UN CRISTO RESUCITADO DE BLAS HERNÁNDEZ BELLO EN UNA CRIPTA DE LEPE (HUELVA)
22/08/2020
Primer plano del Resucitado Foto: Vélez |
En 1609 el escultor e imaginero Blas Hernández Bello (hacia 1560 - hacia 1626), vecino de Sevilla en la collación de la Magdalena, concertó con Hernando Domínguez Carrasco, vecino de Lepe, la ejecución de una imagen de Cristo resucitado en madera de pino de Segura y estatura de siete cuartas (unos 160 cm de altura), asentado en una peana de seis dedos de alto con molduras doradas. El Cristo sería de buena traza y encarnado en sus partes desnudas. Llevaría una capa dorada y estofada de colorado, puesta a la traza que conviniese a su figura. En la cabeza luciría tres potencias con las estrellas doradas en las puntas, tendría un buen rostro y con un brazo habría de sujetar una cruz roja y blanca, mientras que la otra daría la bendición. El historiador Arcadio Menguiano González conoció este contrato en 1978 en el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla (1). No sería la primera imagen que Hernández Bello, nacido en Salamanca y llegado a Sevilla en torno a 1586, realizaría sobre la iconografía del Resucitado, pues el 11 de enero de 1597 se obligó a tallar para un tal Juan Barbero un Cristo resucitado "con su peana y cruz del tamaño, trasa y modelo del que tiene la cofradía del nombre de jesús questá en el monasterio de san pablo desta ciudad... poniendo yo la madera y dorado y pintura y manifatura eceto la bandera y ropa". Barbero debía pagar 525 reales a Hernández Bello, quien debía tenerlo concluido para el tercer domingo de cuaresma de ese año. Lo anterior es también un impagable testimonio de la rápida repercusión de la que gozó la imagen del Cristo resucitado tallada por Jerónimo Hernández entre 1582 y 1583 para la cofradía sevillana del Dulce Nombre de Jesús, fusionada en 1851 con la de la Quinta Angustia, en el panorama escultórico local, constituyéndose desde fecha muy temprana en un referente de prestigio (2). Curiosamente, otro documento relacionado con Hernández Bello sería de suma importancia en relación con otra hechura de la Semana Santa sevillana, pues en 1619 concertó para la localidad de Los Palacios (Sevilla) la talla de un crucificado, gracias a lo cual se pudo determinar la cronología del nazareno titular de la Archicofradía de Pasión, puesto que en dicho contrato se le impone como condición que la corona de la efigie fuera "de la materia y hechura de la que tiene el Cristo Nazareno de la Cofradía de la Pasión dentro de la Merced" (3). |
La escultura del Resucitado en la sepultura donde fue encontrada Foto: Inmaculada López y Francisco Santana |
Desde la segunda mitad del siglo XVI hasta mediados del XIX existió en Lepe una antigua Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad. Se hallaba erigida en una ermita situada en lugar inmediato al templo parroquial de Santo Domingo de Guzmán, en la actual calle Iglesia. La ermita fue reemplazada en 1870 por un edificio destinado a escuelas públicas, derribado a finales de los años 60 del XX y sustituido por un bloque de viviendas para maestras y maestros, que ha sido demolido en el XXI y en su solar alberga un edificio de tres plantas con garaje, locales comerciales y viviendas. Un reciente azulejo testifica el reseñado proceso evolutivo. Entre las obligaciones cultuales de la antigua cofradía soleana de Lepe estaba la obligación de procesionar en la mañana del Domingo de Resurrección las imágenes del Señor Resucitado y Nuestra Señora de la Soledad, esta última vestida de blanco para esta procesión, a diferencia del desfile que hacía el Viernes Santo con la imagen del Cristo yacente concluida la ceremonia del Descendimiento, donde aparecía enlutada (4). Algunos de estos elementos de la antigua celebración pascual propia de las hermandades de la Soledad y de sus procesiones de Resurrección se conservan en no pocos pueblos de Huelva y Sevilla. En algunos como Hinojos o Coria del Río, las procesiones originales se han mantenido intactas en su estructura antigua, con el Resucitado y la Virgen de la Soledad "de blanco" o gloriosa. En otros, el tiempo ha ido alterando algunos de sus elementos constitutivos: se la eliminado la imagen del Cristo resucitado o se la ha reemplazado por un Niño Dios (La Redondela, Benacazón, Pilas) o por el Santo Sacramento (Bollullos Par del Condado, Espartinas, Castilleja de la Cuesta). Este último fue el caso de Lepe, produciéndose también en algún momento indeterminado la supresión de la antigua imagen mariana (5). Tras la extinción de la Cofradía de la Soledad, la procesión del Cristo resucitado corrió a cargo de la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán y de la Hermandad Sacramental, al menos hasta el año 1863. Con posterioridad, aunque desconocemos las causas (tal vez el deterioro de la figura), la imagen dejó de procesionar y fue reemplazada por la Custodia con el Santísimo Sacramento, portada por el sacerdote bajo palio. Desprovista de culto, la efigie del Resucitado fue retirada de la parroquia y depositada en un local afecto a ella, ya que no figura en los detallados inventarios de 1884 y 1923, y sufrió destrozos en los sucesos del 21 de julio de 1936 al inicio de la Guerra Civil. Sus restos se depositaron, conjuntamente con los de otras imágenes destrozadas y no restauradas, en una sepultura del antepresbiterio del templo parroquial en 1951, lugar del que han sido rescatadas en las recientes obras del templo, practicadas en el bienio 2016-2017 (6). |
La escultura del Resucitado tras ser retirada de la sepultura Foto: Vélez |
Los restos recuperados de esas imágenes que, destrozadas en el asalto de 1936 o simplemente abandonadas y en mal estado, habían sido literalmente sepultadas algunos años después de aquellos luctuosos acontecimientos, presentan un estado de deterioro máximo, resultando difícil incluso su identificación, a pesar de lo cual su descubrimiento supuso una oportunidad verdaderamente única para profundizar en la rica historia de la parroquia lepera de Santo Domingo de Guzmán. La imagen recuperada del Cristo de Blas Hernández Bello es una de las que mereció especial atención por parte de los historiadores. Imagen en madera tallada, policromada y estofada, el Resucitado sigue la iconografía clásica que lo representa en actitud itinerante al encuentro de las Santas Mujeres. A juzgar por lo conservado, la imagen debía bendecir con el brazo derecho y sostendría la cruz o estandarte con el izquierdo. La desnudez del cuerpo se cubre parcialmente con un manto cruzado en diagonal que deja descubiertos el hombro y el costado derechos, bajando aproximadamente hasta medio muslo. De gran fuerza expresiva es la cabeza, aunque el deterioro no nos permite apreciar con claridad los rasgos de lo que parece haber sido un delicado rostro. La cabellera, muy pormenorizada, presentaba hermosas guedejas cayendo sobre ambos hombros, elementos que por desgracia se han perdido, literalmente deshechos tras la extracción de la imagen del sepulcro donde se hallaba. Parecida suerte ha corrido la barba, de talla minuciosa y ligeramente bífida. A consecuencia de las agresivas condiciones de su confinamiento, la imagen ha perdido manos, pies, y algunas partes de la cabeza y los brazos, además de presentar deterioros generalizados en otras zonas, de manera que solo podemos entrever algunos restos de la policromía en los tonos blanquecinos de la parte frontal o en los rojizos y anaranjados del manto. Con la aparición de este Cristo resucitado, probablemente la imagen más antigua conocida que haya procesionado en la Semana Santa de Lepe, una parte de la historia de la localidad emergió literalmente desde el pasado (7). Tras años de desidia, abandono y malas restauraciones, gracias a la iniciativa del joven párroco Carlos Javier Rodríguez Parra y a una comisión compuesta por un arquitecto, un perito y tres historiadoras, creada recientemente, la localidad de Lepe está viviendo la recuperación y puesta en valor de elementos patrimoniales y documentales de su templo parroquial que han sido felizmente rescatados del olvido y la destrucción en los últimos años. Entre los propósitos más inmediatos de dicha comisión se encuentra la obtención de fondos para financiar, por parte de la ciudadanía y las instituciones, la restauración del Resucitado de Blas Hernández Bello y de otras piezas de arte recuperadas, lo que esperan que tenga lugar a la mayor brevedad posible. |
BIBLIOGRAFÍA (1) MENGUIANO GONZÁLEZ, Arcadio. "Año 1609: Blas Hernández Bello, autor de un Cristo Resucitado para Lepe", artículo publicado en Lepe Cofrade, nº 13, Marzo de 2020, Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Lepe, p. 67. (2) RODA PEÑA, José. "La Cofradía del Dulce Nombre de Jesús de Sevilla y su patrimonio escultórico a finales del siglo XVI", artículo publicado en Actas del XVII Simposio sobre Hermandades de Sevilla y su Provincia, Sevilla, Fundación Cruzcampo, 2016, pp. 252-253. (3) https://www.lahornacina.com/articulosblashernandezbello.htm (4) MENGUIANO GONZÁLEZ, Arcadio. "Año 1609: Blas Hernández Bello, autor de un Cristo Resucitado para Lepe", op. cit., pp. 66-67. (5) VILLEGAS MARTÍN, Juan y MENDOZA BELTRÁN, Emilia. "Una antigua imagen del Resucitado en la Parroquia de Lepe", artículo publicado en Lepe Cofrade, nº 11, Marzo de 2018, Consejo General de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Lepe, p. 24. (6) MENGUIANO GONZÁLEZ, Arcadio. "Año 1609: Blas Hernández Bello, autor de un Cristo Resucitado para Lepe", op. cit., p. 67. (7) VILLEGAS MARTÍN, Juan y MENDOZA BELTRÁN, Emilia. "Una antigua imagen del Resucitado en la Parroquia de Lepe", op. cit., pp. 23 y 25. |
La escultura del Resucitado tras ser retirada de la sepultura Foto: Vélez |
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