UNA POSIBLE OBRA DE PEDRO DE HEREDIA EN CARTAGENA DE INDIAS

Jesús Andrés Aponte Pareja


 

 

De las primeras obras artísticas traídas por los conquistadores españoles a las Indias en la primera mitad del Quinientos es muy poco o nada lo que se conoce, debiendo por lo tanto conformarnos con las también escasas noticias que advierten de envíos en esos primeros años de conquista y fundación de los nuevos centros poblados. De aquellos años difíciles e inestables se conoce el documento que da cuenta del Crucificado que el escultor sevillano Pedro de Heredia remite a la catedral de Cartagena de indias en 1538 (1).

El puerto caribeño, fundado en 1533 -curiosamente, por el conquistador español Pedro de Heredia, homónimo del escultor, debido al hallazgo en sus cercanías de riquísimas tumbas indígenas, a las bondades de su puerto natural y a la relativa cercanía al Río Magdalena-, pronto se convertiría en el principal puerto de entrada al subcontinente latinoamericano, siendo escogido como punto de llegada de la llamada flota de tierra firme, lo que le permitió mantener un estrecho contacto comercial y humano con el puerto del Guadalquivir.

El escultor Pedro de Heredia, de probable origen sevillano, nace antes de 1520, debiendo su formación artística al escultor francés Diego Guillen Ferrant, cuya obra se circunscribe en la tradicional estética gótico-flamenca de la escultura practicada en Sevilla por aquella época (2).

Gracias a los numerosos documentos contractuales sabemos que Pedro de Heredia fue un escultor muy solicitado en su tiempo. Lamentablemente, poco de su trabajo se ha conservado en España, por lo que siempre se ha mantenido a la sombra de escultores contemporáneos suyos. Se conoce su participación en la magna obra del retablo de la Catedral de Sevilla, portentosa estructura iniciada en 1482 por el flamenco Pedro Dancart, considerado el mayor retablo de la cristiandad cuya realización se prolongo por espacio de casi un siglo, siendo terminado en 1564, contando a lo largo de su realización con la participación de los mejores escultores que trabajaron en la ciudad, por lo que es posible advertir en su factura la huella de diversos estilos y corrientes artísticas (3). El retablo catedralicio está conformado casi en su totalidad por paneles de relieves tallados con escenas del Viejo y el Nuevo Testamento; dos de las cuales, la Multiplicación de los Panes y los Peces y la Transfiguración de Jesús, se hallan atribuidos a Pedro de Heredia (4). Se conoce con seguridad de su mano las imágenes de San Miguel y San Jorge, localizadas en los pilares del mismo retablo, siendo tal vez las únicas posibles muestras documentadas de su obra que se conservan (5).

No hemos encontrado en la Catedral de Cartagena de Indias, una estructura que aún conserva mucho de su tipología renacentista, un Crucificado que concuerde con el enviado por el español Pedro de Heredia a dicha ciudad colombiana. El único que existe en el templo metropolitano cartagenero es de estética muy posterior, fechable a finales del siglo XVII o principios del XVIII. Es muy probable que esta escultura se halla perdido durante alguno de los muchos eventos catastróficos que ha experimentado la Catedral de Cartagena de Indias en toda su historia, caso del bombardeo por parte del pirata Francis Drake, las destrucciones producidas por huracanes, y la peor de todas: las nunca bien lloradas reformas acometidas por el obispo Brioschi, quien llegara de Italia en las postrimerías del siglo XVIII con aires reformistas y en las cuales gran parte de los ornamentos coloniales del templo catedralicio sucumbieron en el fuego de la cocina del palacio arzobispal o, en el mejor de los casos, fueron dispersados en otros templos de la ciudad.

 

 

No obstante, en la iglesia del San Roque del barrio de Getsemaní de Cartagena de Indias, hemos observado un Crucificado que, por sus características morfológicas, remite a la estética nórdica de la primera mitad del siglo XVI en la que debió transcurrir el arte del escultor sevillano. La iglesia de San Roque es un pequeño templo construido en el segundo tercio del siglo XVII, por lo que la imagen del Crucificado, de clara ascendencia de la primera mitad del siglo XVI, debió llegar allí por trasiego desde otra iglesia de la ciudad.

Dicho Crucificado, representado muerto, de tamaño ligeramente inferior al natural, se encuentra colgado del madero. Su anatomía está resuelta con blando modelado y cubierta por corto perizoma de simplificados pliegues que se anuda a su costado derecho dejando ver parte de la cadera. Su cabeza, que se inclina hacia el lado derecho, cae apoyada sobre su pecho y muestra en su rostro la serenidad propia del arte escultórico sevillano.

No hay documentación que nos permita afirmar que esta obra fuese la remitida por Pedro de Heredia desde Sevilla, pero observando su cabeza, los detalles anatómicos y el paño de pureza, encontramos suficientes grafismos similares para poder relacionarla; si no con el propio escultor, sí con su entorno artístico.

En efecto, observando los paneles que se le atribuyen en el retablo mayor de la Catedral hispalense, notamos un extraordinario parecido entre la cabeza del Crucificado de Cartagena de Indias y las de las figuras de Jesús presentes en los dos relieves que se le atribuyen; pero sobre todo en la Transfiguración, advirtiendo una muy similar ejecución en la forma de modelar el cabello, -pegado al cráneo y compuesto de finas hebras-, forma de la cara, composición de la barba y detalles de las facciones del rostro, resultándonos de igual modo familiar la resolución de los pliegues del escueto sudario con los de las vestiduras de los personajes de los relieves.

Lamentablemente, como hemos anotado, no se conocen otras obras de lo que debió ser el extenso legado de Pedro de Heredia con las que podamos establecer paralelismos, debiendo por el momento conformarnos con lo que existe, que, en todo caso, le es solo atribuido por parte de la crítica especializada, mereciendo la interesante imagen cartagenera un profundo análisis que arroje más luces sobre su segura filiación.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) TORRE RAVELLO, J. "Obras de arte enviadas al Nuevo Mundo en los siglos XVI y XVII", publicado en Anales del Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, Buenos Aires, 1948, pp. 87-90; DUQUE GOMEZ, L. Colombia: Monumentos Históricos y Arqueológicos, Bogotá, 2005, pp. 186-191; GILA MEDINA, Lázaro y HERRERA GARCÍA, Francisco. "Escultores y esculturas en el Reino de la Nueva Granada (Colombia)", publicado en La Escultura del Primer Naturalismo en Andalucía e Hispanoamérica (1580-1625), Madrid, Editorial Arco/Libros, 2010, p. 509.

(2) ARAUJO GÓMEZ, F. Historia de la Escultura en España desde Principios del Siglo XVI hasta Fines del XVIII y Causas de su Decadencia, Madrid, 1885, p. 112; MIRA CEBALLOS, E. "Una obra del escultor Pedro de Heredia para la Cofradía de la Concepción de San Juan de la Palma (1550)", publicado en Boletín de las Cofradías de Sevilla, ISSN 1137-2893, nº 431, 1995, pp. 35-39.

(3) GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, M. "El retablo mayor de la Catedral de Sevilla y sus artistas. Documentos para la Historia del Arte en Andalucía", volumen I de Documentos para la Historia del Arte en Andalucía, 1927, pp. 50-51; HERNÁNDEZ DIAZ, J. Imaginería Hispalense del Bajo Renacimiento, Sevilla, CSIC, 1951, p. 13; HERNÁNDEZ DIAZ, J. "Exegesis iconográfica y desarrollo artístico del gran retablo de la Catedral de Sevilla", publicado en Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, 1980, p. 7.

(4) ARAUJO GOMEZ. Op.Cit., p. 112.

(5) GIMÉNEZ FERNÁNDEZ. Op.Cit., p. 31.

 

 

Nota del autor: mi especial agradecimiento a Daniel Graffe por su colaboración en la realización de este artículo.

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com