LA VISIÓN DE SANTA TERESA DE GREGORIO FERNÁNDEZ EN ÁVILA
P. Juan Dobado Fernández (O.C.D.)
Grupo original de Gregorio Fernández (izquierda) y su copia en el Museo de Santa Teresa (derecha) |
Podemos admirar en el Museo de la Santa de Ávila una copia del conjunto Santa Teresa Arrodillada ante Cristo Atado a la Columna tal y como lo concibió el escultor Gregorio Fernández (Sarria, Lugo, 1576 - Valladolid, 1636), ya que las dos imágenes del grupo original se encuentran actualmente en capillas separadas: la de Santa Teresa en su Capilla Natal y el Cristo en la primera del lado de la Epístola del templo carmelitano. El viajero Antonio Ponz decía de estas dos obras: "Me agradó sobre todo una estatua de Nuestro Señor atado a la columna, en una capilla junto al crucero, al lado de la epístola, obra de Gregorio Fernández, de cuya mano se estima también la estatua de Santa Teresa, en su capilla". Este grupo escultórico, también conocido como La Aparición de Nuestro Señor Atado a la Columna a Santa Teresa y La Visión de Santa Teresa de Cristo Atado a la Columna, responde a un encargo muy particular de la comunidad de Carmelitas Descalzos, que quiso representar para la Casa Madre de la Orden un momento muy especial de la experiencia mística de la gran Santa Fundadora del Carmelo Descalzo. Los frailes descalzos se dirigen a Gregorio Fernández hacia el año 1632, cuando el insigne artista, principal artífice de la escuela castellana de imaginería, se encuentra en los últimos años de su vida; por lo tanto, en plena madurez y con la salud debilitada, por lo que el conjunto presenta cotas de altísima calidad en la talla del Cristo Atado a la Columna, totalmente de su mano, obra personalísima, mientras que Santa Teresa de Jesús puede tener participación de su taller unida a la del maestro, ya que es también de gran valía. Para Martín González el grupo que se conserva en la Iglesia de los Carmelitas de Ávila, sobre el solar tradicional de la casa natal de la santa: "El Cristo es obra maestra de la última época de Gregorio Fernández, con excepcional modelado del cuerpo de curiosidades blandas y canon muy esbelto. Toda la tragedia, como es habitual en el escultor, se refugia en la cabeza, de tremendo dramatismo. La imagen de la santa, arrodillada a sus pies, hoy se venera separada del grupo y preside el retablo de la habitación de su nacimiento. De factura más seca que el Cristo, original de Fernández, se debe posiblemente a un discípulo o colaborador". |
Cristo del grupo abulense de Gregorio Fernández |
La relación de Santa Teresa de Jesús con esta escena es muy conocida, comenzando con el momento de su conversión en la Cuaresma del año 1554 ante una imagen de Cristo muy llagado: "Pues ya andaba cansada mi alma y -aunque quería- no la dejaban descansar las ruines costumbres que tenía. Acaecióme que, entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros" (Vida 9, 1). Gregorio Fernández ha querido plasmar este encuentro, que tuvo lugar en la portería de la Encarnación de Ávila, de manera muy real. Santa Teresa queda sorprendida, extasiada y asombrada ante el encuentro con Cristo, que aparece ante ella muy lacerado y deshecho, como un auténtico Varón de Dolores. La hechura cristífera es una obra maestra del barroco español: boca entreabierta; mirada dirigida hacia el Padre; tensión de ambas manos, en especial la derecha; llagas en la espalda; sangre recorriendo su cuerpo... La posición de la santa es fiel complemento de la escena, escena que ella recomienda meditar en la oración: "Pues tornando a lo que decía, de pensar a Cristo a la columna, es bueno discurrir un rato y pensar las penas que allí tuvo, y por qué las tuvo, y quién es el que las tuvo, y el amor con que las pasó" (Vida 13, 13). Nos resulta más fácil comprender este conjunto escultórico desde la experiencia cristológica de Santa Teresa de Jesús, tan acostumbrada a la meditación de la Humanidad de Cristo, que nos recomienda situarnos en la escena como si fuésemos testigos de la Flagelación de Cristo. Tampoco es difícil trasladarnos a la Ermita del Convento de San José de Ávila, su primera fundación, para imaginarnos a la santa ante el llamado "Cristo de los Lindos Ojos", Atado a la Columna, y sus largas horas de contemplación ante aquella pintura. |
Cristo del Convento de Santa Teresa de Valladolid |
Conocemos la primera vez que Gregorio Fernández trata este tema, concretamente en el banco del retablo de la Capilla de los Vargas, en la Parroquia de San Vicente Mártir de Braojos de la Sierra (Madrid). Es un relieve con esta misma escena de Santa Teresa ante Cristo a la Columna, que sabemos se le encarga en el año 1628 al escultor -junto con las esculturas de San Miguel y San Francisco y los relieves de la Asunción y la Imposición de la Casulla a San Ildefonso-, pero en 1632 está policromándose -la policromía corrió a cargo de Pedro Fuertes-, el mismo año en que se contrata el grupo escultórico que nos ocupa. Sin embargo, el tema del Cristo a la Columna fue encargado por la Orden en más ocasiones, como la bellísima imagen de las Carmelitas Descalzas de Calahorra (La Rioja) o la pequeña joya de las Madres (Convento de Santa Teresa) de Valladolid. No podemos olvidar, por otro lado, la única imagen que se conserva del Paso de la Flagelación de la cofradía vallisoletana con sede en la Iglesia Penitencial de la Vera Cruz. Fue Gregorio Fernández un hombre de profundas convicciones religiosas, muy vinculado a la Orden del Carmelo. Sigue recordándose como una tradición en la Casa de la Santa de Ávila que el escultor se preparó debidamente para tallar estas obras, haciendo ejercicios espirituales durante una semana antes de tallar el Cristo, tal vez leyendo las obras de Santa Teresa de Jesús. Sin duda alguna, sólo desde la oración es capaz de tallarse una obra así, repleta de tanta unción espiritual. Ha sido un acierto que la comunidad haya encargado una copia del conjunto destinada al Museo de Santa Teresa para que podamos ver cómo se concibió esta escena y poder experimentar, de la mano de la santa abulense, lo que significa la oración desde la humanidad de Cristo. Fruto de esta huella en el arte del Carmelo Descalzo es el encargo que la comunidad de las Madres de San José hacen a Alonso Cano de un soberbio lienzo que conservan en su sencillo museo, así como la pequeña talla de Gregorio Fernández obsequiada a la comunidad de descalzas de Valladolid. |
Cristo Atado a la Columna de Alonso Cano |
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