UN SAN JUAN EVANGELISTA DE SALVADOR MADROÑAL VALLE
PARA LA HERMANDAD DE LA AMARGURA DE JEREZ DE LA FRONTERA

Pedro Ignacio Martínez Leal


 

 

El Camino del Calvario fue un sendero de vivencias penosas y experiencias amargas para los familiares, amigos, discípulos y seguidores de Jesús. La iconografía ha representado al Discípulo amado en este difícil trance acompañando a la Virgen María, dirigiéndose a la Calle de la Amargura.

Este tipo de composiciones de tradición cristiana están inspiradas fundamentalmente en los textos del Evangelio de Nicodemo, y en las narraciones ascéticas y espirituales de libros místicos como el del dominico Fray Luis de Granada (1504-1588), Oración y Meditación, impreso en el año 1559. La escena descrita se atiene a estos dos personajes: la Virgen María y San Juan Evangelista, que le indica el recorrido a seguir con el ademán del gesto indicativo de los dedos de sus manos.

Salvador Madroñal Valle es un artista que está muy vinculado a la Hermandad Sacramental de la Santísima Trinidad y Cofradía de Nazarenos de la Sagrada Flagelación de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de la Amargura, de Jerez de la Frontera (Cádiz). Dicha vinculación no sólo se debe al hecho de ser el autor de esta escultura de San Juan Evangelista (2009), sino también por trabajar como escultor-restaurador en las cinco figuras secundarias del paso del misterio de la Sagrada Flagelación (dos soldados romanos, dos sayones y el lictor), obras originales del imaginero valenciano Ramón Chaveli Carreres (1879-1947).

El verdadero mérito de Salvador Madroñal en esta obra ha sido adecuar y relacionar integralmente la figura del discípulo predilecto con la imagen primitiva de María Santísima de la Amargura, una excelente talla que viene atribuyéndose por la historiografía más cualificada, como una obra de principios del siglo XVIII, adscrita probablemente, según el Historiador del Arte Fernando Aroca Vicenti, al círculo de Francisco Camacho Mendoza (1680-1757). Pero, que por la lógica del paso del tiempo ha tenido que ser reparada y restaurada en varias ocasiones hasta nuestros días, incorporando además, casi con toda seguridad, un nuevo juego de manos.

La cabeza de esta bellísima efigie nos ofrece una apariencia frontal girada levemente hacia la izquierda, probablemente, planteada en su composición, desde momentos iniciales, para formar parte de un conjunto escultórico en el paso. El elegante rostro ovalado de María Santísima de la Amargura nos muestra marcadas señales de pena y de gran amargura, reflejados en sus rasgos anatómicos de nariz dibujada en línea recta, boca entreabierta, ojos almendrados con la mirada pérdida hacia abajo, y cejas ligeramente arqueadas hacia las sienes, fruncidas con suavidad en el entrecejo; dotando así a esta imagen de una apariencia muy elegante de perfiles agraciados y majestuosos.

 

 

Por su parte, la imagen de San Juan Evangelista, centro de atención y breve estudio de esta reseña artística, está realizada en madera de cedro real, estucada y policromada para ser vestida.

Como ya apuntamos en párrafos anteriores, no suele ser fácil adaptar una nueva figura a la dualidad escenográfica de un conjunto escultórico, y Salvador Madroñal lo ha solventado con creces, pues ha mostrado habilidad a la hora de armonizar de manera integral las dos figuras sobre la base conceptual del contrapunto visual adecuado del diálogo interior simultáneo entre la amargura extrema y la tristeza esperanzada. Sin duda, todo ello es un logro a tener en cuenta.

Salvador Madroñal elige un canon delicado y espiritual como fórmula para representar su San Juan Evangelista; lo hace al tamaño del natural (1,68 ms de altura), reflejando en su rostro el sentimiento de tristeza del momento vivido y unos rasgos fisonómicos juveniles, al ser el menor de los apóstoles.

El imaginero modela su figura con extrema suavidad, reforzando potencialmente el carácter de las partes nobles del cuerpo cabeza y extremidades, y, anatomizando el resto del cuerpo al objeto de realizar una imagen para vestir a la manera tradicional heredera de la escenografía barroca/neoclásica. Toda esa exquisita factura del grafismo de la talla en madera de cedro es de ejecución rápida y delineada, basada en la consecución final de efectos de luz y color que vigoricen estéticamente la pieza escultórica.

Esta elegante y delicada obra también conlleva una enorme carga de clasicismo en toda su composición. El gesto del santo, pensativo y lloroso con dos lágrimas en los ojos, con la cabeza ligeramente inclinada hacia delante y hacia la derecha, cabizbajo y acompasado, mitiga en parte el dramatismo de la amargura de la Virgen, proporcionando al conjunto del grupo escultórico una dualidad compositiva muy equilibrada.

Para conseguir todo esto, el artista se ha preocupado de estudiar a fondo la disposición de la cabeza, el rostro y la cabellera en sus perfiles laterales y en la visión de tres cuartos; pues esta figura, tanto en los cultos como en una hipotética colocación en el paso, será vista, fundamentalmente, en esas posiciones específicas. De tal manera que, para obtener esa polivisión apanorámica envolvente, ejecutará unos perfiles de facciones delicadas y tersas, que funcionan muy bien en el conjunto escultórico, facilitando y subrayando así, el diálogo gestual y táctil entre las dos figuras en lo que se ha venido llamando tradicionalmente la Sacra Conversación.

Así mismo, podemos observar como para dar forma armónica a la anatomía de su cuerpo, se vale del contraposto compositivo, que estructura el equilibrio natural de la figura, ajustando en contraposición los principales ejes principales del cuerpo humano para evitar la frontalidad y rigidez; dejando el pie izquierdo avanzado con naturalidad, como señal del inicio del paso al andar. Ambos pies descalzos trabajan asentados, a su vez, como anclaje firme de la figura en la propia peana.

 

 

Salvador Madroñal también ha cuidado, en este caso, la importancia del lenguaje de las manos en la imagen, expresando con sus gestos el camino del Calvario a la Señora, y, para ello, ha ejecutado un juego de manos con un modelado muy fino y delicado.

Todo el tratamiento de la cabellera, con raya central y guedejas laterales, lo diseña con cabellos y barbas abundantemente crecidas y largas, que caen sobre los hombros en una melena distribuida con un claro corte italiano. Las finas y primorosas barbas gubiadas al detalle, ennoblecen la figura.

Apartado específico en esta imagen merece la policromía afinada de tonalidades marfileñas, empleada al objeto de acompañar en el color a la tez de la Señora. Para ello, Salvador Madroñal utiliza en su paleta una mezcla de gamas de colores ocres, azulados y blancos, suaves y muy pulidos que recuerdan las tonalidades del estilo italiano en las imágenes decimonónicas.

La figura queda visualmente reforzada en su conjunto por el signo de la identificación cromática de sus ropajes que se atienen de forma veraz al significado de los colores en la iconografía cristiana. Así, el color rojizo de la túnica será emblema del amor divino y del testimonio del evangelista como mártir de la fe; mientras que el manto verde que lo cubre simboliza la virtud cristiana de la esperanza y la iniciación espiritual en el conocimiento de Dios.

Sin duda, esta interesante figura de San Juan Evangelista, el patrón de los jóvenes cofrades, amplía y acrecienta el rico patrimonio artístico de las cofradías jerezanas.


BIBLIOGRAFÍA

(1) CARMONA MUELA, Juan. Iconografía Cristiana, Guía Básica para Estudiantes, Akal. S.A., Madrid, 2010.

(2) FERGUSON, George. Signos y Símbolos en el Arte Cristiano, Emecé, Buenos Aires, 1956.

(3) GARCÍA ROMERO, Francisco Antonio y VEGA GEÁN, Eugenio José. Flagelación y Amargura de Jerez de la Frontera, Hermandad de la Sagrada Flagelación, Jerez de la Frontera (Cádiz), 2003.

(4) JÁCOME GONZÁLEZ, José y ANTÓN PORTILLO, Jesús. “A Vueltas con la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de Jerez de la Frontera: Su Fundación y la Adquisición de la Imagen Titular”, en Jerez en Semana Santa, nº 11, Hermandad del Santo Crucifijo, Jerez de la Frontera, 2007, pp. 491-502.

(5) MORENO ARANA, José Manuel. "Francisco Camacho Mendoza", en Revista de Historia de Jerez, números 14 y 15, Centro de Estudios Históricos Jerezanos, Jerez de la Frontera (Cádiz), 2009.

(6) RÉAU, Louis. Iconografía del Arte Cristiano, Ediciones del Serbal, 2000.

(7) Página web del escultor imaginero Salvador Madroñal Valle: www.imaginero-smadronal.com.

 

 

Fotografías de Jesús Salido, Juan Venegas Piña y Salvador Madroñal

 

Nota de La Hornacina: Pedro Ignacio Martínez Leal es Doctor en Historia del Arte. La imagen de
San Juan, presentada en este portal el 3 de Abril de 2009, fue bendecida el pasado 22 de Marzo de 2011.

 

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