LA VIRGEN DE MONTEMAYOR EN LA ESTAMPA. PRIMERA APROXIMACIÓN
Juan Manuel Moreno Orta
La Virgen de Montemayor es la imagen que durante muchos siglos ha gozado de la mayor veneración en la Ciudad de Moguer. Estamos muy familiarizados con su efigie gracias a la difusión de sus reproducciones en fotografías. Pero hasta inicios del pasado siglo, lo más usual era que se conocieran las imágenes de gran devoción gracias a sus representaciones en estampas, las cuales repetían grabados realizados, a veces, por afamados artistas que dedicaban sus esfuerzos en retratar imágenes de devoción para el conocimiento y veneración de los fieles y devotos.
De la Virgen de Montemayor se conocen, hasta el momento, tres únicas representaciones en estampas. Dos de ellas son muy conocidas y una tercera que está menos divulgada pero es la más interesante ya que es la más antigua.
Conocemos a la perfección la imagen actual de la Virgen de Montemayor, pero si nos situáramos en los primeros años del siglo XX quizás lo que observásemos no sea idéntico a lo que hoy es normal y reconocido. Nos referimos a que tanto la imagen (1) como la forma de vestirla han evolucionado con los años. La imagen primitiva nos es descrita por Fray Felipe de Santiago en su obra: NUESTRA SEÑORA DE LA RÁBIDA, del año 1714. Tras el escrito que nos relata la leyenda de la aparición de la imagen encontramos lo siguiente:
"Su tamaño es de tres cuartas; y es de cedro, de talla no muy curiosa. Y el Niño le sale de las entrañas e inclinado hacia el lado del corazón".
Lo que se desmarca bastante de la imagen actual de la Virgen y de la conocida hasta 1936. ¿Qué ha ocurrido? Intentaremos explicarlo con el análisis de las siguientes tres estampas de la Virgen de Montemayor.
ESTAMPA I
Año de Ejecución: 1779.
Firmada por el autor: Gordillo fecit.
Leyenda: Vº Rº d María Ssma. d Montemayor, Venerada en su Hermita Termino dta Ciudad d Moguer: Adevoción d Dº. Diego dla Cruz Sanchez Quintero natural d dha Ciudad. El Emmo. y Excmo. Sr. Cardenal Delgado. Patriarca y Arzpo. D Seuilla concede 100 dias de yndulgencias a los q rezaren una Ave Maria a dha ... (ilegible).
Nos encontramos ante la estampa más antigua de cuantas conocemos de la Virgen de Montemayor, su autor es Francisco Gordillo (1760-1830), uno de los más grandes grabadores del siglo XVIII hispalense. Destaca junto a artistas de la talla de Diego de San Román y Codina, Lucas Valdés o Pedro Tortolero. El autor trabajó casi toda su vida en Sevilla, aunque al final de ella se trasladó a México. Destacó en el grabado de imágenes titulares de Cofradías o de gran devoción: la Virgen de Consolación, Patrona de Utrera (Sevilla), o la Virgen de la Salud de la parroquial sevillana de San Isidoro. Ha sido realizado en la época de mayor apogeo del grabado sevillano es, por tanto, éste grabado el más valioso artísticamente hablando.
La imagen que reproduce esta estampa sería la que nos describe Fray Felipe de Santiago, aunque al presentarse vestida no podemos apreciar ese rasgo característico del Niño saliendo de la propia imagen. La imagen debió ser vestida en el momento de mayor auge del barroco, y para ello se cubrió la primitiva talla de madera. Aunque nos pueda parecer algo raro esa representación iconográfica, la Virgen con el Niño saliendo de las entrañas, no es difícil localizar imágenes con esa misma iconografía. En la Mezquita Catedral de Córdoba existe una imagen mariana que muestra ese mismo momento. Debemos recordar que en un principio la imagen se llamó Santa María de la Natividad, debido, muy probablemente, a ese instante representado. Según la fecha de realización de dicha estampa debemos desbancar la idea de que la imagen de la Virgen que pereció en los sucesos de 1936, fuese realizada en el siglo XVIII, nos inclinamos hacia una realización más cercana a los inicios del XIX (2).
La Virgen se nos aparece con el Niño entre sus manos, en el centro, está vestida a la moda del siglo XVII (época de los Austrias, tal y como aún se viste a la Virgen del Rocío, Patrona del municipio onubense de Almonte), que perdurará hasta fines del XVIII. Apreciamos gran empaque y un acusado hieratismo en la escultura acentuado aún más por la figura del Niño que, estático, se encuentra asentado sobre la Madre que se muestra como Trono de la Divinidad. Con largas mangas y ancho vestido (3), el cual aparece ricamente bordado con roleos y hojarasca, la Virgen se presenta con el pelo suelto sobre sus hombros (4) y una golilla alrededor del cuello. El manto de la imagen descansa sobre los hombros y no sobre la cabeza como lo hará posteriormente. El Niño aparece vestido a la usanza de los Infantes de la Corte de los Austrias y ceñido con una corona real, el trajecillo aparece ajustado por un ancho fajín que cuelga por delante. Hay que destacar que la figura del Niño nos parece sin brazos ya que seguramente la imagen primitiva no fue mutilada para ser vestida y por lo tanto las manos del Niño se encontrarían unidas a la talla. Bajo los pies de la imagen encontramos la media luna apocalíptica. La corona de la Virgen es real con rayos y sin estrellas. Como se puede observar la imagen no tiene colocada ninguna ráfaga. La peana es la usual en muchos grabados de la época y lleva unos ángeles atlantes a modo de apoyo para la imagen.
El fondo, y centrado por un rompimiento de gloria, nos muestra un paisaje campestre, en dónde se ha intentado retratar la zona en la cual se venera la Virgen, los montes de Tamar o Tamarit, allí aparece una ermita que dista mucho de parecerse a la que hasta su desaparición hemos conocido muchos, es una representación idealizada de la misma, y junto a ella la cruz de peregrinos que está delante. También podemos observar unos pinos y una encina, que recuerdan la fisonomía del monte y también la leyenda de la aparición de la Virgen de Montemayor.
En la cartela inferior, de estilo rocalla, encontramos una leyenda que nos dice quién encargó el grabado: el moguereño Diego de la Cruz Sánchez Quintero, y los días de indulgencia que el Arzobispo de Sevilla había ofrecido a quienes rezasen ante ésta imagen. El Cardenal Francisco Javier Delgado y Venegas nació en el año 1714, en Villanueva del Ariscal (Sevilla), y falleció en Madrid en 1781. Fue arzobispo de Sevilla desde el año 1776 hasta su muerte. Se le nombró Patriarca de las Indias en 1777 y fue elevado al cardenalato en el año 1778, lo cual nos sitúa claramente como fecha cierta para ésta estampa la de 1779.
ESTAMPA II
Año de Ejecución: Sin fecha. Primera mitad del siglo XIX.
Firmada por el autor: J. M. Martin fc.
Leyenda: Virgen Maria. Madre de Dios. Rogad a Jesus por mi. Rto. DENa. Sa. DE MONTEMAYOR.
José María Martín, el autor del grabado que nos ocupa, es el último de los grandes estamperos de Sevilla y destaca por méritos propios. Su época de mayor producción y auge ronda los años 40 del XIX. Quizá haya sido el grabador sevillano más prolífico de todos los tiempos, teniendo obras diseminadas por toda la geografía andaluza y nacional. Nacido en Sevilla, en 1789, y muerto en la misma ciudad en 1853, al parecer procedía de una familia de artesanos lo que posiblemente influyo en su profesión. La inmensa mayoría de sus trabajos son de temática religiosa y sus principales clientes fueron Hermandades y Cofradías. Con él acaba la escuela de grabadores de Sevilla.
Aunque el estilo artístico imperante era el neoclásico, Martín seguirá enclavado dentro de los cánones del barroco sevillano, pero dejándose influir por algunos aspectos de ese nuevo movimiento.
Debido a la cantidad de producción, era normal que reprodujera en sus obras casi los mismos iconos y escenarios (5). En el que nos ocupa sitúa a la imagen en un bucólico lugar, en el que reconocemos claramente la primitiva ermita de Montemayor, que sobrevivió hasta los años setenta del pasado siglo, con la particularidad de la columna en medio de su portada. También nos aparecen las encinas y pinos tan característicos del coto, y una gran montaña, que no existe, en recuerdo del topónimo del lugar. A este autor le gustaba colocar las imágenes en fondos celestes, siendo éste caso, el de la inclusión de elementos característicos del lugar de veneración de la Virgen de Montemayor, posiblemente el resultado de un apunte del natural. Las cabezas de querubines rodeadas de nubes de la parte superior son típicas de la producción de Martín.
La imagen de la Virgen de Montemayor difiere bastante de la anterior estampa. El Niño aparece a su diestra y en la otra mano lleva un cetro. Está claro que o bien, ha habido una profunda restauración de la primitiva imagen, con una mutilación para separar el Niño, o como es más correcto pensar, se ha sustituido por una nueva imagen más acorde con los gustos imperantes.
La Virgen aparece vestida a la forma usual de las imágenes letíficas en toda la zona del antiguo Reino de Sevilla, el manto cubre la cabeza que queda enmarcada por unas blondas de encajes. El manto, algo campaniforme y sin volumen, cae hasta el suelo y se cruza, terciado, por delante de la falda de la imagen, lo que es un símbolo de la Virginidad de María. La saya se ajusta totalmente al candelero formando unas tablas y es ceñida por un lazo en el centro. El cuello aparece rodeado de un encaje y está desprovisto de cualquier ajuar decorativo. La saya es de una sencillez exagerada salvo unas blondas de encajes que decoran y rematan su parte inferior. El manto nos aparece liso salvo por la tira bordada, posiblemente unas puntas en hilos de oro. Encontramos igualmente la media luna bajo sus pies, ahora terminada en estrellas de seis puntas. La corona real aparece con unos grandes rayos a modo de resplandor. El Niño lleva potencias y el orbe en su mano izquierda, con la derecha bendice. José María Martín no es muy dado a representar los ropajes bordados, y debido a la estandarización que hace de las imágenes, no sabemos si la Virgen de Montemayor en esos momentos no contaba con esas prendas en su ajuar. Seguramente si las tenía ya que posteriormente se verá a la Virgen con ropajes ricamente bordados.
Éste grabado recuerda mucho en sus formas a uno de la Virgen de las Nieves de la capital hispalense, obra también de Martín. Está claro que aún no siendo un grabador de la talla de los de la anterior centuria, si debemos considerarlo como un gran autor (6), que manejaba el buril con gran maestría para lograr sacar lo mejor de sus trabajos gracias al manejo de éste útil.
ESTAMPA III
Año de Ejecución: Sin fecha. Primera mitad del siglo XIX.
Firmada por el autor: A. Roca lo gbo.
Leyenda: Venerada en su ermita situada en los montes, termino de la ciudad de Moguer. Estan concedidas innumerables indulgencias por varios Sres. Obispos rezando una Salve o Ave Maria.
Antonio Roca es el autor de éste último grabado. Poco conocemos de éste artista salvo que colaboró con sus grabados en la obra de Pi i Margall: ESPAÑA OBRA PINTORESCA (editada en el año 1842 y sólo el volumen dedicado a Cataluña). En esos trabajos usó como modelos daguerrotipos o dibujos de otros autores. Era un artista cercano a los trabajos realizados fuera de España y con influencia principalmente francesa. Al contemplar la representación de la Virgen de Montemayor en ésta lámina, no podemos dejar a un lado que también usara de uno de éstos útiles para representar mejor a la imagen. Usaba el grabado sobre lámina de acero, ya que el cobre en esos momentos era de mala calidad, trabajadas tanto al aguafuerte como a buril.
La Virgen de Montemayor está representada tal y como se veneró hasta 1936. Vemos claramente como sigue sin aparecer la ráfaga y la forma es piramidal, el manto se ciñe al candelero, cayendo libre hasta el suelo aunque los amplios pliegues de la mano derecha le dan un carácter muy barroco. La saya aparece acampanada, estirada y algo lejana de la forma del candelero ya que es muy ancha para las dimensiones que éste tendría. En el pecho encontramos un pecherín de blondas o bordado, como un corpiño que se ciñe al torso de la imagen. La cabeza aparece libre, el manto parte desde los hombros, y el pelo cae por la espalda de la Virgen. El Niño aparece vestido con trajecito bordado, en su cabeza encontramos las potencias y en su mano izquierda el orbe mientras bendice con la diestra. La Virgen lleva el cetro dorado, que aún se conserva, en el que se remata con el escudo de la Ciudad de Moguer. La corona es la que tenía la imagen que desapareció en 1936 era de plata dorada con zafiros y brillantes, es real con un canasto muy elevado. A sus pies encontramos una media luna de orfebrería rematada por estrellas de ocho puntas y decorada con flores y hojarasca. Los ropajes de la Virgen y el Niño se encuentran bordados, la saya es simétrica con bordados de hojarasca y palmas.
El fondo de la estampa es un rompimiento de gloria en el que aparece el Espíritu Santo y de Él parten unos rayos de luz que bañan a la Virgen. Todo está rodeado de nubes y unas cabezas de querubines sirven de peana a la imagen de la Virgen de Montemayor. En la parte inferior vemos la ermita de Montemayor, la misma que perduró hasta los años setenta del siglo XX, su perfección nos lleva a pensar que se usara un dibujo del natural o un daguerrotipo para la realización del grabado.
Este grabado es el más perfecto de todos y su autor era un maestro en éstos quehaceres. Desgraciadamente no conocemos nada más de él.
A modo de conclusiones, podemos establecer lo siguiente: vemos claramente como la imagen de la Virgen de Montemayor ha tenido dos grandes momentos: la primitiva que se nos muestra en la LÁMINA I, de rasgos arcaizantes aún siendo una obra de fines del XVIII, y que dista mucho de la escultura realizada en el XIX, que se muestra como una imagen típica de virgen de gloria sevillana. Podemos claramente manifestar que la imagen de la Virgen de Montemayor venerada hasta 1779 (como mínimo) era la descrita por Fray Felipe de Santiago en 1714; es decir, una escultura de talla completa, pequeña y con el Niño unido a ella, y que en esos momentos se encontraba vestida y ocultando, por tanto, su figura. Nos resulta totalmente incongruente pensar que se realizase un grabado de una imagen que ya no era la oficial de la Virgen, así que tenemos que desechar la afirmación que los autores de la magnífica obra ESCULTURA MARIANA ONUBENSE de que la imagen fue sustituida "en los comedios del siglo XVIII", ya que por la fecha del grabado ésta debió ser sustituida, como muy temprano, a inicios del siglo XIX. Esto se debe a que los autores de la obra monumental sobre la escultura de la Virgen en Huelva no conocían el grabado de Gordillo. Por lo tanto, la imagen será del XIX y no del XVIII, e igualmente de autor anónimo.
En cuanto a la realización de los dos grabados últimos, podemos manifestar la siguiente hipótesis: al ser ambos realizados en fechas muy cercanas, no es descabellado pensar que sea en esos años de la cuarentena del siglo cuando se hubiese realzado la nueva imagen que sustituye a la primitiva y ambas láminas se realizaran para dar publicidad a la nueva escultura. Resulta muy curioso como el trabajo de las dos últimas láminas, que son casi coetáneas, sean tan diferentes una de otra. Mientras que la primera es el grabado heredero del tradicional barroco, la última nos muestra las influencias venidas del extranjero y de la Corte, amén de los dictámenes de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid).
También hay que destacar que la imagen de la Virgen de Montemayor ha venido manteniendo durante casi todo el siglo XIX y hasta los años cuarenta del XX una misma fisonomía; la característica de las imágenes letíficas del antiguo Reino de Sevilla, con una forma piramidal y el manto cruzado por delante de la saya. Al serle incluida la ráfaga, en los años iniciales del siglo XX (7), se tendió a reconocer a la Virgen de Montemayor por la forma característica que le daba ese nuevo elemento de su ajuar.
NOTAS
(1) La actual imagen se debe a la gubia del escultor e imaginero onubense Sebastián Santos Rojas, el cual la realizó para sustituir a la desaparecida en el año 1936.
(2) En el caso de la Virgen de las Nieves, de la Iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla, ocurre algo similar, ya que se mantuvo durante casi todo el siglo XVIII la primitiva imagen que sería sustituida en el ochocientos.
(3) A esta indumentaria se le denomina guardainfante, de gran ampulosidad que realza el vestido desde la cintura.
(4) Lo usual era el uso del monjil, que es un tocado que enmarca la cara ciñéndose totalmente a la cabeza.
(5) Usualmente, un rompimiento de gloria.
(6) No sabemos si tuvo formación académica, pero sí era un extraordinario dibujante.
(7) Según testimonio personal de Dª María Dolores González Ruiz de la Prada, Camarista de la Virgen. Ella recordaba como la ráfaga se compró en su niñez.
BIBLIOGRAFÍA
CARRETE, Juan et alii: EL GRABADO EN ESPAÑA (SIGLOS XIX - XX). Summa Artis Vol. XXXII. Editorial Espasa Calpe. Madrid 1994.
CARRETE, Juan et alii: EL GRABADO EN ESPAÑA (SIGLOS XV - XVIII). Summa Artis Vol. XXXI. Editorial Espasa Calpe. Madrid 1994.
GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel y CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús: ESCULTURA MARIANA ONUBENSE. Diputación Provincial de Huelva. Huelva 1981.
MARTÍNEZ AMORES, Juan Carlos: "Iconografía de la Virgen de la Hiniesta en el grabado". En: BOLETÍN DE LAS COFRADÍAS DE SEVILLA. Nº 483. Mayo de 1999.
MARTÍNEZ AMORES, Juan Carlos: "Iconografía Servita en Sevilla: acerca de tres grabados de la Virgen de los Dolores de San Marcos". En: BOLETÍN DE LAS COFRADÍAS DE SEVILLA. Nº 426. Febrero de 1995.
MARTÍNEZ AMORES, Juan Carlos: "La Divina Enfermera y su representación en el grabado". En: BOLETÍN DE LAS COFRADÍAS DE SEVILLA. Nº 490. Diciembre de 1999.
MARTÍNEZ AMORES, Juan Carlos: "La obra pasionista del grabador José María Martín". En: BOLETÍN DE LAS COFRADÍAS DE SEVILLA. Nº 470. Abril de 1998.
MARTÍNEZ AMORES, Juan Carlos: "La Virgen de las Nieves en el grabado". En: BOLETÍN DE LAS COFRADÍAS DE SEVILLA. Nº 4519. Mayo de 2002.
MORENO ORTA, Juan Manuel: MONTEMAYOR. FE Y DEVOCIÓN HACIA EL III MILENIO. Hermandad Matriz de Montemayor. Moguer 1999.
MORENO ORTA, Juan Manuel: SANTA MARÍA DE LA GRANADA, IGLESIA PARROQUIAL DE MOGUER. Inédito.
ROS CARBALLAR, Carlos (director): HISTORIA DE LA IGLESIA DE SEVILLA. Ed. Castillejo. Sevilla 1992.
SANTIAGO, Fray Felipe de: NUESTRA SEÑORA DE LA RÁBIDA. Año 1714. Edición de Fray David Pérez, editada por el Ayuntamiento de Palos de la Frontera en 1990.
VIVES PIQUÉ, Rosa: DEL COBRE AL PAPEL. LA IMAGEN MULTIPLICADA. Ed. Icaria. Barcelona 1994.
Nota de La Hornacina: Juan Manuel Moreno Orta es Licenciado en Historia.
Artículo publicado en la revista Montemayor, Moguer (Huelva), 2000.
www.lahornacina.com