UNA POSIBLE OBRA DE JUAN DE MESA EN TUNJA (COLOMBIA)
Jesús Andrés Aponte Pareja
Introducción
El cordobés Juan de Mesa y Velasco (1583-1627) es el imaginero que con su genio y talento hizo evolucionar la escuela sevillana de escultura hacia una etapa plenamente barroca, elevándola a cotas de altísima calidad artística.
Juan de Mesa es autor de imágenes mucho mas expresivas, dramáticas y realistas, cargadas de gran fuerza pasional, en contraposición de los estereotipos serenos y equilibrados postulados por su maestro, el gran escultor jiennense Juan Martínez Montañés. Características estas últimas en las que estaba imbuida la referida escuela escultórica, hasta su revelación como escultor independiente.
La personalidad y el estilo propio del arte de Juan de Mesa continúan gozando hoy en día de gran actualidad y hoy en día son seguidos por todoa aquellos que se dedican al arte de la escultura sacra.
Mesa murió joven, a la edad de 44 años, a causa de una enfermedad crónica que le aquejó durante mucho tiempo, siendo en vida un escultor muy solicitado tanto en España como en Las Indias, gozando de fama y prestigio. Sin embargo, al morir, la historia, durante casi 300 años, logró sumir en el olvido el nombre de tan sobresaliente escultor, yendo el merito de su obra a parar en manos de la arrogante figura de su maestro, quien le sobrevivió 22 años. No fue sino hasta finales del siglo XIX, que el nombre de Juan de Mesa, para fortuna de la historia del arte, sale nuevamente a la luz, dando inicio a la fascinante tarea de investigación y catalogación de su obra.
A pesar de su muerte prematura, su frenética actividad laboral, llena de encargos, lo convirtió en un escultor prolífico, legando un gran numero de esculturas, muchas de ellas documentadas y localizadas, otras de segura atribución y algunas documentadas y aun no encontradas.
San Francisco de Tunja (Colombia)
Precisamente, la Iglesia de San Francisco de la ciudad colombiana de Tunja, localidad conocida, entre otras cosas, por poseer un relativo gran numero de esculturas sacras importadas desde Sevilla, guarda entre su patrimonio artístico la magnifica talla de San Francisco de Asís, titular de dicha iglesia, que por sus características formales y excelente modelado, es atribuible a Juan de Mesa y Velasco.
La imagen, de bulto redondo y elaborada en madera, mide 1,66 cm de altura y representa al santo de la ciudad italiana Asís de pie, con la pierna izquierda en reposo, el brazo derecho sosteniendo un crucifijo y el izquierdo pegado al tronco, apoyando un libro sobre su muslo. El largo cuello y la cabeza giran a la derecha, queriendo contemplar el crucifijo, rompiendo la frontalidad de la talla en elegante contraposto.
La escultura, representada con el tradicional sayal franciscano de color marrón, ceñido a la cintura con un cordón de varios nudos, se descompone en planos y finos pliegues de estupenda factura, los cuales se agrandan y prolongan verticalmente hasta la altura de los tobillos, dejando al descubierto los huesudos y descalzos pies, en los que es posible observar, además del excelente modelado anatómico, un detalle muy mesino como es el de representar el dedo segundo del pie mucho mas largo que el primero; característica presente, por ejemplo, en la mayoría de sus Cristos Crucificados.
Pero es en la cabeza donde las formulas escultóricas de nuestro artista se hacen más patentes. El gubiado y la composición de la cabellera, a modo de cerquillo, se relacionan directamente con los que Juan de Mesa realizó en el San Nicolás de Tolentino del Museo de Mérida, en Venezuela. La imagen muestra un estupendo estudio anatómico de la estructura ósea de la cara, dando una apariencia demacrada, muy realista, acorde con el ascetismo del llamado Poverello, transmitiendo una expresión de profundo dolor y tristeza al contemplar el crucifijo; expresión que recuerda de cerca la del rostro del Crucificado de la Agonía, venerado en la Iglesia de San Pedro, en Vergara (Guipúzcoa), tallado por Mesa en 1622 y considerado por la critica como su obra cumbre.
Los ojos grandes enmarcados por parpados abultados y ojeras, las cejas fruncidas en ángulo, los pómulos pronunciados, la nariz recta, la barba corta pero finamente modelada, el bigote que le cubre parcialmente el labio superior, la boca entreabierta que deja ver los dientes y el carnoso labio inferior, todos recursos del mas puro naturalismo mesino, que emparientan esta escultura con obras documentadas de nuestro artista. Tiene representado los estigmas en pies, manos y costado los cuales han sido recubiertos por rubíes además de lágrimas de cristal en la cara, accesorios de posible colocación posterior.
Desafortunadamente, de esta escultura, considerada anónima, solo se conoce su fecha de ejecución, la cual fue encontrada por el historiador y escritor Gustavo Matheus Cortés, cuando hizo bajar la imagen desde el altar mayor para fotografiarla de cerca, pudiendo ver inscrita en la peana el año de 1618; justo el año en que Mesa se compromete a ejecutar una talla de la virgen del Rosario, que se encuentra aún en paradero desconocido, pero con fuertes sospechas de que paso a Las Indias, y un San Nicolás de Tolentino que ya fue identificado en Venezuela por los historiadores sevillanos José Carlos Pérez Morales y Álvaro Dávila-Armero del Arenal. También coincide 1618 con el año que el historiador José Hernández Díaz considera el inicio del lustro magistral de Mesa en su arte.
Debemos recordar también que el escultor cordobés concertó la hechura de un San Francisco de Asís en el año 1619, que bien pudo haber estado terminado al momento de la contratación y ser éste el conservado en Tunja, o simplemente tratarse de otra obra mesina aun no identificada.
Sea como sea, es evidente que la imagen en cuestión es deudora de la representación de San Francisco de Asís que Juan Martínez Montañés envió a Cusco (Perú) a finales del siglo XVI, y muy similar a las también montañesinas esculturas de igual iconografía presentes en las iglesias de Santa Clara de Sevilla y de la Victoria de Medina Sidonia (Cádiz). No obstante, la escultura tunjana acusa mayor intensidad, elegancia, fuerza expresiva y naturalismo, no dejando por esto, y por las características formales ya descritas, otra alternativa que la de atribuirla a quien no solamente fue el mas aventajado de los alumnos del conocido como Dios de la madera, sino además el único capaz de influenciarlo y superarlo, el escultor Juan de Mesa y Velasco.
Fotografías de Gustavo Matheus Cortez
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