ORÍGENES DE LA FERIA DE ABRIL
Alberto Moreno Navarro
Los antecedentes de la Feria de Sevilla los encontramos en la creación de una feria semanal en tiempos del rey Fernando III, tras la conquista de la ciudad.
En 1292, Alfonso X concede dos ferias a la ciudad, una Quincuagésima y otra por las fiestas de San Miguel. Pero la Feria de Abril nace realmente en 1847 por razones y circunstancias económico-sociales.
La propuesta para su constitución parte de dos concejales del Ayuntamiento de la ciudad, Don José María Ybarra y Don Narciso Bonaplata, que piden en un pleno municipal se gestione ante el poder central el permiso para celebrar la feria agrícola-ganadera anual en nuestra ciudad.
La propuesta elevada por el Ayuntamiento tiene que salvar no sólo dificultades de índole administrativo, sino también la oposición de los que pensaban que la feria de Sevilla podía afectar negativamente a otras, también agrícola-ganaderas, que se celebraban ya con anterioridad en las mismas fechas, tal y como la feria de Mairena del Alcor y la de Carmona.
Finalmente, la reina Isabel II concede la feria solicitada por Real Orden de fecha cinco de Marzo del aņo 1847.
La primera Feria de Abril se celebra el año mismo de su concesión, el 18 de abril de 1847. El lugar elegido para ello es el ejido del Prado de San Sebastián en las afueras de la ciudad. La feria en su comienzo carece de sentido festivo y sólo lo es de carácter agrícola-ganadero. Al año siguiente se instalan ya tres casetas, la de los Duques de Montpensier, la del Ayuntamiento y la del Casino Sevilla.
Aņo tras aņo, la feria va adquiriendo la imagen y el carácter entre campero y urbano, donde se manifestarán las tradiciones folklóricas y culturales de la ciudad de Sevilla. El carácter festivo va poco a poco ganando terreno, y en 1850 ya se separa lo que era mercado de ganado de lo que era motivo festivo de la Feria.
Gustavo Adolfo Bécquer ofrecía la siguiente visión de la Feria allá por 1869, "El panorama que ofrece el Real de la Feria desde la Puerta de San Fernando es imposible describirlo con palabras y apenas el lápiz lo podría reproducir en conjunto. Hay una riqueza de tal luz, de color y de líneas, acompañadas de un movimiento y un ruido tan grande que fascina y aturde. Figuraos a través de la saga de oro que finge el polvo, su llanura tendida y verde como esmeralda; el cielo azul y brillante, el aire como inflado por los rayos de un sol de fuego que todo lo rodea, lo colora y lo incendia".
En los años veinte la Feria de Abril alcanza su apogeo, se convierte en una "ciudad provisional", con calles bien trazadas y casetas alineadas con ellas. Las calles forman un damero de vías paralelas y perpendiculares entre sí. En las manzanas definidas por las calles se montan las casetas, que son sin duda un elemento básico de la feria.
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