EL CRISTO DEL PAÑO. LA CURIOSA HISTORIA DE UN LIENZO EN MOCLÍN

Manuel Rodríguez Peinado


 

 

Moclín, pueblo alegre y pintoresco de Andalucía, está situado al noroeste de la provincia granadina, en el valle del río Velillos, en lo que hoy se conoce como Montes Orientales. Tiene el título de villa y, aunque cuenta tan sólo con 430 habitantes, es un pueblo rico en historia. Su situación, abrupta, salvaje y a 1.065 metros de altitud, hicieron de su fortaleza un faro en el mar de la vega granadina y, por tanto, un punto estratégico en la defensa del Reino Nazarí de Granada, ya que cerraba el paso a las tropas cristianas. En este periodo de la Reconquista, fue también Corte Real, la Corte más diminuta para la reina más grande que ha tenido España, pues aquí vivió con su séquito Isabel la Católica durante gran parte del tiempo que duró el cerco de Granada, mientras el rey Fernando hostigaba, con sus bien pertrechadas tropas, las huestes de la morisma andalusí.

Cuenta la tradición que muchos honraron y estimaron a Moclín y a sus pobladores, los Reyes Católicos, pues si con su asistencia y privilegios ennoblecieron la villa, mucho más la realzaron con haberle dejado la inapreciable prenda de la hermosísima y venerable imagen de Jesús Nazareno, junto con una escultura pequeña de la Virgen de la Victoria, cuando la villa cayó en manos cristianas el 26 de julio del año 1486.

Según consta en antiguos manuscritos de Moclín que se conservan, este lienzo de Jesús Nazareno acompañaba siempre a los Reyes y era uno de los estandartes del ejército cristiano; el modo de la pintura sobre el lienzo da a entender haberse pintado en disposición de poderse enrollar, lo cual puede apoyar la tradición.

La imagen representa a Jesús Nazareno de estatura natural, con la cruz a cuestas, camino del Calvario. Con la mano derecha sostiene la cruz pesada, que descansa sobre el mismo hombro, y con la mano izquierda se apoya sobre el tocón de un árbol que ha sido cortado, haciendo ademán de levantar la rodilla derecha, que ha estado caída en el suelo. Quedan al descubierto las dos manos, el pie izquierdo y el rostro, poblado de negra y espesa barba. Una cabellera larga y abundante cae sobre sus espaldas. La mirada es, al mismo tiempo, dulce e indagadora: penetra en el fondo del alma. Atada al cuello, lleva una cuerda. Todas las restantes partes del cuerpo quedan cubiertas por la túnica inconsútil, que después echarían a suerte los soldados romanos.

Los estudios realizados sobre la pintura han reconocido que, a pesar de faltarle los últimos retoques pictóricos, la imagen es, sin embargo, tan singularmente hermosa como amablemente severa. Asimismo, y a falta de documentos fidedignos, han puesto de manifiesto la imposibilidad de desvelar la identidad del autor, así como datar con exactitud la fecha en que fue pintada esta devota imagen. Sí han dejado constancia de que se trata de una pintura al óleo sobre lienzo, cuyo autor pudo haberse inspirado en la impresionante obra de Tiziano destinada al oratorio privado de Felipe II en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (desde el año 1845, se guarda en el Museo Nacional del Prado, de Madrid) y que representa a Jesús y al Cirineo, opinión que, de confirmarse, pondría en tela de juicio la histórica donación de los Reyes Católicos. El lienzo se encuadra en un marco de plata que mide 2,64 m de largo por 2,21 m de ancho y en él aparece grabada la fecha de 1779.

 

 

La primera misa que se celebró en Moclín la ofició fray Hernando de Talavera, obispo de Ávila y confesor de la reina, en el edificio de una mezquita, después de haber sido purificada. En 1501, fue instituida la parroquia de la villa, puesta bajo la advocación de Santa María de la Concepción, por Diego Hurtado de Mendoza, arzobispo de Sevilla. La antigua mezquita que había sido utilizada como templo cristiano fue derruida años más tarde para edificar sobre ella una iglesia, cuya construcción comenzaría en 1551.

Para el culto de Cristo se fundó en 1695 una Hermandad con 72 hermanos, a imitación de los discípulos de Jesús. Pero fue en el siglo XVII cuando empezó a florecer el culto popular a la imagen del Cristo del lienzo, a consecuencia, según se dice, de una curación milagrosa efectuada en la persona de un sacristán que padecía cataratas, mal que entonces se conocía con el nombre de "la enfermedad del paño". A raíz de tan insólito prodigio, el Cristo de Moclín empezó a ser conocido como el Santo Cristo del Paño.

Durante la Guerra Civil, Moclín quedó en plena zona de vanguardia, lo que motivó que el lienzo del Cristo del Paño se sacase de su marco y, enrollado, se escondiese en el ático del mismo templo. Sin embargo, al objeto de evitar que cayese en manos enemigas, de ser destrozado por los efectos de la artillería o de someterlo a un retoque en las partes que habían sufrido daños al recortarlo del marco, el arzobispo de Granada ordenó que fuese llevado a la Catedral, donde permaneció expuesto en una de las capillas laterales los tres años que duró la contienda. Fue tal la devoción y el fervor que despertó en los granadinos, que muchos no quisieron que retornase a Moclín, por lo que decidieron encargar la copia que hoy se puede contemplar en la Catedral de Granada.

Aunque cierta leyenda asegura que la verdadera imagen del Cristo del Paño es la que está en la Catedral y no la que reside en Moclín, la historia nos dice que el 28 de septiembre de 1939, el cuadro del Santo Cristo del Paño se puso en marcha desde la puerta de la Catedral de Granada hasta el pueblo que lo tenía como propio.

Lamentablemente, los excesos de fervor religioso de los vecinos de Moclín todavía están dando que hacer al hermoso cuadro, debido a que, cuando llegó el acompañamiento del Señor del Paño procedente de Granada, nadie pudo evitar que aquella multitud de gente desliase el lienzo y lo llevase horizontalmente y hacia arriba en medio de una lluvia torrencial, por lo que, al día de hoy, se nota en el cuadro mucha pérdida pintura en las partes principales de la imagen, principalmente en el rostro, las manos, los pies y la túnica.

El 5 de octubre de 1939 se celebraron las primeras fiestas en honor al Señor del Paño, a las que asistieron toda clase de autoridades granadinas y una cantidad de peregrinos algo extraordinaria, fiestas que, desde aquella fecha, se siguen celebrando como culto al Señor del Paño, contando con la presencia de miles de personas.

 

 

Fotografía de la procesión de Legado Andalusí

 

Nota de La Hornacina: Artículo publicado en Motril Cofrade, nº 16, año XVI, Motril (Granada), 2009, pp. 39-42.

 

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