SAN IGNACIO DE LOYOLA. TALLA DE JUAN DE MESA
EN EL PUERTO DE SANTA MARÍA (CÁDIZ)

Texto y fotografías de Francisco González Luque


 

En la Iglesia de San Francisco de El Puerto de Santa María, flanqueando el presbiterio sobre sendas repisas, se conservan las dos únicas imágenes de Juan de Mesa y Velasco existentes en la provincia de Cádiz, las que representan a los jesuitas San Francisco Javier (1) y San Ignacio de Loyola.

Fundada la Compañía de Jesús en 1540, y convertida en uno de los instrumentos más eficientes de la Contrarreforma, serán estos santos quienes gocen de una especial predilección por los artistas barrocos a partir de sus beatificaciones (el fundador de esta congregación lo sería en 1610 y su discípulo en 1622) materializando los correspondientes encargos de las órdenes religiosas y parroquias.

 

 

Autoría y Cronología

Ya comentamos como, en el año 1924, en el transcurso de una restauración de la talla de San Francisco Javier que llevó a cabo José Bottaro, apareció un documento en su interior que atestiguaba la autoría, cronología, precio y comitente de la imagen (2). Aunque la de San Ignacio no está documentada, debemos atribuirla con toda seguridad al mismo escultor que tallara la del otro santo jesuita, Juan de Mesa, pues mientras que la talla de San Francisco Javier sufrió una desafortunada restauración por parte de Bottaro, desfigurando algunos rasgos y policromía del rostro, no ocurrió lo mismo con la de la otra figura pareja, cuya belleza y expresividad de facciones típicamente mesinas se han conservado y atestiguan una mayor calidad artística y un mejor estado de conservación.

 

 

Estas tallas pertenecen al calificado por el historiador José Hernández Díaz “lustro magistral”, que abarca entre los años 1618 y 1623, cuando el maestro cordobés realiza obras tan interesantes como los crucificados del Amor, Conversión del Buen Ladrón y Buena Muerte, y los Nazarenos del Gran Poder y el de La Rambla, todas titulares de cofradías de penitencia y anteriores a los jesuitas que comentamos, datables de 1622.

 

Aspectos Iconográficos y Estilísticos

Desde un punto de vista iconográfico, el santo jesuita viste sotana y manteo (capa larga con cuello que llevan algunos eclesiásticos sobre ésta). Los demás atributos elegidos por Mesa en esta ocasión son un libro abierto sostenido en su mano izquierda (3), una banderola o estandarte de plata portado en la derecha con el anagrama “JHS” y el largo bordón pastoral ceñido a su cintura.

Representa a San Ignacio en la plenitud de su madurez: semicalvo, con barba corta y bigote, cejas pobladas, ojos grandes de penetrante mirada, nariz recta, y boca abierta con dientes tallados y labios carnosos. Todos estos rasgos faciales acusan esa perfección naturalista típica en la escultura barroca, tan bien reflejada por Juan de Mesa en ésta y otras muestras de su interesantísima imaginería.

 

 

En el tratamiento de ese rostro, el discípulo de Juan Martínez Montañés tiene presente la efigie de San Ignacio que tallara éste en 1610 con motivo de la fiesta de beatificación para la Casa Profesa de Sevilla, hoy en la iglesia sevillana de la Anunciación. Ambos se inspiran en los modelos habituales: la mascarilla y el cuadro de Sánchez Coello, contemporáneo del santo. Resulta evidente el paralelismo existente entre la imagen del maestro y la que comentamos de Mesa, quien no sólo debió observarla entre los jesuitas sevillanos (4), sino que seguramente vería ejecutar porque se encontraba en el taller del “dios de la madera” desde junio de 1606.

Pero, aunque el discípulo indudablemente adopta los tipos creados por su maestro, el contenido expresivo y la técnica de su talla revelan temperamentos distintos, si no opuestos. No vemos en la imagen conservada en El Puerto de Santa María una vulgar copia de los presupuestos montañesinos, que se vería obligado a seguir muy de cerca (recordemos las limitaciones impuestas por la clientela a la hora de volver a interpretar cierto modelo y las exigencias devocionales de éstos) sino que el escultor cordobés, con taller propio desde el año 1616, supo captar fielmente esa agudeza e inteligencia que caracterizan al fundador de la Compañía de Jesús, poniendo de manifiesto, además, las dosis de expresividad y realismo necesarias para sintonizar con la mentalidad de los fieles y alcanzar el gran arraigo popular que obtuvieron sus imágenes.

 

 

 

En el caso que nos ocupa, la figura de talla completa de San Ignacio conservada en El Puerto de Santa María muestra al personaje en elegante actitud y postura, con un hábil y delicado estudio de su indumentaria, con pliegues en leve movimiento, sencillas dobleces y acusando, en general, un notable naturalismo presente en la combinación de líneas verticales y suaves curvas o en la conseguida disposición del manto sobre hombro y brazo izquierdos, aciertos añadidos por este genio de la imaginería barroca que supo combinar la perfección técnica con el realismo, el culto a la belleza formal y la fuerza expresiva.

La frontalidad de la imagen se rompe gracias al leve giro de la cabeza hacia su derecha y el ligero contraposto marcado por las extremidades inferiores (avance de la pierna de este lado mediante flexión de rodilla e izquierda firme en el suelo) son aspectos que aportan cierto dinamismo a la escultura. También contribuye a crear esa sensación la diagonal marcada por la imaginaria línea que une sus manos ocupadas (diestra con estandarte en posición oblicua e izquierda sujetando el citado libro, actualmente vuelto hacia el fiel).

 

 

El cuerpo, de considerable envergadura, aparece arropado por la indumentaria citada, ricamente estofada contrastando los tonos oscuros (marrones y negros) sobre el fondo dorado, a base demotivos vegetales dispuestos armoniosa y simétricamente que otorgan a la figura un aire clásico y contribuye a realzar su belleza expresiva. Por cierto, que, como era usual en la época, Juan de Mesa, aunque no fue policromador, vigiló de cerca la tarea de encarnar y estofar sus imágenes a fin de lograr aproximarse lo más posible a su concepción escultórica.


BIBLIOGRAFÍA

(1) Ya analizamos esta talla mesina en: http://www.lahornacina.com/articulosmesa1.htm (GONZÁLEZ LUQUE, Francisco: La imagen de San Francisco Javier en la Iglesia de San Francisco de El Puerto de Santa María).

(2) Juan de Mesa, en el año 1622, cobró 10.000 reales de vellón por la hechura de la talla y 500 por su dorado, con destino al Colegio de San Hermenegildo de Sevilla, Casa Profesa de los jesuitas en la capital de la Diócesis Hispalense. En dicho artículo publicamos una fotografía del documento hallado en el interior de la talla de San Francisco Javier reproduciendo todos estos detalles del contrato.

(3) En este caso, no es el libro de los “Ejercicios Espirituales” sino el de las “Constituciones”, reglas adoptadas en el año 1554. Así se deduce de las inscripciones latinas de ese libro abierto: "Ad Maiorem Dei Gloriam" (en castellano, "A mayor gloria de Dios"), en su página izquierda, principio fundamental convertido en el lema de la Orden de los Jesuitas, y “Constitutiones societatis Jesu”, en la derecha.

(4) Esta imagen montañesina sólo tiene talladas la cabeza y las manos. El cuerpo, cubierto finalmente de telas encoladas, estaba destinado a ser revestido de ricos ropajes.

 

 

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