UNA ROSA PARA SANLÚCAR DE BARRAMEDA

Luis Prieto Sánchez (13/08/2023)


 

 
 

 

Con motivo de su besamanos, María Santísima del Rocío, la excepcional dolorosa que tallara el escultor e imaginero sevillano Darío Fernández para la Agrupación de la Tercera Caída de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) estrena una bonita joya donada por una familia devota de la cofradía. Se trata de una rosa de pecho acorazonada y coronada, una alhaja de plata de ley chapada en oro con esmaltes y perlas realizada por la firma de joyas elOribe.

La pieza responde al esquema clásico que se viene dando en esta tipología desde el siglo XVII. Es decir, posee forma acorazonada recortada por roleos de hojarasca que en este caso giran alrededor de una paloma del Espíritu Santo esmaltada, como alusión explícita a su advocación. Se remata la joya con corona perlada y tres gráciles flores de jara en tembladera, también con terminación de esmalte. Destaca el trabajo de la parte trasera de la pieza, con una esmerada labor de calado a mano formando galerías, un recurso de oribes (1) que la firma de joyas jerezana ha hecho su seña de identidad.

Como elemento singular, contiene un fragmento de un manto de tela brocada perteneciente a la Virgen del Rocío de Almonte que los donantes quisieron incluir a modo de reliquia. Sobre ella se puede leer "EN VOS, VIRGEN DEL ROCIO, TENGO MI ESPERANZA", rememorando una leyenda de un antiguo guion de la Hermandad del Rocío de Sanlúcar de Barrameda, que es madrina de esta incipiente corporación.

 

 
 

 

Desde el barroco en España, las rosas se vestían adornando distintas partes de la zona pectoral de las damas. Se colocaban centradas en el pecho, aunque terminarían subiéndose al borde del escote a finales del siglo XVII. Fueron piezas muy habituales, describiendo a veces también formas octogonales, cuadradas y rectangulares, que podían disponer o no de "ventana". Con el tiempo los cercos que rodeaban a esas ventanas fueron evolucionando y ganando presencia, llegando a darse estructuras caladas muy voluminosas y ricas. A veces podía añadirse un copete o morrión metálico, o también una almendra colgando por su parte baja, a modo de "pinjante" (2), lo que hacía que se viese modificada su primitiva forma redondeada.

Estas joyas iban a ser realizadas principalmente en oro o en plata, en planchas caladas y cinceladas, normalmente enriquecidas con piedras o perlas, y podían adoptar también forma acorazonada. Fueron concebidas exclusivamente para el adorno, dejando a un lado cualquier vinculación devocional, aunque a veces se puedan encontrar ejemplos con motivos piadosos, dado que la sociedad española del momento viviría profundamente el hecho religioso. Genéricamente se les puede llamar también "broches", aunque realmente no lo serán ya que no se trata de piezas para el cierre, sino que son alhajas sin otra función más que la ornamental. Se colocaban prendidas y cosidas al tejido, llevando a veces pasadores o asas para facilitar la tarea, y también vistosos lazos textiles de remate (3).

 

 

Las "rosas acorazonadas" serían una evolución del modelo de rosa. A finales del XVII, sobre todo en los ambientes más selectos, las rosas de pecho irían adquiriendo un perfil triangular invertido. La base de este triángulo, una vez prendida la joya, recorrería la línea horizontal del escote del vestido, lo que más adelante evolucionaría hacia las piezas denominadas como "petos" o "alamares". Sin embargo, a medio camino entre la rosa y el peto, aparecería esta curiosa alhaja con la forma en "uve" característica y con diseño de hojarasca y adornos de piedras preciosas a la moda del momento. Exclusivo en estas piezas será un copete de remate convertido en corona que las va a hacer muy singulares. Hablamos de la Rosa Acorazonada Coronada.

En general estas "rosas coronadas" suelen tener un único cuerpo sobre el que se remachan botones engastados de piedras, normalmente esmeraldas o diamantes. Aunque existen ejemplos posteriores, el modelo acorazonado con corona debió fraguarse hacia los años ochenta del siglo XVII, si tenemos en cuenta el dibujo n º 1 del folio 29 del Códice de Guadalupe (imagen superior), que recoge un ejemplar de filigrana de oro y perlas de esta época.

 

 

Existen en España ejemplares muy espectaculares de esta curiosa tipología custodiados en varios joyeros marianos. Hay que resaltar el de Nuestra Señora de los Remedios de Antequera (imagen superior), de oro cincelado, esmaltes y esmeraldas con flores en tembladera, los existentes en el joyero de la Virgen del Socorro de Córdoba, con esmeraldas y esmaltes, o los que posee la también cordobesa Virgen del Carmen de San Cayetano, de filigrana de oro y aljófar (4), poseyendo otra rosa de oro y rubíes.

Destaca por su tamaño y riqueza el que se custodia en el joyero de la Virgen de Gracia de Carmona (imagen inferior), al que Sanz Serrano se referirá como "Broche acorazonado". Se trata de una pieza de grandes dimensiones (13,5 x 8,5 cm) de oro y diamantes de impecable factura, posiblemente proveniente de un obrador andaluz, aunque está carente de la marca del oribe. Está fechada a finales del siglo XVII o principios del XVIII, encontrándose en perfecto estado de conservación. Responde formalmente a su tipología, formada por una estructura triangular de oro calado y cincelado con formas vegetales, con engastería de diamantes. Está rematada por una esbelta corona con cinco imperiales cuajados igualmente de brillantes. Podemos comprobar aquí que debió ser habitual en estas piezas que el reverso, aun cuando fuera una zona que nunca iba a quedar a la vista, se ornamentara también. Unas veces con esmaltes y otras, como es el caso, con un meritorio trabajo de grabado a buril.

Otros ejemplos a destacar de rosas acorazonadas encontramos en el joyero de la Virgen de Argeme, de Coria (Cáceres), o en el de la Virgen de la Cabeza de Rute (Córdoba), ambas de oro y enriquecidas con aljófar. O también en las dos rosas antiguas, una de esmeraldas y otra de diamantes, que Cayetano González incluyera en 1934 en el diseño de la corona de coronación de la Virgen de Araceli de Lucena (Córdoba).

Como hemos visto, aunque las rosas de pecho fueron piezas muy usuales en su tiempo, habiendo llegado a nuestros días algunos modelos conservados sobre todo en los ajuares marianos españoles, pensamos que posiblemente desde el siglo XVIII no se hayan ejecutado ejemplares de nueva hechura como éste que nos ocupa, algo de lo que todos debemos congratularnos. Así también, de que agrupaciones como la de la Tercera Caída de Sanlúcar de Barrameda u otras tantas apuesten por la calidad, ya sea para la ejecución de sus titulares como para la ampliación de su patrimonio en general, como aquí queda demostrado. Esto hace que todos debamos estar de enhorabuena.

 

 


 

NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA

(1) Oribe u orive: aquel que trabaja el oro.

(2) Pinjante: colgante único de perla o con forma almendrada.

(3) PRIETO SÁNCHEZ, Luis y NÚÑEZ DÍAZ, Isabel. Las joyas en el vestir de la Virgen, Córdoba, Editorial Almuzara, 2020, p. 188.

(4) Aljófar: perlas diminutas.

 

 
 

 

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