EL ESCULTOR DIEGO ROLDÁN Y LA ERMITA DE SAN TELMO, DE JEREZ DE LA FRONTERA
Antonio de la Rosa Mateos y José Jácome González
Ecce Homo. Cajonera de San Miguel (Fotografía de Antonio de la Rosa) |
Dolorosa. Cajonera de San Miguel (Fotografía de Antonio de la Rosa) |
Abordamos en este artículo la atribución de unas imágenes que se veneran en la Ermita de San Telmo, de Jerez de la Frontera, concretamente en el Sagrario, al escultor Diego Roldán y Serrallonga, partiendo de las similitudes que presentan con otras tallas de este artista, particularmente con la Dolorosa titular de la Hermandad de la Expiración, Nuestra Señora del Valle, atribuida a este artífice del barroco (1). Este artista había nacido en Sevilla en torno al año 1700, siendo hijo de Marcelino Roldán y Josefa Serrallonga y primo de Pedro Duque Cornejo y Roldán. Su aprendizaje se inició en el taller familiar de su tío Pedro Roldán el Mozo, hijo del celebérrimo maestro escultor Pedro Roldán el Viejo, y con su otro tío José Felipe Duque Cornejo, padre de Pedro Duque Cornejo, que en su condición de primo de mayor edad, pudo haber ejercido de instructor en sus primeros pasos en el oficio. Posiblemente, en los años 1720-1721 debió obtener el grado de maestría en el arte de la escultura, si bien su escaso virtuosismo, le animó, ante la feroz competencia de los representantes de este gremio en la capital hispalense, a demostrar su valía profesional -amparado en la estela del legendario apellido Roldán-en nuestra ciudad, fusionando su estilo aprendido en el taller familiar, con las formas implantadas por los artistas locales del momento (2). Pese a lo dicho en el anterior párrafo es un artista de referencia para el estudio de la arquitectura de retablos y la escultura del siglo XVIII en la comarca, particularmente por el barroquismo de sus formas roldanescas, muy del gusto popular y apreciado por sus comitentes. En sus obras se muestran unas formas muy artificiosas, más aparentes y efectistas, logrando movimientos muy forzados, escasamente veraces, muy distorsionados, que revelan en ocasiones sus propias limitaciones, sin alcanzar las altas cotas de consideración de otros representantes de su saga familiar. Su primera obra documentada en nuestra ciudad es el Relieve Escultórico del Retablo de las Ánimas (3) de la Parroquia de Santiago, fechado en 1722 y hoy desaparecido. Especial interés tiene para esta investigación, la obra documentada de este artista, correspondiente a la decoración e imaginería de reducido formato para el mobiliario litúrgico, como la Cajonería de la Sacristía de la Parroquia de San Miguel, realizando las tallas del Ecce Homo, una Dolorosa y los Querubines en el año 1725 (4), o los Relieves de la Sillería de San Lucas. Podríamos ampliar notablemente el elenco de otras obras escultóricas, que ejecutó en compañía de otros afamados artistas de la arquitectura sagrada, entre los que citamos a Agustín de Medina Flores, en el Retablo del Rosario de los Montañeses (5), del jerezano convento de Santo Domingo, contratado en 1740. |
Santo Domingo. Retablo de Santo Domingo (Fotografía de Antonio de la Rosa) |
Santa Catalina. Retablo de Santo Domingo (Fotografía de Antonio de la Rosa) |
Centrándonos en el objetivo de este trabajo de investigación, nos detendremos en la atribución de la Dolorosa del Valle a las gubias de este artista. Al día de la fecha la única Dolorosa que está documentada como obra de este escultor, es la de la Hermandad Servita de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de Lebrija, bajo la advocación de los Dolores, constando la siguiente inscripción en el interior de su rostro: "Esta mascarilla fue realizada por D. Diego Roldán en 1758", dato descubierto por el restaurador jerezano Isaac Navarrete en 1986, tras la restauración de esta imagen (6). Esta talla revela detalles, entre los que encontramos la ligera separación de los ojos, cejas finas y alargadas, así como la singular nariz recta, de caballete afilado y marcada “V” entre las cejas, rasgos que comprobamos en las imágenes dolorosas de la Santísima Virgen de la Esperanza de la Yedra (7) y del Valle, ambas en Jerez, o la Dolorosa del Convento Regina Coeli (Franciscanas Descalzas) de Sanlúcar de Barrameda (8), todas atribuidas a este autor. Otra de las imágenes atribuidas a las gubias de Diego Roldán y muy similar a la Virgen del Valle jerezana, es la intitulada de la Soledad (9) de la sanluqueña Cofradía del Santo Entierro, realizada muy probablemente en la década de 1750. A pesar de que la Dolorosa del Valle ha sido restaurada en varias ocasiones, las últimas por parte de Ramón Chaveli Carreres (10), Juan Bernabé de Britto y Francisco Buiza (11), afortunadamente contamos con una fotografía, fechada en el año 1926 y anterior a estas intervenciones, que denota aún más si cabe las semejanzas con las obras escultóricas de Diego Roldán, concretamente, observamos la sinuosidad de sus cejas, sus almendrados ojos de mirada perdida, sus labios ligeramente entreabiertos y curvados hacia abajo, mostrando un evidente dramatismo. La Hermandad conserva unas manos anteriores a las actuales de esta Dolorosa, que descartamos que sean las primitivas, pues no hay más que comparar los testimonios gráficos citados (año 1926) y las citadas manos para contrastar tal aseveración, pudiendo proceder de alguna de las intervenciones, que ha sufrido esta imagen desde aquella fecha. Sin embargo, sí constatamos la gran similitud entre la mano izquierda de la Dolorosa del Valle, que se muestra en la fotografía fechada en 1926, y la mano izquierda de la Santísima Virgen de la Esperanza de la Yedra (12), atribuida con fundamento a Diego Roldán. El parecido entre ambas tallas es evidente, a la vista de los testimonios gráficos anteriores a las diferentes intervenciones desde la segunda mitad del siglo XX (13). |
Esperanza de la Yedra. Jerez de la Frontera (Fotografía de Antonio de la Rosa) |
Dolorosa del Convento de Regina Coeli (Fotografía de José Miguel Sánchez Peña) |
En cuanto a las imágenes que se encuentran en el actual Sagrario de la ermita de San Telmo de una Dolorosa y un San Juan Evangelista, ambas de talla completa, ahuecadas en su parte posterior, con respaldo aplanado, lo que evidencia que formaron parte de la imaginería de un retablo. Estas efigies miden 1,10 metros de altura. Por lo que respecta a la Dolorosa, su rostro es muy similar a las imágenes de Diego Roldán, con los característicos ojos almendrados, cejas muy finas con marcada "V" central, nariz de caballete afilado y boca ligeramente entreabierta. Estos rasgos los podemos comprobar, con las diferencias evidentes entre ambas tallas, en la imagen de Santa Catalina de Siena, del retablo del Rosario, del monasterio de Santo Domingo, de nuestra ciudad, obra documentada de Diego Roldán. Destaca el tratamiento de las vestiduras, particularmente el recogido del manto, muy similar al de la túnica del Ecce Homo, de la cajonera de la sacristía, de la Parroquia jerezana de San Miguel, obra documentada de este escultor. Podemos observar cómo termina a la altura del pecho y es sostenido entre las manos entrelazadas de la imagen. De igual forma, el rostrillo es de similar factura al de la Dolorosa del citado mobiliario litúrgico de San Miguel, obra documentada de este mismo artista. A su lado, la imagen de San Juan Evangelista, en cuyo rostro se vuelven a repetir las facciones y rasgos distintivos de la obra de Diego Roldán, destacando el ondulado tratamiento del cabello, a grandes bucles y tallados sin gran detalle. De forma semejante a la Dolorosa, con la que conforma la "Sacra Conversación", su manto se recoge en el centro de su pecho, a la altura del cinto con el que se sostiene su túnica. Destacan ambas manos, cuyos dedos corazón y anular están muy juntos, rasgo distintivo en la obra de Diego Roldán, que podemos comprobar en la mano derecha de la Dolorosa de la cajonera de la sacristía de San Miguel. En ambas imágenes sobresalen sus miradas perdidas, obnubiladas, con ojos de grandes pupilas, en este caso, pintadas, sin tener ojos de pasta vítrea. Sus rostros denotan gran expresividad, de acusado dramatismo, acrecentando su dolor, sus labios entreabiertos. Curiosamente, la Dolorosa carece de lágrimas y no muestra rastros que pudieran dejar entrever la posibilidad de que las tuvo en origen. Destacan sus finos y esbeltos cuellos, sus rostros alargados de pómulos poco pronunciados y el marcado entrecejo, con llamativa depresión central. La imagen de San Juan la encontramos muy semejante a la homónima de la Hermandad del Nazareno, de Sanlúcar de Barrameda, cuya cabeza y manos realizó Diego Roldán en 1759 (14), por lo tanto, es una obra documentada, firme referente para esta atribución. Posteriormente, esta talla de la mencionada Cofradía sanluqueña ha sido restaurada con poca fortuna. En estas imágenes la policromía es muy rica y variada en sus motivos vegetales, que sobresalen sobre los tonos de fondo en colores ocres, azules y rojizos. En los estofados encontramos fieles reproducciones de los tejidos derivados de los brocados del siglo XVII y XVIII, con destacada importancia de los motivos florales, referencias del posible uso de patrones de la estampación textil (15). |
Virgen del Valle (Fotografía de Antonio de la Rosa) |
Soledad. Santo Entierro de Sanlúcar (Fotografía de Antonio de la Rosa) |
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Virgen del Valle (Fotografía del Archivo de la Hermandad) |
En el inventario del año 1829 de la Capilla de San Telmo se cita textualmente:
Por ende, en el altar mayor se veneraba el Santísimo Cristo de la Expiración en su urna o paso, y a ambos lados, las imágenes de la Santísima Virgen y San Juan, con coronas o diademas de lata, que son a las que nos referimos en este artículo más arriba, todas ellas de talla, componiendo un Calvario. El altar mayor (17) se había construido a principios del siglo XVIII, concretamente a partir de 1701 por el entallador Francisco Antonio de Soto, quien lo concluyó en 1705, siendo posteriormente, reformado y sustituido en los años 1806-1807, por otro retablo de manos del artista José Tejeda (18). En el altar de la Virgen, estaba la imagen titular del Valle, con su corona de plata, y la de San Juan, igualmente con su diadema de plata. Resulta del todo curiosa la existencia de tres imágenes bajo la misma advocación, a la que habría que sumar la que apareció emparedada en una hornacina de la Ermita (19). Gracias a un testimonio fotográfico, depositado en la Hermandad, se tiene constancia de la existencia de una imagen de vestir de San Juan Evangelista (20), posiblemente del siglo XVIII, hoy no conservada, que a principios del siglo XX se depositó en el convento de las MM. Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús (21), de nuestra ciudad. Esta última talla se sustituyó por la actual, donada por doña Ramona Asencio, esposa del Mayordomo de la Cofradía, D. Antonio Pérez Cascales, que la adquirió expresamente para la capilla y mayor esplendor de la procesión (22). Esta imagen en su pecho tiene la siguiente inscripción: "Donativo D Doña Ramona Asencio. 1894". Ha sido restaurada en 1978 por Francisco Pinto y, posteriormente, a mediados del año 2001 por Enrique Ortega Ortega (23). |
Dolorosa y San Juan Evangelista del Sagrario de la Ermita de San Telmo (Fotografía de Antonio de la Rosa) |
Otra de las imágenes, que encontramos en las dependencias interiores de la Capilla de San Telmo y que podemos atribuir a las gubias del escultor Diego Roldán, salvo mejor fundamento, es la talla de un Crucificado, de 42 cms. de altura, de factura muy similar al Cristo de la Vera Cruz (24), de Rota, obra de Diego Roldán, fechada en 1726, y las atribuciones del Crucificado de la Lanzada (25), en el convento del Carmen, y el Crucificado de la Sacramental de la Parroquia de Santiago (26), en Jerez de la Frontera. Este Crucificado de la Capilla de San Telmo, se representa ya muerto, con cierto desplome del cuerpo y con ligero esviaje a la izquierda. El tratamiento anatómico muy similar en las tallas antes referidas, particularmente, en el torso y pecho, destacando las heridas de la espalda, codos y rodillas, con grandes laceraciones, amoratados y casi idénticos y repetitivos goteos de sangre, con escaso verismo, mayormente en el dorso. Su posición sobre el madero de la cruz, denota gran serenidad, a pesar del barroquismo de la imagen, que podríamos fechar en torno al segundo tercio del siglo de las luces. Las heridas y secuelas del cruel martirio de la crucifixión quedan aminoradas por la templanza y resignación, que refleja la cara del Salvador. La cabeza, ladeada y recostada sobre el hombro derecho, muestra gran detalle en la elaboración del cabello, dividiéndose la frondosa melena en dos partes desde el centro de la frente y formando unos grandes mechones ondulados que caen sobre la clavícula derecha. El resto del pelo se recoge abundantemente sobre el lado izquierdo formando grandes bucles, de gran perfección artística, dando una sensación de movimiento y realismo. La barba, no muy poblada, se conforma con dos mechones con separación bífida poco acusada en la barbilla, al igual que el bigote, que muestra una separación pronunciada bajo la nariz, dividiéndolo en sendas porciones de cabello. La boca, aparece entreabierta, dejando entrever levemente su interior. La ejecución del cabello es muy semejante al del Cristo de la Lanzada, en las ondulaciones acusadas del lateral izquierdo de la cabeza, así como en la melena suelta y recogida en la nuca, que se repite en ambas imágenes. Actualmente, la imagen carece de corona de espinas, desconociéndose si la tuvo en origen, siendo muy probable que la tuviera como aditamento iconográfico. Sobre el tórax, costillas y piernas son muy abundantes los detalles de las heridas, caídas, regueros de sangre, hematomas de golpes sufridos, muestras de las ataduras, por ejemplo, sobre los tobillos. La posición de los brazos, en total abatimiento, formando una triangulación pronunciada sobre el eje central del torso nos evidencia que el artista quiso reflejar los instantes inmediatos a la agonía de este drama, es decir, los momentos en los que era ya imposible sostenerse sobre el madero, acrecentado por la asfixia a consecuencia de los desgarros en las manos y pies, éstos últimos -incluso- sin sustentarse sobre el supedáneo. El intenso dolor y sufrimiento queda igualmente patente en las manos, con las palmas cerradas y dedos flexionados hacia el interior. Asimismo, lo podemos observar en los pies, compuestos por unos dedos muy largos, y con gran acento sobre las articulaciones de éstos. Por último, no podemos olvidar la originalidad del sudario de la imagen, que se recoge en amplios vuelos por detrás de la cadera izquierda, quedando casi a la altura de la rodilla, proporcionando una sensación de movimiento, como si se moviera por la acción del viento, dejando ampliamente al descubierto ambas caderas. Este realismo, a la par tan barroco y dramático, se aleja de la serenidad de los Crucificados del barroco clásico instaurado por Montañés. De factura similar, el Crucificado que se venera en la cajonera de la sacristía de la Parroquia jerezana de San Miguel, que atribuimos a Diego Roldán, a pesar de que no se menciona expresamente entre las imágenes ejecutadas por este artista en el Libro de Cuentas de esta iglesia (27). Esta efigie tiene una altura de 55 cms. (de cabeza a los pies) y 67 cms. desde las yemas de los dedos de la mano derecha a los pies. Sin embargo, quedan patentes las similitudes con la imagen del Santísimo Cristo de la Lanzada, atribuido a Diego Roldán, como ya indicábamos, particularmente en la disposición del sudario, de las piernas, pies y tratamiento de las llagas. Los rasgos iconográficos y de estilo se vuelven a repetir, salvo en la disposición de los dedos de las manos de esta talla, que aparecen extendidos y, en algunos, casos muy distorsionados. |
Crucificado de la Ermita de San Telmo (Fotografías de José Miguel Sánchez Peña y Antonio de la Rosa) |
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Comparativa del Crucificado de la Ermita de San Miguel con el Crucificado de la Lanzada (imagen central) (Fotografías de Antonio de la Rosa y Miguel Ángel Castaño) |
Otra de las imágenes que atribuimos, al igual que otros investigadores (28), a Diego Roldán es el Crucificado de la Salud que se venera actualmente en la iglesia jerezana de San Lucas, antiguo titular de la extinta Cofradía de los Dolores. Dicha Hermandad se había fundado en el año 1744 (29) en el antiguo y desaparecido Monasterio de Belén. Esta imagen fue recuperada por la Hermandad de las Tres Caídas en el año 1992, al considerarse continuadora histórica de la primitiva Cofradía de los Dolores. Con anterioridad estuvo en el Asilo de San José (30) y la Parroquia de las Nieves, siendo restaurada en el año 1995 por el matrimonio Navarrete. Pese a que recientemente ha sido atribuida a las gubias de Francisco Camacho Mendoza (31), no compartimos, salvo mejor fundamento, tal atribución por cuanto consideramos las similitudes que presenta esta talla en el tratamiento del cabello de la barba, boca y nariz, posición de los pies y disposición de las heridas, con la imagen del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, de Rota, talla documentada de Diego Roldán. Asimismo, con la efigie del Santísimo Cristo de la Lanzada, del convento jerezano del Carmen, atribuida a Diego Roldán. Por parte del taller de restauración Ressur (32), se nos ha facilitado el informe elaborado previo a su restauración, en el que se indica expresamente la atribución a Diego Roldán, por la que se decantaron, si bien ponen de manifiesto la vinculación de esta talla con Francisco Camacho Mendoza por parte de otros estudios. Este artículo supone un nuevo avance en el estudio y puesta en valor de la imaginería barroca de nuestra ciudad y, especialmente, de la figura, algo denostada, del escultor Diego Roldán. |
Crucificados de la Salud, de la Vera Cruz de Rota (Cádiz) y del Asilo (Fotografías de Antonio de la Rosa y Miguel Ángel Castaño) |
BIBLIOGRAFÍA (1) AROCA VICENTI, Fernando: "La historia del arte en Jerez en los siglos XVIII, XIX y XX" en VV.AA. Historia de Jerez de la Frontera. Tomo III. "El Arte en Jerez". Cádiz, 1999. Pág. 128. (2) CRUZ ISIDORO, Fernando: "Aproximación a la vida y obra del escultor dieciochesco Diego Roldán Serrallonga" en Carrera Oficial. Revista independiente de la Semana Santa. Cádiz, 2007. Pág. 42. (3) ROMERO DE TORRES, Enrique: Catálogo monumental de la provincia de Cádiz. Madrid, 1934. Pág. 421. (4) SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito: "Papeletas para una serie de artistas regionales" en Guión, año III. Jerez de la Frontera, 1934 y ss. Segunda serie. Número 82. (5) JÁCOME GONZÁLEZ, José y ANTÓN PORTILLO, Jesús: “El retablo de la Capilla del Rosario de los Montañeses “, en Jerez en Semana Santa. N.º 10. Jerez de la Frontera, 2006. Pág. 236-237. CRUZ ISIDORO, Fernando: Op. cit. Pág. 45. (6) POMAR RODIL, Pablo, BAZÁN FRANCO, Francisco L. y GARCÍA BRENES, Francisco J.: Nuestra Señora de la Esperanza. Proceso de restauración. Junta de Andalucía. Delegación Provincial de Cultura de Cádiz. Jerez de la Frontera, 2006. Pág. 15-24. (7) RODRÍGUEZ DUARTE, Carmen. El Convento de Regina Coeli. Un Modelo de Vida Monástica en la Sanlúcar del Barroco. Sanlúcar de Barrameda, 1998. Pág. 292-293. (8) CRUZ ISIDORO, Fernando: Op. cit. Pág. 46. (9) DE LA ROSA MATEOS, Antonio: "Nuevas aportaciones sobre el escultor Ramón Chaveli en Jerez" en Revista El Penitente. Número 4. Jerez de la Frontera, 2010. A tenor de la factura encontrada en el Archivo de la Hermandad del Cristo de la Expiración, que data de 21 de diciembre de 1943, Chaveli le cambió los brazos a la imagen de Nuestra Señora del Valle, con un coste de 450 pesetas, siéndole abonado por el hermano Antonio Muñoz García, a modo de donativo a la Hermandad. Con anterioridad también la había restaurado, sin detalle del alcance de esta intervención, Chaveli en el año 1941, por cuyos trabajos se le pagaron 100 pesetas. (10) DE LA ROSA MATEOS, Antonio: El escultor Ramón Chaveli Carreres (1879-1947). Asociación Pública de Fieles de la Sagrada Mortaja. Jerez de la Frontera, 2005. Pág. 74. Según información facilitada por José Guerra Carretero, Chaveli restauró la Virgen del Valle de forma sustancial, ya que le hizo un cuerpo completo de talla y sólo le dejó la antigua mascarilla, “prueba de ello es que la imagen está firmada por él, y el cuerpo es de escuela valenciana, con pies tallados con sandalias cogidas con unas cintas celestes”. (11) Archivo de la Hermandad del Stmo. Cristo de la Expiración de Jerez de la Frontera (en adelante, A.H.H.C.E.J.F.): Contrato de la Hermandad con el escultor Francisco Buiza Fernández en 1982 para la restauración de la Dolorosa del Valle. En este documento, fechado el 5 de octubre de 1982, se estudió la restauración consistente en:
Este estudio se sometió a Cabildo General el 12 de noviembre de aquel año, siendo aprobada la restauración por este artista por mayoría de los hermanos. (12) POMAR RODIL, Pablo, BAZÁN FRANCO, Francisco L. y GARCÍA BRENES, Francisco J.: Nuestra Señora de la Esperanza... Op. cit. Pág. 21, 23 y 60. (13) POMAR RODIL, Pablo, BAZÁN FRANCO, Francisco L. y GARCÍA BRENES, Francisco J.: Nuestra Señora de la Esperanza... Op. cit. Pág. 24 y 25. (14) CRUZ ISIDORO, Fernando: Op .cit. Pág. 48. (15) MORENO ARANA, José Manuel: La policromía en Jerez de la Frontera durante el siglo XVIII. Universidad de Sevilla, 2010. Pág. 73. (16) A.H.H.C.E.J.F. Caja documentos históricos. Siglas Secciones V y VI. Carpeta V-7. Inventario de 3 de julio de 1829. (17) REPETTO BETES, José Luis: El Cristo de Jerez. Pontificia y Real Hermandad y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Expiración, María Santísima del Valle y San Juan Evangelista. Jerez de la Frontera, 1997. Pág. 216-217. (18) REPETTO BETES, José Luis: Op. cit. Pág. 287. (19) REPETTO BETES, José Luis: Op. cit. Pág. 54 y 493. (20) REPETTO BETES, José Luis: Op. cit. Pág. 57-58. La Cofradía ha tenido varias imágenes de San Juan Evangelista. La primera que se tiene constancia se encarga en el año 1660, obra de Luis Salgado, con encarnadura de Miguel Jerónimo. (21) A.H.H.C.E.J.F. Acta de 9 de enero de 1916. (22) Periódico El Guadalete, 9 de abril de 1895. Jerez de la Frontera. Pág. 2. (23) A.H.H.C.E.J.F. Actas de 16 de diciembre de 1977, 17 de febrero de 1978 y 25 de abril de 2001. (24) CRUZ ISIDORO, Fernando: Op. cit. Pág. 44. (25) AROCA VICENTI, Fernando: Op. cit. Pág. 128. (26) POMAR RODIL, Pablo y MARISCAL RODRÍGUEZ, Miguel A.: Jerez: Guía artística y monumental. Madrid. Sílex, 2004. Pág. 79. (27) SANCHO DE SOPRANIS, Hipólito: Op.cit. (28) POMAR RODIL, Pablo J. / MARISCAL RODRÍGUEZ, Miguel A. Jerez: Guía artística y monumental. Sílex ediciones. Madrid, 2004. Pág. 78. (29) ESPINOSA DE LOS MONTEROS SÁNCHEZ, Francisco: "La fundación de la Hermandad del Cristo de la Salud y de los Dolores", en Diario de Jerez. 12 de abril de 2006. Pág. 16. (30) Al Asilo llegó tras la desamortización de Mendizábal. (31) MORENO ARANA, José Manuel. "Aproximación al imaginero Diego Roldán Serrallonga", en Jerez en Semana Santa. N.º 10. Hermandad del Santo Crucifijo. Jerez, 2006. Pág. 354. (32) BAZÁN FRANCO, Francisco y GARCÍA BRENES, Francisco: Informe para la restauración del Santísimo Cristo de la Salud. Hermandad de las Tres Caídas. Jerez de la Frontera, 2010. |
San Juan. Cofradía del Nazareno de Sanlúcar (Fotografía de José Miguel Sánchez Peña) |
San Juan. Hermandad del Cristo (Fotografía del Archivo de la Hermandad) |
Nota de La Hornacina: los autores del artículo, Antonio de la Rosa Mateos y José Jácome González, son integrantes del Centro de Estudios Históricos Jerezanos. |
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