DOS ESCULTURAS DE CORDOBA RELACIONADAS CON LA ESCUELA MADRILEÑA DEL BARROCO

José Gabriel Rabasco Aguilar (16/06/2024)


 

 
 
 
 
 
 

 

Bajo el epígrafe de "Casamenteros cordobeses", la cuenta de difusión Córdoba Olvidada, dedicada en la red social Instagram al patrimonio cordobés, se hace eco de varias esculturas barrocas, en madera tallada y policromada, sobre la popular iconografía de San Antonio de Padua que reciben culto en varios templos de la ciudad de Córdoba.

Nacido en Lisboa (1196) como Fernando Martim de Bulhões e Taveira Azevedo, el popularmente llamado Taumaturgo de Padua, por sus numerosos milagros, fue famoso también por sus predicaciones, lo que hizo que Pío XII lo elevara en 1946 a la categoría de Doctor de la Iglesia. San Antonio de Padua murió en 1231, en Padua (Italia), ciudad por cuyo nombre es universalmente conocido y en la que se conservan sus reliquias.

Volviendo a las piezas de Córdoba, destaca poderosamente la conservada en la clausura del Convento de San Rafael (Madres Capuchinas), de tamaño inferior al natural (50 cm de altura, aproximadamente), que guarda similitudes con los grafismos propios de la Escuela madrileña del Barroco (imagen superior), sobre todo con las imágenes de la misma temática realizadas por el célebre escultor e imaginero Alonso Villabrille y Ron (Argul, Asturias, hacia 1663 - Madrid, hacia 1732), caso de los ejemplares que poseen las iglesias de San Marcos y San Ginés, el Convento de la Concepción (Góngoras) y la Catedral Castrense, todos en Madrid (imágenes inferiores).

Gracias a la amabilidad de las religiosas, Córdoba Olvidada ha podido analizar la magnífica talla cordobesa. Rasgos como el tratamiento de los cabellos del Niño Jesús o los ojos almendrados del santo, tan practicados por los seguidores de Luis Salvador Carmona y el citado Villabrille, denotan la procedencia madrileña del santo.

 

 
     
     
 

 

Córdoba Olvidada también ha relacionado con la Escuela madrileña del Barroco otra escultura de pequeñas proporciones que representa a San Antonio de Padua (imágenes inferiores). En este caso, la obra recibe culto en la base del altar mayor de la céntrica ermita cordobesa de San Zoilo. Nuevamente hablamos de un simulacro que presenta notables semejanzas con los estilemas propios de la Escuela barroca madrileña del siglo XVIII.

De similares características, aunque mostrando unas maneras más toscas, la talla de Córdoba guarda parecido con el San José del Carmen de Extramuros en Valladolid, escultura asignable al foco madrileño, realizada en torno a 1740, que ha sido puesta en relación con el círculo de Luis Salvador Carmona. Este Glorioso Patriarca se encontraba anteriormente en la capilla de San Joaquín, Santa Ana y Nuestra Señora de la Mano, admirable recinto barroco, construido en 1739, del santuario vallisoletano del Carmen Extramuros. Hoy la imagen y su retablo (obra de Miguel de Irazusta) reciben culto en la primera capilla del lado de la epístola del templo.

Además de los citados parecidos morfológicos en cabellos y ojos, la imagen cordobesa de San Zoilo también comparte con la vallisoletana el esquema compositivo, pues en ambos casos los santos miran amorosamente a Jesús, que extiende sus manos correspondiendo a sus afectos. Este detalle se repite en la pieza de las capuchinas de Córdoba.

En sus representaciones artísticas, San Antonio de Padua suele mirar con amor al Divino Infante, al cual sostiene sobre el brazo izquierdo o entre ambas manos, o bien fijamente al espectador. Sus atributos son los lirios y un libro, símbolos de pureza y elocuencia, respectivamente. Viste el hábito franciscano y se halla representado como un joven esbelto y de extraordinaria belleza, lo que se debe a su juventud durante el ejercicio del apostolado y a su función de santo casamentero, cuyo atractivo incita a los solteros a encomendarse a él para pedirle pareja a su imagen y semejanza.

 


 

 

 
 
 
 
 
 

 

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