ARTE, HISTORIA Y LEYENDA EN TORNO A JESÚS DE LA POBREZA
Y EL CRUCIFICADO DE LA ESCUCHA DE ALMERÍA
Rafael Rodríguez Puente
Concluida la Guerra Civil, y una vez reorganizada la Semana Santa almeriense, dos imágenes cristíferas gozaban de una popularidad inusitada, protagonistas del piadoso ejercicio del vía crucis. Un ferviente río humano de devoción seguía durante los días santos el camino de sendas esculturas procesionales, denominadas bajo unas advocaciones singulares: el Señor de la Pobreza y el Cristo de la Escucha. Los tiempos difíciles de finales de los años 60 y la década siguiente hicieron que muchas cosas cambiaran en el concierto cofrade. Cierto es que la Semana Mayor de Almería ha ganado en su puesta en escena, patrimonio artístico y musical, y en el comportamiento del público. Sin embargo, el tiempo no ha podido evitar que Jesús de la Pobreza se halle ausente de sus fieles en su cita anual para subir al cerro de San Cristóbal, quedando actualmente relegado a un segundo plano, en la iglesia del convento de las Claras, donde se expone al culto a la veneración de unos pocos devotos que aún recuerdan sus salidas efectuadas durante dos décadas. Haciendo un poco de historia vemos cómo en 1935 se fundaba la Archicofradía de la Hora Santa, en el convento de las Puras, bendiciéndose poco después su estandarte, por parte del obispo Diego Ventaja. La celebración de unos cultos todos los jueves eucarísticos era el principal cometido de sus miembros, hasta que en 1947 comenzara a practicarse el multitudinario vía crucis, en la madrugada del Jueves Santo, con la imagen de Jesús de la Pobreza. Este rito transcurría desde el convento de las Claras, templo donde se emplazaba la imagen, hasta el cerro de San Cristóbal, al pie del monumento del Sagrado Corazón, escenario que hacía recordar aquel Monte Calvario que fue testigo de la Pasión y Muerte de Cristo. Por desavenencias entre los archicofrades, la corporación fue disuelta en 1967, si bien aún se conserva la talla del Señor en la iglesia del convento de las Madres Clarisas. En cuanto a la ejecución de la pieza, ésta se debe al escultor granadino Eduardo Espinosa Cuadros (hacia 1947), autor igualmente del misterio del Descendimiento de la Cofradía del Silencio de la capital almeriense. La obra sigue los convencionalismos formales típicos de la imaginería cultivada en la ciudad de la Alhambra, cuyo resultado artístico esaceptable, presentando rasgos perfectamente dibujados. Durante años, cumplió su función metamórfica, pues al tratarse de una imagen de vestir, la escultura exigía una morfología específica diseñada por brazos y rodillas articuladas. De esta forma, la efigie pasaba de escenificar a la Oración en el Huerto de los Olivos, ataviada con túnica blanca y mantolín rojo, postrando el cáliz sobre una roca, para luego ser convertida en la iconografía que representa el Nazareno, aplicándole algunos aditamentos como la corona de espinas sobrepuesta y potencias doradas, vistiendo túnica morada. Jesús de la Pobreza era entronizado sobre unas andas, provistas de esbeltos faroles y dos pequeñas jarras, siendo transportadas por una docena de portadores, que lucían túnicas moradas y faraonas, sirviendo de escolta al paso unos piquetes de la Guardia Civil. El séquito estaba formado por un importante número de fieles, desprovistos de hábito, pues desde su origen, con Jesús María Castillo como uno de los principales impulsores, se pretendió evitar cualquier tipo de manifestación que no fuera acorde con el carácter de la fraternidad, no en vano, sus recursos eran destinados íntegramente a los cultos de la iglesia y a obras de caridad. El itinerario habitual para la práctica del piadoso ejercicio era el siguiente: Jovellanos (5,00 horas), Marín, Hernán Cortés, plaza Flores, General Rada, avenida del Generalísimo (hoy Paseo de Almería), Puerta de Purchena, Alejandro Salazar (hoy plaza Manuel Pérez García), plaza del Carmen, Antonio Vico hasta el Cerro de San Cristóbal. El camino de regreso, ya al alba, se hacía por Antonio Vico, plaza del Carmen, Alejandro Salazar y Tiendas. |
Devoción al Cristo de la Escucha Al contrario de lo ocurrido con la imagen de Jesús de la Pobreza, en el caso del Cristo de la Escucha, su trayectoria devocional hunde sus raíces en tiempos pretéritos, perdurando hasta nuestros días. En este sentido, mucho se ha escrito en torno a su aparición. Sin embargo, poco se sabe al respecto. El hallazgo de la primitiva imagen, desgraciadamente desaparecida en julio de 1936 como consecuencia de la Guerra Civil española, se encuentra envuelto dentro de un enigma difícilmente descifrable al carecer de datos documentales que corroboren científicamente las diferentes teorías. En primer lugar, durante mucho tiempo se ha afirmado que la talla de este crucificado anónimo llegó hasta Almería entre los años 1147 y 1157. A lo largo de esta década la urbe fue tomada por las tropas procedentes de Aragón, Génova y Pisa en una operación conjunta del rey Alfonso VII de Castilla y la flota italiana apoyada por el papa Eugenio III, quienes intentaron acabar de esta forma con la hegemonía musulmana. Esta hipótesis sostiene que tras la recuperación de la ciudad por el Islam, en 1157, la imagen permaneció oculta por un espacio de tiempo de casi tres siglos y medio, hasta que por fin fue encontrada, ya bajo el dominio cristiano, por unos albañiles, quienes la hallaron emparedada, momentos antes de disponerse a derruir una casa que se encontraba enclavada en la calle Beata Beatriz de Silvas, esquina con Lope de Vega. Es en esta inflexión de los hechos narrados donde la tradición y el imaginario popular pretenden encontrar una justificación a la advocación singular de la imagen, por cuanto la leyenda refiere que los albañiles oyeron tras el muro una voz que decía "¡Escucha, escucha!". Llegando presurosos a derribarlo, apareció entre ellos la devota hechura del crucificado. Sin embargo, este hecho parece más encuadrado dentro la tipología de leyenda que en una realidad histórica y documentalmente constatada. A nuestro entender, la efigie del Cristo era una obra de estilo gótico, muy arcaizante, posiblemente ejecutada en torno al siglo XV, aunque resultase un tanto primitiva para estas fechas. Acerca de su hallazgo, algunos autores barajan la posibilidad de que se encontrara en un principio en la Catedral-Mezquita, en la Almedina, desde donde sería posteriormente trasladado hasta la actual Catedral, colocándose entonces junto a unas pequeñas imágenes de San Juan Evangelista y la Virgen María, en clara escenificación del Calvario. Por otro lado, se especula que el obispo fray Diego Fernández de Villalán, fue quien trajo la imagen, e incluso se ha llegado a afirmar que el Cristo fue adquirido en 1555 a la Cofradía del Santísimo Sacramento. Concerniente a este asunto, hemos de señalar que la incógnita aún perdura en el tiempo. En cambio, lo que sí puede hacerse constar realmente es la fecha en la que tenemos noticias fehacientes de la advocación de este venerable crucificado. Así, en acta capitular de 26 de octubre del año 1772, se hace expresa la existencia del Santo Cristo del Escucha, o de la Escucha, como hoy en día se le conoce. La hermandad fue fundada el día 17 de mayo de 1958, bajo el episcopado de Alfonso Ródenas García. Su salida en vía crucis se practica en la madrugada del Viernes Santo, desde la Catedral de la Encarnación. |
Nueva versión de Perceval Actualmente, la capilla de la Escucha de la Catedral está presidida por una nueva imagen, realizada en 1941 por el almeriense Jesús Pérez de Perceval y del Moral. En esta talla, el pintor y escultor almeriense quiso hacer su propia interpretación del Crucificado original, aunque bien es cierto que respetó una serie de peculiaridades extraídas del vaciado que el propio autor realizó en 1934. Su hechura, de reducidas dimensiones, fue tallada en madera de nogal, siendo policromada en tonos oscuros, queriendo aportar una sensación de sabor añejo. Iconográficamente, la pieza alude la imagen severa del crucificado difunto. Sus rasgos apuntan una anatomía esquematizada, cabellos confundidos con la corona de espinas, a modo de bordes rizados, y de gran patetismo en la expresión del rostro. Como nota anecdótica, decir que era tanta la devoción que Perceval expresaba hacia la extinta imagen que incluso accedió a trabajar en su reconstrucción de una forma gratuita, requiriendo únicamente al Cabildo Catedralicio el importe de los materiales necesarios para su ejecución. |
BIBLIOGRAFÍA LÓPEZ MARTÍN, Juan: La Iglesia en Almería y sus Obispos, Almería, 1999. RODRÍGUEZ PUENTE, Rafael: Breve historia de la Semana Santa de Almería, Málaga, 2002. RODRÍGUEZ PUENTE, Rafael: "La imaginería de Almería", en VV.AA.: Artes y Artesanías de la Semana Santa Andaluza, Ediciones Tartessos, Sevilla, 2004. VV.AA.: Semana Santa, Agrupación de Cofradías, Almería, 1947. VV.AA.: Semana Santa, Agrupación de Cofradías, Almería, 1959. |
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