El Concilio de Trento supuso un fuerte respaldo a la invocación y veneración, tanto de las imágenes como de las reliquias de la Virgen María y de los santos, algo que se vendría dando desde los inicios del Cristianismo. Esto surgiría como respuesta al repudio que de ellas hacían los protestantes basando sus alegatos en el fomento de la idolatría. Desde este tiempo sería próspero el mercado de reliquias por el mundo cristiano hasta el punto de producirse un tráfico ilegal alentado por las falsificaciones que terminarían surgiendo.

La situación se acentuó debido a la fuerte expansión postridentina de las órdenes religiosas y a la mentalidad maravillosista del Barroco. A partir de ahora, además de las reliquias custodiadas en las catedrales, las iglesias y los conventos, aparecerían otras de minúsculo formato para las que se fabricarían expresamente pequeños relicarios-joya encargadas para las devociones particulares. Estos colgantes cubrirían la necesidad de los fieles de poseer, venerar y mantener cerca de sí fragmentos de reliquias con una finalidad protectora.

Con todo, la posesión de reliquias verdaderas, (o "vestigia") no estuvo al alcance de todo el mundo. Por esta razón proliferaron una serie de medallones devocionales parecidos a los relicarios, donde la reliquia sería sustituida por la imagen de la Virgen o de Cristo.

Predominaron los de forma oval, normalmente hechos de plata o plata sobredorada, con ventanas. Solían tener dos vidrieras de cuarzo hialino, una por cada cara, que permitían ver su contenido, siendo algunos de ellos abrideros. Se remataban en su parte más alta por un asa o argolla, para poder colgarlos de una cadena. Bajo las ventanas de cristal, a veces biselado, se situaban las reliquias o figuras de bulto sobre un forrado de telas ricas. El conjunto interior se adornaba a veces con delicadas labores conventuales de papelillo y flores secas, con hilos metálicos, lentejuelas y cartones recortados en miniatura.

Realmente, los relicarios y medallones serían bastante frecuentes y muchos pasaron a la indumentaria de las imágenes de la Virgen de una manera natural. La colocación a veces era algo caótica, por la cantidad de ellos que se le prendían a la imagen. Normalmente eran fijados o cosidos a los revestimientos textiles de la talla, añadiéndoles un lazo de tela o pasamanería como remate. Pero otras veces la cantidad de ejemplares era tal que se colgaban de unas cadenas colocadas normalmente en horizontal, a modo de guirnaldas.

En aquellas ristras era habitual ver también otro tipo de piezas que nada tenían que ver con el carácter devocional de los medallones, tales como higas, cascabeles, ramas de coral o amuletos de todo tipo, con un marcado carácter protector.

Realmente, las joyas devocionales surgirían con el cometido claro de acercar al fiel a Dios. Actuarían como una herramienta cercana y tangible que conectaría al devoto con la divinidad representada en la alhaja, sin necesidad de acudir a un lugar de culto ni tener a la devoción enfrente. Sin embargo, desde el momento que una joya le es ofrecida a la Virgen, pasará a ser complemento de su indumentaria, y como ya sabemos, parte indisoluble de su iconografía también.

La vestimenta, los atributos propios de Reina y las joyas actuarán como un todo que facilitará la conexión y acercará la figura de la Virgen María a sus devotos. Es decir, que se dará la circunstancia concreta para las alhajas de colaborar en el vínculo con lo sagrado en ambos momentos, y en los dos sentidos. Esto es, por sí mismas en un sentido ascendente del fiel a la Virgen, y como parte integrante del icono mariano en sentido descendente, desde éste al devoto.

Actualmente podemos disfrutar de una interpretación contemporánea de un medallón devocional que tiene como motivo principal una miniatura grabada sobre marfil de la Patrona de Ronda, la Virgen de la Paz. La pieza, de forma ochavada, es abridera y está realizada en plata de ley chapada en oro y en su color, con un fondo segueteado enriquecido con tela bordada, que se puede apreciar tanto en el anverso como en el reverso.

Ha sido ejecutada por la firma de joyas elOribe y estará expuesta hasta el próximo día 29 de mayo de 2022 en la muestra colectiva de arte EXPO PAZ. DESDE TIEMPO INMEMORIAL, que está teniendo lugar en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Ronda (antiguo Convento de Santo Domingo). La exposición ha sido organizada por la Cofradía de Nuestra Señora de la Paz de Ronda (Málaga) en torno al 75 aniversario de la coronación pontificia y patronazgo de la Virgen. La muestra, de carácter benéfico, está comisariada por Alejandro Martín y reúne un ramillete de excelentes obras de artistas de primer nivel.

NOTAS

Luis Prieto Sánchez es coautor, junto a Isabel Núñez Díaz, del libro "Las joyas en el vestir de la Virgen" (Ediciones Almuzara, 2020).