ANTONIO ILLANES Y SU NAZARENO PARA MONTELLANO (SEVILLA)
Jesús Abades y Sergio Cabaco
La talla de Jesús Nazareno, que recibe la advocación del Gran Poder en recuerdo de su popular homónimo de Sevilla, es una excelente obra del escultor e imaginero Antonio Illanes Rodríguez que se aparta del atormentado dramatismo de otras de sus hechuras cristíferas sobre la iconografía para ofrecernos una versión más íntima y sosegada de los tormentos de Cristo a la hora de cargar penosamente con la cruz hacia el Calvario. La imagen, concebida con gran unción sagrada por el reconocido artista sevillano, ofrece grandes relaciones morfológicas y estilísticas con el "Nazareno del Gran Poder" que se halla en la villa onubense de Trigueros (1938), una obra realizada en el mismo año que el Gran Poder de Montellano por Antonio Illanes bajo idénticos postulados de serenidad, dentro de la cruenta agonía que padece Cristo. El Nazareno del municipio sevillano de Montellano es una escultura de candelero para vestir, teniendo únicamente esculpidos la cabeza, manos, pectorales y los pies hasta la altura de las rodillas. Cabello y barba, partidos en dos sinuosas guedejas, se encuentran minuciosamente gubiados mediante encrespados mechones oscuros, lo que unido a las carnaciones aceitunadas del varón, otorga un carácter decididamente racial a la figura. La cabellera, no muy larga, se recoge hacia atrás por la izquierda, quedando visible la oreja. |
El despejado semblante de Jesús, con las facciones propias de su autor, muestra gran pureza de líneas. La pretendida sensación de fatiga y abatimiento se obtiene levantando sutilmente las cejas, finas y pintadas, lo que provoca la formación de pliegues en una frente lacerada por la sobrepuesta corona de espinas. Los hundidos ojos, también policromados sobre la madera, quedan enmarcados por unas marcadas ojeras. La nariz muestra un decidido perfil hebraico y en la boca, entreabierta y jadeante, aparecen tallados los dientes y la lengua. El Nazareno, de gran estatura y corpulencia, vuelve la cabeza a la derecha y mantiene la mirada baja, buscando la piedad del espectador que lo contempla. Los regueros de sangre del rostro son escasos, se pierden hacia el cuello y no sobrepasan las cejas. Se observa también un hematoma sangrante en el pómulo izquierdo. Las robustas manos, sin embargo, no están castigadas como consecuencia de las ataduras y caídas sufridas en su andadura hacia el Gólgota, para lo cual Illanes adelanta la pierna izquierda del Cristo, en moderado paso. La obra ha sido restaurada por Elías Garó y José Manuel Cosano Cejas, no alterándose en ningún caso sus rasgos originales. En líneas generales, hablamos de una espléndida composición de Cristo con la cruz a cuestas realizada por Antonio Illanes (Umbrete, Sevilla, 1901 - Sevilla, 1976) que se distingue principalmente por transmitir austeridad y resignada sumisión por parte de Jesús ante su fatal destino. |
Fotografía de Juan Carlos Gallardo Ruiz
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