -coheredera de Lucas de Sotomayor y, por lo tanto, una de las obligadas a sufragar los gastos de la procesión del Santo Entierro- consta: "y lo que más (hablando de gastos) es la reformazión de túnicas para las ynsignias, vistuario de las Marías, de la Virgen, palios y otras capas...".

Efectivamente, entre 1942 y 1945, unos miembros de la Hermandad del Rosario intentan incorporar dichas imágenes para la procesión solemne del Santo Entierro. Incluso, según afirman diferentes fuentes orales, alguna de las santas mujeres llegó a salir a la calle en la tarde de Viernes Santo en ese siglo. La idea de conformar un paso con la Magdalena labrada por Fernando Estévez del Sacramento (actualmente en la Parroquia de San Francisco de Asís), la bella imagen cubana de Santa Catalina de Siena y otra no concretada, sólo quedó en una buena intención. Se cuenta cómo sólo en una edición, el mencionado y delicado candelero procedente de La Habana, titular del extinto convento dominico de Santa Catalina de Siena, había desfilado en la Magna Procesión en unas andas individuales. Había sido sobrevestida con ropajes acondicionados que eran propiedad de la Virgen del Rosario (de la iglesia de Santo Domingo). Otra fuente anónima consultada, en cambio, sólo menciona que fue revestida con “atuendos a la manera hebrea”. Se le colocó entre sus manos una magnífica corona de espinas, presumiblemente la perteneciente a la imagen de Jesús Nazareno. Tras una necesaria restauración en el taller de Domingo Cabrera, la imagen de la santa se venera actualmente en dicho templo.

Poggio Capote también precisaba que "la plasmación definitiva de este paso de misterio hubiese permitido a la procesión del Entierro ganar en vistosidad y recuperar la presencia de estas tradicionales efigies, cuya asistencia al entierro palmero se documenta desde el siglo XVII".

El escultor e imaginero palmero Domingo Cabrera Benítez dibujó una recreación de la antigua procesión del Santo Entierro de acuerdo con los datos expuestos. El orden de las andas -porteadas a hombros por cuatro cofrades encapuchados cada una- era el siguiente: San Juan, Santa María Cleofás, Santa María Salomé, Santa María Magdalena, San José de Arimatea, Nicodemo, Cristo Difunto y Virgen de la Soledad.

 

 

 

EL CASO DE SANTA CRUZ DE LA PALMA (II)

En la antigua Iglesia de Santo Domingo de Santa Cruz de La Palma había "unos bustos muy antiguos de dolor". Ninguna de esas efigies se hallaba ya en el extinto convento dominico. Es probable que se tratase de la Virgen de la Soledad y la Magdalena del Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves, el busto de un Cristo Yacente guardado en el Pre-Museo Insular de Arte Sacro -también en Las Nieves-, y otro que tenía en su taller de signado en la "Calle Trasera". Si esto fuese así, sería todo un descubrimiento, pues, posiblemente, se trate de algunas de las antiquísimas tallas de la procesión del Santo Entierro.

Algunos cofrades tenían ambiciosos proyectos para la Hermandad del Santo Sepulcro. Entre los planes se encontraban: la renovación de las andas del Señor Muertito, una nueva imagen de la Dolorosa... También se planteó la propuesta de sacar de nuevo las Tres Marías a la calle agrupadas en unas únicas andas.

En la Semana Santa de 2007, se recuperó un busto cedido por Leopold Prats, sobrino del desaparecido Fernández García, a cuya colección pertenecía. En opinión de Domingo Cabrera, era probablemente del círculo de Domingo Carmona y Cordero (1702-1768). Este último prestigioso artista palmense esculpió, por ejemplo, la sobrecogedora imagen de Nuestra Señora de la Soledad (1733), venerada en la Parroquia de San Francisco, en la que se aprecian sus magníficas dotes artísticas; o la ya deteriorada y expresiva imagen de Santa Margarita de Cortona de la V.O.T. El busto tenía similares características: cuello cilíndrico, cara ovalada, acabado del cabello, ojos muy parecidos, etcétera. Poggio añadía que "esta similitud era muy importante dado que teníamos una imagen del antiguo Santo Entierro y atribuidas a uno de los mejores artífices de la isla del barroco".

El proceso de restauración, que consistió básicamente en la limpieza, desinsectación y restitución de la policromía, se debe al mencionado Domingo Cabrera (Santa Cruz de La Palma, 1971), también técnico de restauración. Este artista es igualmente el autor de las manos en madera de cedro. Poggio nos recuerda que el candelero "corrió a cargo del carpintero Javier Díaz Henríquez (Santa Cruz de La Palma, 1942)". La efigie, de expresión serena y situada en el centro, representa a María Salomé.

Más tarde apareció otro "busto de dolor", propiedad de los herederos de Argelio Pérez Algarrada (1906-1983), cuya colección de arte antiguo era muy celebrada. Según Domingo Cabrera, esta pieza, casi desmayada y con la mirada elevada, es también muy antigua y guarda similitudes con la obra del palmero Marcelo Gómez Rodríguez de Carmona (1713-1791), escultor y cirujano, autor del Cristo de las Siete Palabras de la Parroquia de El Salvador. Al igual que ocurriera con la pieza anterior, la restauración y el tallado de unas nuevas manos se deben a Domingo Cabrera. Se le ha asignado el papel de María de Cleofás o Clopás.

Cabrera llevó a cabo la restauración de estas dos tallas y ha ejecutado una nueva Santa María Magdalena como tercera María, "ante la imposibilidad de recuperar ninguna otra obra original de las que integraban la citada escena". Es su primera obra ejecutada para la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, a pesar de que es creador de otras obras de pequeño formato. Sobre ella Poggio nos informa que "sigue el estilo habitual de Cabrera, que se inspira en la estela de Domingo Carmona: a su neoclasicismo formal contribuye la dotación de una actitud serena ante la muerte, que huye de la estridencia de la imaginería barroca".

Por su parte, Juan Luis Curbelo (Fuencaliente, 1945), colaborador altruista con la Cofradía del Santo Sepulcro, se ha encargado de los ropajes, aderezos de las figuras... Su inspiración ha sido las Dolorosas de las Islas Canarias, eligiendo galones en seda y paños en diferentes combinaciones cromáticas para cada imagen.

 

 

 

EL CASO DE SANTA CRUZ DE LA PALMA (III)

Las andas procesionales para este nuevo paso fueron confeccionadas por el prestigioso ebanista palmero Pedro Daranas Alcaine (Santa Cruz de La Palma, 1939). Después de muchos meses de arduo trabajo -además, totalmente altruista-, tanto este gran profesional como sus seis ayudantes (Jaime Dorca, David Hernández, Antonio Hernández, Enrique Pérez, Francisco Martín y Antonio Pérez) y miembros de la Confraternidad del Santo Sepulcro, se ha podido materializar el anhelado sueño de contar con unas nuevas parihuelas. El 31 de Diciembre de 2010 se inicia el calado de las andas y unos días antes la adquisición de madera.

El traslado de las andas desde una de las dependencias conventuales del extinto cenobio de Santo Domingo de Guzmán -donde se han confeccionado- tuvo lugar la noche del 9 de Abril de 2011. Previamente se pesaron en una báscula con ayuda de unas poleas: 245 kilos. Después de que se llevasen a hombros por ocho cofrades desde allí hasta El Salvador a través de la puerta principal de este templo, llegaron los tres candeleros de las Marías desde el vecino taller de Domingo Cabrera. En el interior del templo aguardaba el anticuario Juan Luis Curbelo para sobrevestirlas a puerta cerrada. A medianoche, el magnífico conjunto era ya una realidad.

Por último, quedaba pendiente conocer el lugar exacto donde irían ubicadas todas estas imágenes. Hay que tener en cuenta que la Cofradía del Santo Sepulcro también quería recuperar una Virgen de la Soledad, una imagen de San Juan Evangelista y los dos Santos Varones (los actuales del Cura Díaz pero como titulares de la cofradía). Lo más acertado sería custodiarlas y ponerlas al culto en el antiguo recinto de la Capilla del Capítulo o Sala Capitular, espacio donde los dominicos recibían cristiana sepultura y lugar más sagrado del cenobio tras el templo. Pérez Morera recoge en su artículo sobre esta sala una crónica de la orden dominica donde se decía que podía preciarse de ser "el mejor Capítulo que tienen las islas, muy aseado en esculturía y dorado, con una capilla rica que es entierro de la casa de Sotomayor Topete, primeros bienhechores del convento".

Con el tiempo -quizás con la ayuda de los descendientes de la familia Sotomayor-, esta capilla -panteón funerario de la familia dominica- se podría restaurar para darle el carácter y la finalidad que tuvo en origen; es decir, la Capilla del Entierro de Cristo. De su pasado de esplendor aún se aprecia la magnífica cubierta mudéjar, pintada y sobredorada, ornada con grandes hojas de acanto talladas. Esta techumbre -en palabras de Pérez Morera- podría ser obra de Juan Lorenzo García (1649-1738), autor también de los retablos de la capilla de la Media Naranja (1702) y de la capilla mayor (1703). Otro digno lugar para la colocación de las Santas Mujeres podría ser la Capilla del Cristo de la Portería, junto a la entrada del actual IES Alonso Pérez Díaz.

La Cofradía del Santo Sepulcro envió una invitación fechada el 22 de Marzo de 2011 en la que: "tiene el honor de invitarle a la bendición y presentación del nuevo paso procesional de las Tres Marías, una tradición recuperada del siglo XVII perteneciente a la antigua Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, que se celebrará (D.M.) el día 12 de abril a las 19:30 horas en la Parroquia Matriz de El Salvador". El sueño se hizo realidad.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

PÉREZ MORERA, Jesús. "El Santo Entierro de Cristo y el Convento Dominico de San Miguel de La Palma (siglos XVII-XVIII)", artículo publicado en Consummatum Est, La Palma, 2007.

POGGIO CAPOTE, Manuel; MARTÍN DÍAZ, Andrés; RODRÍGUEZ ESCUDERO, José Guillermo. "La Cofradía del Santo Sepulcro (1957-2007)", artículo publicado en Consummatum Est, La Palma, 2007.

POGGIO CAPOTE, Manuel. "El Santo Entierro durante el Siglo XX", artículo publicado en Consummatum Est, La Palma, 2007.

- Ídem. "Las Tres Marías: Una Tradición Recuperada", artículo publicado en Programa Oficial de la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, 2011.

RÉAU, Louis. Iconografía del Arte Cristiano, Barcelona, 1997.

 

 
 
 
 
 
 
Nuevas andas procesionales para el grupo labradas en el taller del ebanista palmero Pedro Daranas Alcaine (2011).

 

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