LOS CRISTOS DE MAÍZ (V)
José Guillermo Rodríguez Escudero y Sergio Cabaco
Otros ejemplos de estos Cristos de maíz que se conservan en el Archipiélago Canario son los de los municipios tinerfeños de Icod de los Vinos (en la iglesia de San Marcos: el Señor Difunto) y de Garachico (en la parroquia de Santa Ana: Cristo de la Misericordia). Si bien el primero fue adquirido con anterioridad a 1578, el segundo fue comprado por Gaspar de Torres en México a finales del siglo XVI. La escritura de donación al convento agustino fue otorgada por Inés de Montes de Oca el 12 de diciembre de 1587, indicando que había hecho traer de “Nueva España una imagen de Nuestro Señor Jesucristo Crucificado y lo ha dado a dicho convento de San Sebastián”.
Por esas fechas llegaría con destino a la Iglesia de San Agustín de Las Palmas un crucificado conocido como Cristo de la Vera Cruz. En el siglo XIX, el ayuntamiento de la capital grancanaria decidió encargar una nueva efigie al imaginero José Luján Pérez debido al deterioro que presentaba la talla original. Decía su comunicado que “no podía continuar expuesta a la veneración del pueblo tanta ruina”. La sustitución del Cristo antiguo por el nuevo resultó muy conflictiva y provocó enfrentamientos graves entre el Ayuntamiento y el Cabildo Catedral. No hay que olvidar que se trataba del Patrón de la Ciudad.
Pérez Morera, en su tesis doctoral de 1993, quiso aportar una nueva talla al magnífico catálogo: el Cristo Crucificado de la Iglesia de San Andrés, en el municipio norteño de la Villa de San Andrés y Sauces (La Palma). Por desgracia, está retirada del culto y desfigurada debido a varios desafortunados repintes. Se conserva aún en la sacristía de la capilla de la Virgen de la Victoria, colateral del Evangelio.
Se trata de una talla de tamaño natural (172 cm), realizada con papel, madera y caña y hueca internamente. El mismo profesor informaba de que, por ello, “se inscribe dentro de proporciones cuadradas, de modo que su altura es sensiblemente igual a la de los brazos extendidos”, puntualizando que “parece obra del último tercio del XVI, apegada aún a los modelos renacentistas, como denotan sus proporciones clásicas, serena expresión y ojos cerrados, característicos de los llamados «Cristos dormidos» de la primera época. El escaso modelado, la anatomía sumaria, la barba simétrica y partida a la mitad, las piernas arqueadas y las plantas de los pies pegada a la cruz, sin apoyo alguno, son otros rasgos habituales en este tipo de esculturas”.
En el archivo parroquial de San Andrés (Libro de Visitas) consta haber sido añadido al patrimonio del templo en el año 1768 un “crusifixo grande” y colocado en la sacristía. Tal vez se trate de la misma efigie, si bien su presencia en la iglesia es algo tardía, puesto que no es nombrada en los inventarios efectuados en 1629, 1679 o 1733.
Volviendo a tierras mexicanas, concretamente al estado de Guanajuato, nos encontramos en la villa de Salamanca con el muy venerado Señor del Hospital, llamado así por haber estado entronizado en el antiguo Hospital para Indios de la Inmaculada Concepción de María. Hablamos de un Crucificado de tamaño algo mayor del natural, con el cuerpo bastante arqueado hacia la derecha, lo que lleva a pensar si ello, junto a la intención del autor, es también consecuencia de las deformidades a las que es propicio su material. Al igual que el de San Andrés y Sauces, muestra los brazos tirantes, la barba partida y la nariz grande y afilada. El notable oscurecimiento que ha sufrido su policromía ha hecho que también se le conozca como el Cristo Negro. La imagen data del año 1563, fecha de fundación del hospital. Desde principios del siglo XX recibe culto en la parroquia de la localidad.
Sin salir de Guanajuato, nos encontramos con otras piezas de maíz que gozan también de gran popularidad. En el municipio de Irapuato se venera otra imagen hospitalaria: el Cristo del Hospitalito, llevado al Hospital de Indios por Vasco de Quiroga. Mide 167 cm y es también llamado Cristo de la Misericordia. Por último, en una capilla anexa al templo parroquial de San Felipe, nos encontramos con el Cristo de la Conquista de San Felipe, pieza que, pese a sus colosales dimensiones (214 x 193 cm), sólo pesa algo más de 5 kgs, como es costumbre en este tipo de obras. Fue traido desde Michoacán por frailes franciscanos entre los años 1539 y 1541, al igual que el Cristo de la Conquista de San Miguel, conservado en San Miguel de Allende, aunque éste último presenta calidades algo inferiores al anterior.
BIBLIOGRAFÍA
ESTRADA JASSO, A. Imaginería en caña. Estudio, catálogo y bibliografía, Méjico, 1975.
FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto-José. «Semana Santa en Los Llanos de Aridane», Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, (15 de abril de 1965).
MARTÍNEZ DE LA PEÑA, D., «Esculturas americanas en Canarias», II Coloquio de Historia Canario-americana (1977), Las Palmas de Gran Canaria, 1979.
PÉREZ MORERA, Jesús. «Un Cristo de caña de maíz y otras obras americanas y flamencas», Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios, Universidad de La Laguna, 1998.
- Idem. «Esculturas americanas en La Palma», IX Coloquio de Historia Canario-Americana (1990), Las Palmas de Gran Canaria, 1993.
- Idem. Arte y Sociedad en La Palma durante el Antiguo Régimen (1600-1773), Universidad de La Laguna, 1993
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