ENRIQUE GALARZA MORENO, EL GRAN DESCONOCIDO

Luis Miguel García Lozano


 

 

El escultor Enrique Galarza Moreno, pese a ser un gran escultor reconocido dentro de las fronteras de la Comunidad Valenciana, es el gran desconocido fuera de ella. La ciudad de Orihuela, tiene la singular suerte de contar entre sus haberes patrimoniales con un gran número de imágenes talladas por él.

Tras la Guerra Civil (en mi opinión la más incivil de todas las guerras) y la destrucción masiva de imágenes de las ciudades del levante (entre ellas Orihuela), la reconstrucción de todo lo que se destruyó dio lugar a la ilusión y al esfuerzo a veces muy importante de personas, familias y de toda una sociedad que de forma desafortunada quedarán sus nombres en el anonimato para siempre.

En este movimiento de reconstrucción podemos enclavar a las cofradías de la Semana Santa Oriolana. Su historia y el trabajo de sus cofrades durante siglos se vio truncado en tan sólo unos días en el verano del año 1936.

Para poder recuperar el esplendor de mi Ciudad, de la que dijo su Obispo, D. José García Goldáraz, que era “Civitas procesionaliter vivens” (ciudad que vive de procesiones), los oriolanos se pusieron manos a la obra. No escatimaron recursos económicos ni esfuerzos para ello. Los pocos pasos que quedaron en pie fueron restaurados en su mayoría por D. José Sánchez Lozano. Los que perecieron fueron vueltos a tallar por escultores como Rabasa, Royo, Coullaut Valera, Víctor de los Ríos, Sánchez Lozano, Ribera Girona, Quintín de Torres, José Díes, José Planes, Séiquer Zanon, Greses Ferrer, García Quinto, Navarro Arteaga, José Vázquez, etcétera. Y entre todos destaco a uno de ellos, Enrique Galarza Moreno.

Galarza realizó para Orihuela importantes imágenes tanto para procesionar como para dársele culto en sus iglesias. Muestra de ello es el Cristo de la Capilla del Colegio Jesús María (San Agustín) o la Divina Pastora que fue hecha para Orihuela y que actualmente se encuentra en el convento de los capuchinos de Orito. Esta última junto con la Santa Cena de Orihuela, son en palabras de su autor sus obras maestras.

Entre las esculturas procesionales destaca por la exquisitez de su talla el Cristo del Calvario, que procesiona en la Cofradía del Perdón y que se venera en su Capilla de la Santa Iglesia Catedral de Orihuela. Este Cristo fue tallado por Galarza aunque policromado y firmado por  Royo. El Cristo pese a estar crucificado y con las llagas de las rodillas, no tiene heridas en la espalda.

 

 

En mi opinión, en Galarza (a la hora de la talla) pudo influir la pintura de Velázquez “Cristo en la cruz” de 1631 y sobre todo el Cristo que pintó Goya para entrar en la Real Academia de San Fernando. Algunos dicen que este último tuvo influencias de Mengs, otros dicen que no es así, que se ve más clara la de la obra que cité de Velázquez. De cualquier modo, la influencia de ambas pinturas se ve en la esbeltez del cuerpo y la forma del cráneo, así como la distribución del cabello. La diferencia radica en la forma del paño de pureza, que lo pone cayendo a la derecha del Cristo y con dimensiones considerables en comparación a las pinturas de los otros dos geniales pintores.

Otra de las obras más admirables de Galarza es sin lugar a dudas “Cristo de la Flagelación”. La iconografía de los azotes y la concepción de este paso estuvo muy marcada por la del antiguo paso que pereció en la contienda de 1936. El paso primitivo obra de José Puchol y Felipe Farinós, se componía de tres esculturas (como el de Galarza). El Cristo de Puchol fue realizado en 1783. En el siglo XIX se le añadieron los dos sayones. Pese a atender Galarza la petición de respetar la iconografía creada en dos siglos, la maestría de este imaginero, supo crear a partir de esta petición un conjunto donde las tres figuras están en comunicación entre los tres. La armonía entre las tres figuras es absoluta, cosa que no tenía el anterior conjunto.

Galarza creó un conjunto de marcada horizontalidad donde Jesús sobresale (por estar los sayones en el suelo). Sin embargo, en este conjunto si su forma de tallar destaca, en mi opinión destaca más su original policromía de la cual sí es autor. En ella entremezcla colores cálidos y fríos con motivos sorprendentes para la ropa de un sayón y como  siempre,  destacando  la  amplitud  del paño de pureza de Cristo. La torsión forzada de Jesús nos simula el importante sufrimiento de nuestro Salvador en aquel momento, que a la vez nos muestra una cara de resignación y sufrimiento contenido, que sólo Enrique Galarza acierta a combinar en su escultura.

 

 

Sin embargo, de entre todas las esculturas pasionarias cabe destacar la del conjunto de la “Santa Cena”, titular de la Cofradía de la Santa Cena y de la Institución de la Eucaristía. Esta escultura ha sido copiada en múltiples ocasiones, por autores muy diversos y para ciudades muy diferentes, el caso de la Santa Cena de Cuenca, Alicante o Huelva. Galarza advirtió, que en contra de lo que se decía, él tan sólo talló un conjunto de la Santa Cena y fue el de Orihuela (1). Auténtica obra de arte y que en sus propias palabras constituye una de sus obras de arte junto con el conjunto de la “Divina Pastora”, el escultor consigue una solución armoniosa y de aprovechamiento del espacio (teniendo en cuenta la limitación que en Orihuela tienen los “pasos” de Semana Santa que no pueden superar las dimensiones de la puerta principal del Santuario de María de Monserrate al tener que estacionarse allí hasta la procesión General de Viernes Santo).

Si expresivas son las anteriores esculturas, la brillantez de la talla de Jesús contrasta de forma llamativa con la cara de Judas Iscariote. Tan plausible obra es culminada con mucho acierto con una excelente talla de las ropas donde los pliegues trazan la anatomía de los cuerpos  que son policromados como es característico en el autor con una mezcla de colores cálidos y fríos que hacen sorprendente el contraste. En esta ocasión vuelve a destacar la figura del Maestro, cuya cabeza sobresale de los demás comensales. Destaca el detalle de poner al final de la mesa a Judas Iscariote y enfrente a San Judas Tadeo.

No quiero finalizar sin antes destacar la figura de este gran escultor, que a su vez es uno de los grandes desconocidos en la escultura española y que vence con su maestría la fuerza de la tradición escultórica incorporando sus notas características a la escultura oriolana.


NOTAS

(1) Afirmación realizada por el propio Enrique Galarza y que yo escuché personalmente en un homenaje que se le hizo años antes de morir. Dicha afirmación la confirmó el Presidente de la "Cofradía de la Sagrada Cena e Institución de la Eucaristía" de Orihuela, que estuvo hablando del tema con Galarza en una visita que le hizo la Junta Directiva de esa cofradía a Picassent (Valencia). Este presidente también me confirmó que le dió permiso al escultor valenciano Octavio Vicent Cortina para realizar una copia del misterio oriolano con destino a la Hermandad de la Cena de Cuenca en el año 1983, aunque después Vicent lo talló a la hebrea y dándole movilidad a las esculturas, al intercalar imágenes de pie y sentadas, incluso sobrepasando en altura la imagen de Cristo, cosa que a la que Galarza no tendía. Pese a esos cambios que introdujo el autor, se observa claramente y a simple vista la influencia del conjunto oriolano sobre el conquense hasta en las caras de los integrantes.

 

 

Fotografía de Cuenca de Ramón Herraiz
Fotografías de Orihuela de Luis Miguel García Lozano
Fotografía de Huelva de Sergio Cabaco

 

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