LA DEVOCIÓN A LA SANTA CRUZ EN LORQUÍ (MURCIA)

Carmelo Martínez Marín


 

 

RAÍCES POPULARES DE LA DEVOCIÓN A LA SANTA CRUZ

La devoción a la Santa Cruz es consustancial al mensaje evangélico. La liturgia católica la promueve y hace que presida todas las grandes celebraciones. El pueblo llano la ha tenido siempre como un signo de identidad religiosa y un exvoto contra el mal.

Santiguarse ante un acontecimiento inesperado, al pasar delante del templo o a la salida del mismo, hacer la señal de la cruz sobre los alimentos, hacer conjuros contra las tormentas haciendo la cruz con sal, llevar pendientes del cuello un crucifijo, bautizarse con el nombre de Santa Cruz, hablar "de la cruz que debemos llevar cada uno", que la cruz corone lápidas, ataúdes, panteones, etcétera, es algo muy habitual entre los cristianos y, por tanto, habitual en la cultura de nuestros pueblos, entre ellos, Lorquí.

 

 

CONSTATACIÓN HISTÓRICA 

Desde el año 1665 se tiene constancia escrita de que en Lorquí se rendía culto a un Cristo, obra del escultor Diego Espinosa por valor de 400 reales. En el año 1721 se habla por primera vez del acto del Desenclavamiento, lo que nos indica tanto que la imagen cristífera era articulada, como del culto a la Cruz. Ya por entonces se celebraría, al menos, la procesión del Santo Entierro pues, en la visita de 1723, se manda hacer "unas andas, a modo de sepulcro, en color negro". Podemos deducir que en dicho cortejo debía aparecer una Cruz exenta y vacía con sudario, tal y como la conocemos en la actualidad en el cortejo de Viernes Santo.

En la segunda mitad del siglo XIX se levantó un Vía Crucis desde las afueras del pueblo hasta la cima de uno de los cabezos que por eso pasó a llamarse de los Pasos o de la Ermita. Ésta representaba la última estación y en su interior se veneraba una pequeña imagen de la Piedad al pie de la cruz. Tras la Guerra Civil desaparecieron las estaciones y la ermita y tan solo se colocó una gran cruz en su lugar. El tiempo y la dejadez hicieron que también desapareciese este signo religioso.

Cuentan los mayores que, a los pies del monumento, Jueves y Viernes Santos era costumbre colocar un crucifijo cubierto por un velo al que se besaba como forma de rendir reverencia. En la procesión de Jueves Santo han sido tradicionales los penitentes descalzos. Dicho acto puede remontarse al origen de nuestra Semana Santa. 

El Sábado Santo era costumbre entre muchos vecinos creyentes de Lorquí abrir las puertas de par en par para que el sacerdote los visitase para bendecir las casas y expulsar los malos espíritus el día en el que Cristo estaba muerto. El presbítero, tras un responso, derramaba agua bendita; los asistentes al acto se santiguaban y los que podían daban una limosna. Otra manifestación tradicional y antiquísima consiste en santiguarse y tomar agua bendita al entrar al templo. Incluso, cuando se ponía el primer pie en los portales de la iglesia se rezaba esta oración: "Entro Señor, entro, a tu casa y santo templo. El agua bendita voy a tomar, para que mis pecados se me puedan perdonar" (mientras se rezaba esta oración se hacía la señal de la cruz).

Las visitas periódicas de los misioneros a la villa de Lorquí también fomentaron la devoción a la Santa Cruz. En las procesiones que organizaban hacían llevar a los asistentes una cruz en la mano. Testimonio de estos hechos es la Cruz que sobre la puerta de acceso al campanario recuerda las misiones jesuitas de 1974. La cruz preside distintos espacios del templo y estancias parroquiales: el altar mayor, la sacristía, los salones parroquiales, el sagrario de la capilla del Santísimo e incluso varias capillas tienen una cruz sobre el altar. No obstante, la Cruz está presente de modo institucional en todos los actos tanto civiles como religiosos de nuestro municipio. La Cruz de Santiago es el símbolo tanto de nuestra parroquia como de nuestro municipio: en el escudo de la villa una cruz corona un castillo.

Lorquí en 1380 pasará a pertenecer definitivamente a la Orden de Santiago; en 1445 es elevada a la categoría de Villa por Enrique IV y, en torno a 1505, se crea la Parroquia de Santiago. Y es que Lorquí, a pesar de su pequeñez, fue siempre encomienda independiente y autónoma, un enclave rodeado de señoríos laicos y religiosos y aislado de las otras posesiones que la orden santiaguista poseía en el antiguo reino de Murcia. Esto explica la fuerte vinculación santiaguista de la villa y por ende, con la Cruz que representa a este apóstol en España.

 

 

DEVOCIÓN A LA CRUZ EN LA ACTUALIDAD

El Vía Crucis penitencial de la noche de Miércoles Santo se realiza portando entre los fieles una gran Cruz arbórea de considerables dimensiones. Ésta, que sustituye en el cortejo, a la imagen del Nazareno, a su vez portador de una Cruz sobre sus hombros, recorre las angostas y empinadas calles de los cabezos de Lorquí, preludiando los días Santos por antonomasia del Jueves y Viernes Santos. 

Por tres veces pueden los fieles venerar al santo madero en la procesión del Jueves Santo: la Cruz de los Espejos, en la Cruz que porta sobre sus hombros la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno y en la Cruz sobre la que pende muerto el Cristo del Perdón. Como ya indicamos antes, el día cumbre de adoración de la Cruz es Viernes Santo tanto en la liturgia de los Santos Oficios, como en la procesión vespertina en la que el paso de la Santa Cruz vacía con sudario es parte consustancial de la procesión.  Además, en los últimos cinco años, el Crucificado del Perdón preside el altar mayor durante toda la cuaresma y se ha vuelto a representar el acto del Desenclavamiento la noche del Viernes Santo. 

En los Santos Oficios de Viernes Santo, el acto de la Adoración de la Cruz se ha solemnizado, si cabe, con la sustitución del Cristo de Celebración que preside el altar mayor por la imagen del Cristo del Perdón que ha presidido durante toda la Cuaresma: protagonizó la procesión de Jueves Santo y volverá a ser la imagen esencial de los actos de la noche. Dentro de la liturgia del día y llegado el momento de la Adoración de la Cruz, los cofrades del Cristo del Perdón llevan a hombros desde la capilla del bautismo, a los pies de la iglesia, la cruz con la imagen de Cristo cubierta por un paño morado para depositarla en el crucero del templo. Precedidos por el sacerdote celebrante, todos los fieles proceden a besar los pies del Cristo del Perdón, que exánime y clavado, todavía en la Cruz, no espera sino su Desenclavamiento y Entierro postreros que se realizarán horas más tarde. 

Desde hace cinco años, en la mañana del Domingo de Resurrección, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, procesiona la Cruz Triunfante como primer paso de la Procesión del Resucitado. De este modo, la misma Cofradía que procesionó la Cruz sobre los hombros del Redentor la noche de Jueves Santo y la Cruz vacía la noche de Viernes Santo, porta la Cruz gloriosa, la Cruz de vida, la mañana de la Resurrección. De este modo se recupera la Cruz florida del 3 de Mayo, y así, la Cruz que abrió las celebraciones con el Vía Crucis del Miércoles Santo es, también, la que cierra las celebraciones en la mañana de Pascua.

Desde hace tres años una peña huertana se ha encargado de recuperar la cruz de mayo. El 1 de Mayo es colgada en una de la ventanas de la fachada de la Parroquia para recordar esta devoción y esta antigua festividad.

 

 

EL DÍA DE LA CRUZ

La Cruz, como símbolo tanto de muerte como de vida, estaba muy presente en el mundo agrícola. El 3 de Mayo era junto con la "Despertá" de los auroros, en la noche del 30 de Abril, y con el Domingo de Resurrección, una de las grandes fiestas de la Primavera. Las familias realizaban sencillas cruces florales para colocarlas en puertas y ventanas como signo de bendición de las casas y ahuyentadora de los malos espíritus.

En el tiempo propicio para la buena maduración de las cosechas se realizaba una gran Cruz que, portada por el sacerdote, era llevada a la acequia mayor para sumergirla en el agua y bendecir huertas y cultivos. Esta tradición, tan común en otros municipios de nuestra Región de Murcia, no derivó en una ritualización de la misma y con el paso del tiempo desapareció.

En Lorquí era tradicional, hasta los años 30 del siglo XX, que el 3 de mayo los auroros llevaran a la puerta de las mozas una cruz decorada con flores que depositaban por razones religiosas y de amoríos. De igual forma, hasta la primera mitad de los años 60 del siglo XX era costumbre entre los zagales que se bañasen en la acequia el día 3 de mayo; antes de esa fecha lo tenían prohibido. En la pedanía de los Palos Blancos también se realizaba en este día una cruz de flores, que después era bendecida por el sacerdote en la ermita de La Cierva. A continuación, se llevaba a una balsa y se bañaba. 

Por testimonios orales se conoce que hasta el primer tercio del siglo XX existía la tradición de llevar en procesión una cruz de flores a la acequia para bañarla y bendecir las aguas que regarían la huerta. Según ese viejo rito, el día de la cruz se lanzaban flores en la acequia, junto a la noria del marqués de Corvera. El rito era iniciado por el sacerdote poniéndose de rodillas en la acequia bendiciendo el agua con el baño de la cruz en la acequia. Al instante el júbilo estallaba entre los asistentes; los más jóvenes, se mojaban, e incluso se lanzaban al agua; por su parte algunas mujeres llenaban vasijas de agua bendecida para llevársela a casa. Algunas ponían jarras por debajo de la cruz para recoger el agua bendecida que escurría de ella, que sería utilizada para aliviar dolencias tanto internas como externas. Después se iba en procesión hasta la iglesia en la que se decía una misa. 

Aunque estos datos proceden en su mayoría de la vecina población de Alguazas, posiblemente esta devoción a la Santa Cruz se hubiese extendido a Lorquí y a otros muchos pueblos de la vega del río Segura. De ello nos habla Joaquín Hernández Yelo en su libro Vida cotidiana en la Alguazas tradicional. Como apunta este investigador de la vecina localidad, esta devoción puede remontarse a la fecha de 1384 en la que los campos de Lorca y Totana fueron rociados con agua bendecida por la Vera Cruz de Caravaca para eliminar una plaga de langosta, la cual desapareció a los tres días. El rito se extendió a todos los pueblos que padecían esta plaga, entre los que probablemente estuvo nuestra villa. 

También comenta Hernández Yelo que esta fiesta ha tenido un significado mágico para los huertanos, pues a partir de esta fecha comenzaban a tocar los conjuros de campanas contra las tormentas. Uno de los sacerdotes que hubo en Lorquí a mediados del siglo XX tenía la costumbre de subir el día de San Marcos los cabezos y bendecir con la señal de la cruz los campos. 

 

 

DEVOCIÓN A LA CRUZ DE CARAVACA

Entre las gentes de Los Palacios existía mucha devoción a la cruz de Caravaca. Era costumbre visitar, en familia, esta ciudad el día tras de mayo a ver el baño de la Vera Cruz en las aguas del templete.

En Lorquí, a lo largo de los años, se ha extendido la costumbre de llevar prendida en el cuello una cruz de Caravaca para que nos libre de todo mal. En la primera mitad de los años ochenta la parroquia de Santiago Apóstol promovió una peregrinación en autobús al santuario para ganar el jubileo. En el año jubilar de 2003 unas treinta personas de Lorquí peregrinaron a Caravaca a pie para ganar indulgencias. 

Rescatada de la tradición oral, existe una copla que narra la aparición de la Vera Cruz hace siete siglos. Aunque incompleta y olvidada ya la melodía, se recuerda su argumento y unos sencillos versos que cuentan lo acontecido. Así nos lo narra una vecina de Lorquí, según la cual la misteriosa aparición de la cruz aconteció cuando Caravaca estaba bajo el dominio de un rey moro. Cierto día cogieron prisioneros a varios cristianos y los encarcelaron en el castillo. El rey moro les fue preguntado a cada uno su oficio:

 

- ¿Cuál es tu oficio?, 
- Mi oficio es el de albañil.
- Pues tú, a tu trabajo de albañil.
- ¿Y el tuyo?
- El mío, de carpintero.
- Pues entonces, tu, carpintero.

 

Así preguntó a todos los prisioneros hasta llegar a Chirinos, al que le hizo la misma pregunta, respondiéndole éste , con valentía, aún a costa de su vida:

 

- Soy sacerdote.

 

Los moros allí presentes se burlaron de él y le propusieron como mofa que les hiciese una misa y luego torturarlo y matarlo. El sacerdote no se negó a celebrar la eucaristía, pero les puso como condición que le trajesen todo lo necesario. Los moros se fueron a Cuenca, a la tierra del sacerdote, a por los ornamentos y ropas. Tardaron quince días en ir y volver con lo que Chirinos les había pedido. El sacerdote preparó el altar y se vistió. Ahora comienzan los versos que conocemos:

 

Al punto de consagrar, Chirinos quedó parado
porque vio que le faltaba aquello más necesario.
Imploró Chirinos al cielo una cruz en este pueblo
y al punto se la mandó con dos ángeles del cielo.
Toma Chirinos la cruz para terminar la misa,
que los ángeles le entregan llenos de júbilo y risa.
Los moros, que contemplaron tan hermosa maravilla,
todos quedaron turbados y humillados de rodillas.
Aquellos moros cristianos se unieron a nuestra fe
ya pudieron los cristianos a los moros convencer.
Invitaron a la reina para hacer su cristiandad
y renegó de su esposo para no unirse jamás.
Viéndose después perdida sin ningún temor a Dios
se arrojó al río Segura y allí sucumbió.

 

Esta copla podría pertenecer a las llamadas coplas de cordel, que iban vendiendo y cantando de pueblo en pueblo, unos personajes característicos, heredero, quizás de lo antiguos trovadores.

 

 

LORQUÍ, ENCLAVE DE CAMINOS Y PUNTO NEURÁLGICO

La villa de Lorquí es unas de las vías naturales del río Segura, camino real desde tiempos inmemoriales, ruta de comunicación de la autovía Madrid-Cartagena, está comunicada por ferrocarril y es vía de paso de la carretera nacional de Madrid con Caravaca. En un futuro inmediato, Lorquí será el enclave de unión de las autovías de Caravaca-Murcia con la de Madrid-Cartagena.

Esta villa se encuentra situada a 3 km de la llamada ruta verde, antiguo trazado del ferrocarril, uno de los tres enclaves de polígonos industriales más importantes de la región. Estamos, por tanto, a 3 km de la ruta verde, antiguo ferrocarril que unía Caravaca con Murcia.

Ha sido elegida como ruta oficial de la Ruta del Azahar que conduce a Santiago de Compostela, cuenta con plazas hoteleras y el Ayuntamiento es sensible a facilitar hospedaje a los peregrinos que lo soliciten en dependencias municipales. Nuestra localidad forma parte del camino de peregrinación al santuario del Niño de Mula. A destacar también en la villa sus cuatro polígonos industriales, de los más importantes de la región.

Por todo lo aquí expuesto, considero que Lorquí puede ser lugar adecuado para ser uno de los pasos de las diversas rutas oficiales que apruebe la Real e Ilustre Cofradía de la Santísima y Vera Cruz.

 

Fotografías de Carmelo Martínez Marín, Fotos Juanfra y Jesús Soler Sánchez

 

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