EL VÍA CRUCIS DE ROBERTO FERRI
Con información de Vincenzo Rosana (28/06/2021)
La Catedral de Noto (Sicilia) sufrió un derrumbe parcial el 13 de marzo de 1996 por dos motivos: los daños, no reparados a tiempo, del terremoto que azotó la isla seis años antes, y un grave defecto que arrastraban los pilares de la nave central desde su construcción barroca en el siglo XVIII al haber sido rellenados burdamente con piedras de río en lugar de con los debidos bloques de piedra cuadriculados. Lo anterior provocó que el primero de los pilares del lado derecho que soportaba la cúpula se derrumbara, arrastrando a la propia cúpula al venirse abajo y con ella, a modo de "efecto dominó", toda la nave derecha, la nave central y el crucero derecho del templo, quedando milagrosamente en pie el resto del mismo. Por fortuna, no hubo víctimas ya que el suceso ocurrió de noche y la iglesia no estaba abierta al público en ese momento. La localidad de Noto, que sufrió una auténtica conmoción con el siniestro, vio en junio de 2007 su catedral reabierta y toda reconstruida gracias a un eficaz proceso de restauración que duró once años. Se cumplen ahora, por tanto, quince años desde su reapertura al culto tras el desastre. |
En 2018, tras la restauración de la parte arquitectónica, una comisión presidida por Vittorio Sgarbi, supervisó la decoración del interior de la catedral. Desde entonces, el templo se está enriqueciendo con obras de arte realizadas por los más prestigiosos artistas contemporáneos de Italia, entre ellos Livio Scarpella, Demetrio Spina o Roberto Ferri. Fue dicha comisión quien decidió encargar a Ferri la ejecución de un Vía Crucis para reemplazar al anterior perdido a raíz del derrumbe de 1996, una joya del barroco siciliano. Roberto Ferri, nacido en 1978, es natural de Tarento, localidad del sur de Italia, y por eso lleva el arte clásico en la sangre y tiene a Michelangelo Merisi da Caravaggio y al arte del barroco en general en su alma. También está enamorado de la belleza, de ahí que tenga a Miguel Ángel Buonarroti y a Guido Reni en su mente y en sus manos. Pero también es un hombre de lectura y reflexión, muchas veces en la búsqueda de un interior humano de matriz agustiniana, y sabe pasar también de Gustave Moreau a Giorgio de Chirico y Salvador Dalí, entre muchos otros, a medio camino entre lo ecléctico y lo académico. En realidad, Roberto Ferri es él mismo. En su estudio situado en el pequeño y silencioso pueblo de Sutri, cercano a Roma, nacen sus visiones, donde la realidad, la idealización, el misterio y el sueño se hacen realidad y se interpenetran, dando vida a un arte fuertemente corpóreo, luminosamente físico, claramente metafórico y, al mismo tiempo, realista. Sueño, realidad y reflexión, por tanto, se mezclan en las obras de Ferri con la química de su fantástica intuición, en lienzos donde el óleo ve las gradaciones de color y luz de suaves a cálidas, en representaciones que pasan de los sentidos físicos a los intelectuales. |
Ferri crea ardientes ángeles y demonios como cuerpos barrocos o como modelos de Giorgio Armani, en un intenso tumulto físico y emocional. Pero no es un esteta por sí mismo. Su simbolismo, a veces oscuro, a veces luminoso, siempre da vigor y fuerza espiritual a su galería de imágenes, como el Lucifer solitario, el lloroso San Jerónimo penitente o el conmovedor Réquiem neoclásico. Los catorce lienzos de la Pasión de Cristo, de pequeño formato, que pintó para el Vía Crucis de la Catedral de Noto, siendo ya famoso a pesar de su juventud, caminan sobre este hilo físico y espiritual. La imagen de Jesús es ante todo un cuerpo, un cuerpo de una hermosura y de una belleza tales que constituye ya un preludio de su resurrección, pero que a la vez está manchado de sangre por las heridas. Aparece solitario en muchas de las escenas, y cuando lo hace acompañado, figura junto con dos o tres personajes de la Pasión a lo sumo. El modelo no es siempre el mismo, aunque las formas del rostro repitan las de la tradición barroca. Hay momentos de dolor sereno e intenso, como cuando Jesús está cargando con la cruz, solo, en un desierto sin límites de un cielo sofocante, de forma que parece cargar con todo el dolor del mundo. También cuando Cristo se encuentra con María, su madre, que aparece apoyada sobre un tronco retorcido y arrugado del que sobresale una gran rama tratada como un aguijón, símbolo del dolor moral y físico que sufren. Ambos se miran y es tan intenso su vínculo que el espectador que lo contempla casi puede escuchar tanto los lamentos como las palabras de consuelo. Conmovedora y triste es la escena en que Cristo entrega a la Verónica el lienzo en el que ha quedado impresa su imagen, siempre bajo ese manto de cielo plomizo que recuerda a ciertos cielos de Tintoretto. |
Realmente admirable es la representación de la tercera caída de Jesús, del que Ferri prácticamente solo muestra su espalda ensangrentada, golpeada por una luz clara y violenta. Quizás es el momento más álgido de todo el ciclo, por su síntesis poética, drama contenido y fuerza espiritual. Y finalmente, la imagen de Cristo en el sepulcro, rememorando el arte de los Carracci, con un cuerpo luminoso y un rostro cuyos labios parecen dispuestos a esbozar una sonrisa serena, mientras que desde la distancia, a la derecha del cuadro, un destello de luz preludia la resurrección. Al final de este doloroso viaje, el recuerdo del sufrimiento permanece en los tonos rojo-sangre que dominan los colores del Vía Crucis, pero por encima de ello prevalece la luz cálida y vibrante de una humanidad que nunca puede ser derrotada, porque se sabe vencedora de la muerte. En definitiva, una de las mejores creaciones sagradas de Roberto Ferri, un artista que tiene la osadía de actualizar el Barroco con su herencia y que ahora podemos disfrutar en España, en el MEAM de Barcelona (ver enlace), a raíz de la exposición titulada Roberto Ferri. Introspettiva, que al igual que este Vía Crucis, atrapa al público visitante con escenas de inquietante pasión, belleza y sensibilidad. |
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FUENTES "Lo splendore metafisico della Cattedrale di Noto", en http://www.lct-architettura.it, marzo de 2009. |
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