DOS TALLAS ESPAÑOLAS DE SAN SERVANDO Y SAN GERMÁN EN HOBOKEN (USA)

David Jesús de Domingo Parellada, José Luis Romero Torres y Jesús Abades (25/11/2023)


 

 

Fundado en 1870, el Stevens Institute of Technology es una universidad privada de investigación de primer nivel situada en la ciudad estadounidense de Hoboken (Houston, New Jersey), perteneciente al área metropolitana de Nueva York y a tan solo diez minutos del distrito de Manhattan; de hecho, por esa proximidad a Manhattan, viven en Hoboken miles de oficinistas que todos los días van a trabajar a la Gran Manzana.

Los programas académicos y de investigación del Stevens abarcan finanzas, informática, ingeniería, artes y otras disciplinas. La universidad se clasifica constantemente entre los líderes del país en servicios profesionales, y es famosa por sus avances científicos y el uso de la tecnología para enfrentar los desafíos globales más acuciantes.

La Sala Mary Stuart Stevens Baird de la universidad contiene una extensa colección de documentos, artefactos, pinturas, esculturas y otras piezas que narran la historia de los fundadores de la institución, la familia Stevens, desde el viaje de John Stevens (1681-1737) a América desde Inglaterra en 1699, hasta el de Edwin Augustus Stevens (1795-1868).

La sala recibe su nombre en memoria de Mary Stuart Stevens, abuela de Edwin, quien junto con el coronel Basil Stevens, Helen Ward Stevens, Emily Curtis Stevens Tully y otros descendientes de John Stevens, donaron gran parte del patrimonio que se exhibe en ella y en otros lugares del Stevens, caso de la biblioteca.

La primera mansión de la familia, la Villa Stevens, se construyó en 1784 sobre el promontorio de Castle Point, con vistas al río Hudson y al floreciente horizonte de Manhattan. A principios de la década de 1850, la villa y gran parte de sus propiedades fueron destruidas por un incendio. Poco después, el hijo del coronel Stevens, Robert, construyó una nueva propiedad llamada Castle Stevens, un lujoso edificio de estilo italiano compuesto por tres pisos y 40 habitaciones, que fue diseñado por Thomas R. Jackson y terminado en 1854. La belleza arquitectónica del inmueble, con elementos como la balconada del segundo piso o la vidriera Tiffany de la cúpula, fue todo un referente para la opulencia arquitectónica de la Gilded Age, en el periodo de 1870-1900 coincidente con un gran crecimiento económico de Estados Unidos, que sobrepasó al Reino Unido en industrialización y expandió su economía al ferrocarril o la minería de carbón.

A lo largo de los años, Castle Stevens acogió a varios invitados, incluidos políticos estadounidenses, dignatarios extranjeros, magnates de la industria, inventores, científicos y numerosas celebridades y artistas de la época. Gran parte de los muebles coloniales, la cristalería de Bohemia, la platería antigua, los lienzos, las estatuas y otros objetos de interés que se exhiben en la Sala Mary Stuart Stevens provienen de Castle Stevens.

En 1911, Edwin A. Stevens Jr. legó Castle Stevens y 22 acres adicionales de la propiedad al Stevens Institute of Technology. Durante las siguientes cuatro décadas, la mansión fue el centro de la vida del campus y sirvió como puente entre el legado de la familia Stevens y los logros de los muchos ex alumnos que cruzaron sus puertas.

En 1959, ante las crecientes demandas de renovación del Stevens y las peticiones de un edificio administrativo de última generación, Castle Stevens fue finalmente derribado y sustituido por el Centro Wesley J. Howe, de 14 pisos. Actualmente, los Archives & Special Collections de la Biblioteca Samuel C. Williams son los encargados de adquirir, preservar y brindar acceso a todo el material y patrimonio relacionados con los Stevens, la historia de la institución y otros fondos o colecciones notables que posee, caso de la colección de Frederick Winslow Taylor, los documentos de la familia Stevens, la colección de Alexander Calder y la colección John W. Lieb en torno a Leonardo da Vinci.

 

 

La familia Stevens de Hoboken fue una gran familia de ingenieros e inventores de Estados Unidos. El coronel John Stevens III (1749-1838), nieto de John Stevens, fue uno de los más grandes ingenieros y arquitectos navales de los siglos XVIII y XIX, además de tesorero de Nueva Jersey durante el periodo de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. Considerado el padre de los ferrocarriles estadounidenses, fue uno de los primeros defensores de los ferrocarriles propulsados por vapor para mejorar la calidad y rapidez del transporte.

Lo que es actualmente la ciudad de Hoboken tuvo sus orígenes en un terreno ganado por John Stevens, quien abonó 90.000 dólares en una subasta celebrada en 1784. El coronel y su esposa Rachel tuvieron trece hijos; uno de ellos, el mencionado Edwin Augustus Stevens, fue el fundador de la universidad, ya que cuando falleció en 1868, en París, dejó en su testamento un legado para fundar una "institución de aprendizaje" que sentó las bases para el Stevens Institute of Technology, anclando firmemente el legado de la familia Stevens en Hoboken. Conviene señalar que fue la esposa de Edwin, Martha Bayard Stevens, quien con la fortuna testada por su marido puso en marcha la universidad.

La Stevens Family Collection consta de manuscritos, folletos, correspondencia, material efímero, artículos y fotografías que documentan a la familia Stevens de Hoboken. Además, la colección posee muchos muebles y obras de arte que alguna vez pertenecieron a la familia Stevens. Parte de este patrimonio se encuentra en exhibición permanente en la citada sala Mary Stuart Stevens Baird, ubicada en el primer piso de la Biblioteca Samuel C. Williams.

Entre las piezas artísticas de la sala, destaca poderosamente una pareja de esculturas, talladas en madera y policromadas, respecto a las que se pensaba que pudieran tratarse de ángeles -sobre todo por el corte que presenta una de ellas en el dorso-, pero que en realidad representan a San Servando y San Germán, los hermanos mártires que, según la tradición, nacieron en Mérida (Badajoz) y fueron cruelmente atormentados y degollados por la firma defensa que hicieron de su fe cristiana en la finca Ursoniana, hoy conocida como Cerro de los Mártires, en San Fernando (Cádiz).

No deja de resultar curioso encontrar esta iconografía en el ajuar de una familia protestante, si bien su uso -no sabemos por cuanto tiempo- dejó de ser devocional y ahora es decorativo, habiendo sido cambiadas las cruces que sujetan en sus manos alzadas por unas lámparas eléctricas en forma de velas. El hecho de que pudieran haber sido confundidas con ángeles podría explicar el hecho de que, en algún momento, pudieran haber tenido un fin litúrgico para los Stevens.

 

 

Según el historiador José Luis Romero Torres, las imágenes fueron realizadas por un escultor activo en Cádiz en las últimas décadas del siglo XVII o primera mitad del XVIII, no descartándose que su autor pudiera haber sido uno de los numerosos imagineros genoveses que trabajaron en la ciudad andaluza.

Las directrices de Trento profundizaron en la tradicional función intercesora de los santos, de manera que su devoción se convierte en un rasgo de reafirmación de la iglesia romana frente a la luterana, siendo la hagiografía y el culto a María, expresión de una sensibilidad devota basada en la exhibición pública, el culto comunitario y el exorno envolvente que interacciona con el fiel por vías emotivas y sensibilistas. Esto ocurría frente a la estrategia anicónica, individualista e intelectualizada, basada en la palabra, de las iglesias reformadoras.

A este movimiento cultural de la contrarreforma, se une, en este caso, las guerras de religión en Europa, y el poderío militar que adquiere la corona española con la anexión del reino de Portugal, lo que provocó enfrentamientos militares con Inglaterra. La ciudad de Cádiz, de la que Servando y Germán son santos patronos, sufre asedios y asaltos ingleses por mar, con flotas reforzadas con su aliada protestante Holanda. Así hubo asaltos a finales del siglo XVI incluso en el XVII (de manos de Francis Drake, en 1587, o del conde de Essex en 1596, o el sí fallido ataque de 1625) que justifican estas devociones protectoras en una ciudad como Cádiz abierta al mar.

A partir de ese momento, fue numerosa la producción de imágenes de los hermanos mártires, siendo las más destacadas las realizadas por la escultora Luisa Ignacia Roldán en 1687 para el cabildo de la catedral gaditana, adquiriendo estas imágenes de "La Roldana" un verdadero carácter icónico de los santos patronos en Cádiz. Su diseño correspondió a Pedro Roldán, padre de la artista, quien los ideó como militares dada su presunta condición de legionarios de Roma. La policromía actual es del XVIII y corresponde a Francesco Maria Mortola.

Quizás por ello, cuando se tallan las figuras que ahora se conservan en Hoboken, se toma como referencia figurativa las esculturas de Luisa Roldán. Por sus características, son obras ahuecadas y probablemente de retablo, al no tener labradas la parte posterior. Presentan repintes, sobre todo en las encarnaduras, así como señales de xilófagos en el soporte.

La historia de estos santos mártires y su devoción se construyó en base a testimonios literarios, fuentes antiguas, martirologios y breviarios que entremezclaban lo legendario con lo histórico. Ello dio lugar a unos atributos que, en el caso de las piezas del Stevens, se han perdido: las palmas del martirio y los grilletes que encadenaban sus piernas, además de los nimbos que, posiblemente, llevarían como preseas.

 


 

 

Fotos: David de Domingo

 

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