LA PASIÓN DE MEL GIBSON
Jesús Abades
Si pensaban que al cine no le quedaban más vueltas de tuerca que dar sobre el tema de la pasión y muerte del dios cristiano, estaban equivocados. El actor Mel Gibson, neoyorquino de nacimiento y australiano de adopción, ha dirigido y producido La Pasión de Cristo, película que narra las ultimas doce horas de la vida de Jesús. La cinta, cuyo guión también firma Gibson junto a Benedict Fitzgerald, ya ha alcanzado grandes dosis de polémica por las críticas o elogios que viene recibiendo en sus pases de prueba. Por un lado, el público católico acusa de excesiva su crudeza visual, al mostrar con todo lujo de detalles los tormentos padecidos por su divinidad. Por otro lado, la comunidad judía tacha el filme de xenófobo, opinión compartida con un informe de la liga antidifamatoria (ADL) basado en un comité de miembros de ambas religiones, el cual indica que puede inspirar sentimientos antisemitas. Al respecto, Gibson ha señalado que los comentarios del comité están basados en un manuscrito anterior de La Pasión de Cristo que se había filtrado y que no refleja la versión final de la película, de la que también se ha dicho que "no es más antisemita que los propios evangelios". Sin embargo, no sería de extrañar que la película rezumara xenofobia teniendo en cuenta el retrógrado perfil de Mel Gibson. Varios de sus anteriores trabajos, como "Conexión Tequila" y "Braveheart", por la que obtuvo los Oscar a la mejor película y dirección, despertaron las iras del colectivo gay, y su ansiado proyecto con el transgresor Michael Moore ha acabado rechazándolo por considerarlo antiamericano. En palabras del crítico Pere Vall, Gibson es "ultraconservador, es un homófobo de tomo y lomo que no reprime sus opiniones al respecto y no le importa enseñar el culo. Paradójicamente, su personaje en "El Hombre sin Rostro" [primera incursión en la dirección de Gibson] era acusado de corruptor de menores (masculinos)". Respecto al reparto, es casi en su totalidad italiano. La cotizada Mónica Bellucci interpreta a María Magdalena y el estadounidense Jim Caviezel asume el rol del divino protagonista. La primera rebosa carnalidad y el segundo, misticismo. Según Begoña Piña, Caviezel "es un fanático religioso que asegura que Dios le reveló en un sueño que la carrera de actor era el camino que tenía preparado para él y que no quiere ser famoso porque es muy consciente de que Dios, su padre, puede quitarle en cualquier momento todo lo que le ha dado". Indagando entre las opiniones del público que ha tenido la oportunidad de ver el filme, he sacado los siguientes argumentos: a diferencia de las libertades creativas que Martin Scorsese se tomó en "La Última Tentación de Cristo" (por si alguien pensaba que podía existir algún tipo de comparación al participar ambas en el escándalo), la película de Gibson es un acercamiento bastante fiel a lo escrito en los evangelios; no existe el ataque frontal al judaísmo que han denunciado algunos sectores, aunque se rumorea que Gibson simpatiza con una secta disidente del catolicismo cuyos miembros, entre ellos el propio padre de Gibson, son antisemitas y partidarios del holocausto nazi, y Caviezel derrocha entrega en su interpretación mientras la dicción latina de Bellucci, que aparece bellísima, resulta simplemente discreta. De todas maneras, nuestra propia versión como público en directo tendrá que esperar hasta el primer tercio de 2004, si es que logran encontrar distribuidor para la película. En principio, tenían pensado estrenarla el mes de Abril, coincidiendo con el tiempo de Cuaresma; sin embargo, las últimas informaciones de la productora apuntan que posiblemente se estrene el 4 de Junio del año próximo. Quizás ustedes se pregunten por qué una película avalada por una megaestrella como Gibson tiene problemas de distribución. La respuesta es más obvia de lo que parece: la cinta está narrada en latín, hebreo y arameo, y su director, hasta hace poco, pretendía excluir los subtítulos de la misma, con lo cual ninguna distribuidora quiso hacerse con los derechos. No obstante, cortes preliminares ya visionados ofrecen los diálogos subtitulados durante todo el metraje. Curiosamente, un filme gay, el biopic sobre San Sebastián de Derek Jarman, es la única referencia que se recuerda de una cinta rodada íntegramente en una lengua muerta. Si finalmente Mel Gibson no se decide a introducir subtítulos, el espectador tendrá que aguantar estoicamente otro reto: su larguísima duración, que casi alcanza las cuatro horas. Tan mastodóntico rodaje ha tenido lugar en las localidades italianas de Sassi di Matera y Craco. En palabras del actor y director, no faltaron incluso milagros durante la filmación: "Han ocurrido muchos sucesos insólitos, cosas buenas como enfermos que se curaban de enfermedades, un par de personas recobraron la vista y el oído, a otra persona le cayó un rayo encima cuando estábamos rodando la escena de la crucifixión pero se levantó y salió ileso". |
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