EL ECCE HOMO DE LA PARROQUIA DE NUESTRA
SEÑORA
DE LA ANUNCIACIÓN DE FIÑANA (ALMERÍA)
Jesús Abades y Sergio Cabaco (18/04/2007)
El gran desarrollo del tema del Ecce Homo alcanzado en la escuela granadina y, por extensión, en la escultura sacra del barroco andaluz, especialmente en la zona oriental, tiene su origen en las creaciones realizadas a finales del siglo XVI y principios del XVII por los hermanos Miguel y Jerónimo García, canónigos de la Colegiata del Salvador de Granada y considerados por algunos expertos como los artífices por excelencia de la iconografía (1), tanto por las repetidas interpretaciones que llevaron a cabo de la misma, como por la perfección alcanzada en la mayoría de ellas, caso de la que se venera en la Cartuja de Granada.
Las obras de los García, realizadas en barro policromado, se caracterizan por su carácter popular e intimista, más cercano a la piedad conventual o al culto privado que a los grandes templos, así como por la minuciosidad de su modelado y policromía, demostrando especial deleite a la hora de recrear los rizos que brotan entre la corona de espinas, las tintas violáceas de los labios o la transparencia verdosa de una vena. Todo ello influiría en el arte de artífices tan dispares como Pedro de Mena o Juan Martínez Montañés, cuyo aprendizaje tuvo lugar en Granada (2), con la consiguiente repercusión en la imaginería andaluza de los siglos posteriores.
El tema del Ecce Homo volvería a ser muy cultivado en el último cuarto del siglo XVII por José de Mora, quien comparte con los García su preferencia por las esculturas de busto, aunque en este caso opta por la madera policromada como material y por una impronta, si cabe, más introspectiva y resignada que la de los clérigos escultores. Un buen ejemplo de ello lo encontramos en piezas como el Ecce Homo del convento granadino de Santa Isabel, respecto al cual afirma Calvo Castellón lo siguiente: "Las dos tallas de José de Mora viven en el claustro de sus urnas todo el dolor atemperado que arraiga en la más honda intimidad, la resignación infinita del que asume conscientemente lo ineludible, la soledad paciente y callada. Parecen pensadas para la paz y soledad de la clausura o para presidir el gabinete recogido y apartado de un caserón, ámbito quizá de oración o de refugio. Son la esencia misma de la religiosidad y el misticismo que animó la vida y la obra del artista que les dio vida" (3).
Muy influenciado por la estética de Mora, aunque presenta detalles expresivos más propios de los García, se halla un interesante y poco conocido busto de Ecce Homo que se guarda en la sacristía de la Parroquia de Nuestra Señora de la Anunciación, de la villa de Fiñana (Almería). Se trata, sin duda alguna, de una de las esculturas sacras más notables que subsisten en la provincia almeriense tras el grave expolio acaecido en la Guerra Civil. La talla de Cristo se encuentra cortada a la altura del pecho, posee ojos de cristal -uno de ellos se ha desprendido y es visible en el interior de la mascarilla-, corona de espinas labrada en la misma cabeza y viste una túnica de color púrpura, típica de la iconografía, que deja al descubierto el hombro derecho.
Las alargadas facciones, el fino bigote, la cabeza inclinada hacia adelante y la barba bífida y rala que deja limpias las mejillas advierten una influencia directa en los modelos de Mora (4); sin embargo, cierto movimiento en la composición y un sentido del dolor más acusado en el rostro del Ecce Homo de Fiñana nos remiten al prototipo de los García en la Cartuja de Granada, con el que también comparte las manos atadas con una cuerda y pegadas sobre el pecho, aunque en este caso no se encuentren en actitud orante, sino una de ellas extendida y la otra semicerrada sobre el hombro, para cubrir su desnudez ante la plebe. Todo ello califica a su anónimo autor como un escultor apreciable, buen conocedor del espíritu de la escuela -no hay que descartar que fuese seguidor de los Mora-, quien pudo gubiarla hacia 1700 asimilando los mejores preceptos impuestos por los maestros granadinos.
No es bueno el estado de conservación de la imagen de Fiñana, ya que al percance del ojo de cristal, que ha provocado también la rotura de un fragmento del párpado inferior derecho, hay que sumar pérdidas en la corona de espinas, desgastes en la policromía y una notable acumulación de suciedad y repintes en la talla, por lo que reclamamos desde aquí una adecuada restauración que permita rescatar el esplendor original de la obra.
BIBLIOGRAFÍA
(1) OROZCO DÍAZ, Emilio. Los hermanos García, escultores del Ecce-Homo, Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, Granada, 1936.
(2) BERNALES BALLESTEROS, Jorge y Federico GARCÍA DE LA CONCHA DELGADO, Imagineros Andaluces de los Siglos de Oro, Biblioteca de la Cultura Andaluza, Sevilla, 1986.
(3) CALVO CASTELLÓN, Antonio. El Ecce Homo y la Dolorosa de José de Mora en el Monasterio granadino de Santa Isabel la Real: A la luz de una documentación inédita, Cuadernos de Arte e Iconografía, Madrid, 1990.
(4) LÓPEZ-GUADALUPE MUÑOZ, Juan Jesús. El Ecce Homo en la escultura granadina. Imagen de devoción, imagen de procesión, en Actas del III Congreso Nacional de Cofradías de Semana Santa, Córdoba, 1996.
Fotografías de Lola Aparicio Ruiz,
cedidas por Juan Ocaña Morales, a quien
agradecemos su colaboración en la realización del presente artículo
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