UNA OBRA DE FRANCISCO SALZILLO EN MULA (MURCIA)

Loreto López Martínez


 

 

 

El 3 de marzo del año 1942, Esteban Monreal, párroco de la Iglesia de San Miguel Arcángel del municipio murciano de Mula, solicitaba autorización al Gobernador Eclesiástico del Obispado de Cartagena en Murcia para aceptar la valiosa donación de Pilar de la Canal y Rosique, viuda de Pedro Luis Blaya, con el fin de colocar las obras de arte en dependencias de la parroquia que llevaban el título de Museo Muleño Parroquial. Apenas seis días más tarde se recibía respuesta afirmativa y el día 15 de marzo de 1943 la donación de la denominada Colección De la Canal-Blaya se hacía efectiva, firmándose unas reglas para la fundación de dicho museo.

Este es el resumen de como, al parecer, la imagen de San José de Francisco Salzillo, que hoy presentamos en sociedad, llega a la parroquia de San Miguel Arcángel en el año 1943, aunque solo algunas de las personas mayores de la localidad son capaces actualmente de recordar los hechos, pues probablemente debido a su mal estado de conservación, y al afán por garantizar su seguridad, el santo no debió estar expuesto mucho tiempo en el Museo Muleño Parroquial. Consta que en torno a los años 80 del pasado siglo XX fue depositada en dependencias del Obispado, donde ha permanecido durante todo este tiempo.

Hace aproximadamente un año, el actual párroco de San Miguel, José Miguel Nadal Beltrán, sabiendo de la existencia de esta figura se interesó por su recuperación con el fin de incluirla en el rico patrimonio con que ya cuenta el templo muleño. Antes de exponerla públicamente precisaba una urgente restauración, ya que corría serio peligro dado su pésimo estado de conservación y la fragilidad de los materiales. El taller murciano ASOARTE fue el encargado de las labores de restauración y conservación preventiva de tan magnífica talla. Hoy, por fin, ya puede ser contemplada en una urna especial para tal cometido, realizada por el ebanista local José Joaquín Espinosa Giménez, miembro de la Hermandad de la que San José es su santo patrón.

 

 

 

Esta representación de San José pertenece, sin duda, a las imágenes devocionales domésticas. Su tamaño así lo indica: 75,80 x 34,50 x 33,50 cm, sobre sencilla peana de 10,50 x 31,50 x 37,20 cm. Está tallada en madera de ciprés con partes enlienzadas. Una sencilla cenefa en plata corlada constituye toda la decoración. Los tonos de las vestiduras son los tantas veces empleados en la obra salzillesca: manto calabaza y túnica azul verdoso, las carnaciones cuentan con delicadas veladuras que animan con rubor la dulce expresión. En cuanto a sus proporciones, hablamos de una figura esbelta, de ocho cabezas, evidente a pesar de la inclinación del torso, adelantado en actitud de avance, con el grácil paso que caracteriza a las imágenes de Salzillo.

Quizás lo más representativo de esta talla sea la magnífica cabeza de un San José joven y muy hermoso, comparable con la de algunas de las más bellas representaciones de Jesús realizadas por el maestro murciano, de dulce y bondadoso rostro cuya mirada absorta va más allá de donde debió estar el hoy tristemente desaparecido Niño. La precisa y delicadísima talla, tanto de la cabeza como de manos y pies, donde la policromía prácticamente es directa sobre una madera perfectamente trabajada, nos da una evidente pista sobre su autoría; no descartando que en el proceso, como siempre, intervinieran otros miembros del taller de Salzillo.

Para su exposición al público ASOARTE ha restaurado la corona original, en plata de ley, y se ha realizado una sencilla vara, a la medida del pequeño hueco que tenía la peana para ser ubicada, complementando con un pañito la ausencia de la figura del Niño, de modo que el hierro de anclaje de este quede sutilmente oculto. A pesar de su mal estado, especialmente debido a la pérdida de las sencillas decoraciones en los enlienzados de los ropajes, la escultura conservaba prácticamente intacta las delicadas policromías del rostro, donde el gran maestro Salzillo dejó patente su huella, que han sido totalmente respetadas por los restauradores, eliminando únicamente la gruesa costra de suciedad acumulada por el tiempo. Sobre la imagen se ha realizado un estudio radiográfico complementario, para comprobar el buen estado de su estructura interna.

 

 
     
     
Antes de la restauración
 
Después de la restauración (detalle)

 

El exhaustivo estudio radiográfico sobre la pieza fue realizado tanto para comprobar el estado interno de conservación, como para detectar algún posible documento en su interior. Lamentablemente no se ha encontrado la tan ansiada firma del autor, aunque dadas las pequeñas dimensiones y la austeridad decorativa de la pieza, es más que probable que se tratara de un encargo menor, lo que llevaría a la ejecución de las zonas importantes, cabeza, manos y pies, por el propio maestro, tal como se demuestra en la indudable calidad de las mismas, dejando el resto de la composición en manos de su obrador.

El estudio radiográfico reportó bastantes datos sobre la obra: la magnífica talla de las carnes, con una ligerísima capa de aparejos bajo su policromía, la utilización de ojos de bola de vidrio soplado, el modelado de los párpados directamente con estucos y, fundamentalmente, el buen estado de la estructura interna. Pero también nos despertó la ilusión de poder encontrar un pequeño documento en el interior de la obra, algo que después resultó ser un papel de desecho utilizado como relleno de uno de los pliegues, ubicado por suerte en una de las zonas de mayores pérdidas y que los profesionales de ASOARTE pudieron extraer para su comprobación sin afectar a la imagen. Una vez documentado, se volvió a ubicar en su lugar para proceder a sellar la zona.

Como hemos apuntado, el estado de conservación inicial era muy deficiente, debido fundamentalmente a la descohesión entre la capa de policromía y su base, lo que había producido numerosas pérdidas, especialmente sobre las zonas de enlienzado. Las fuertes oxidaciones de la plata corlada decorativa, así como una gruesa capa de suciedad, con numerosas adherencias de toda índole, restos de algodones, cera derretida probablemente para intentar frenar los desprendimientos, incluso telarañas, daban a la imagen un aspecto opaco.

 

 
 
 
Estudio radiográfico

 

Nota de La Hornacina: Loreto López Martínez es directora de ASOARTE.

 

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