EL NUEVO RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DEL
SANTÍSIMO CRISTO DE LA EXPIRACIÓN EN SEVILLA

Francisco Javier Sánchez de los Reyes. Fotografías de Pedro Manuel Benítez Carrión


 

 

El retablo del Santísimo Cristo de la Expiración (Cachorro), obra maestra del escultor e imaginero utrerano Francisco Antonio Ruiz Gijón (1682) muy venerada en la capital hispalense, se comenzó a gestar como proyecto definitivo en el año 2006, aprobándose el dibujo propuesto en Noviembre del mencionado año, según la inicial idea del hermano de la corporación Jacinto Pérez Elliot, al que termina de dar forma, completando, definiendo y concretando su arquitectura y ornamentación, el proyectista Javier Sánchez de los Reyes.

Inmediatamente comienzan los primeros trabajos de carpintería, y ya en el año 2007 se procede a la talla de las primeras piezas a cargo de Pedro Manuel Benítez Carrión, natural de Mairena del Alcor (Sevilla), que prosigue en esta labor hasta el pasado año 2010.

 

 

 

Básicamente, el nuevo retablo mayor se define con un gran arco peraltado y rebajado -condicionado por el vano adintelado de obra que describe el telón cortafuegos y da paso al ábside donde se sitúa la imagen, previo al diseño y ejecución del retablo-, que curva en su inflexión la línea de cornisas, las cuales se enlazan con las que posee el templo por todos sus paramentos, obra del arquitecto sevillano Aurelio Gómez Millán, constituyéndose como su continuidad por el muro del presbiterio.

Dicha línea de cornisas es soportada por dos potentes columnas salomónicas, de 476 centímetros de altura, realizadas en madera de cedro al igual que todo el resto de la talla. Paralelamente a esta línea de cornisas, corre otra que discurre por detrás de la columna salomónica, y es soportada por dos columnas menores, de 246 centímetros, estriadas y con faja y guirnalda ornamental, donde apea asimismo la embocadura y molduraciones del arco que enmarca al Crucificado, y que enlaza con la cornisa en mármol que circunda el camarín, en cuyo friso se lee, en letras de bronce:

 

“TUAM MORTEN NUNTIAMUS, TUAM RESURECTIONEM PROCLAMAMUS”
(Anunciamos tu Muerte, Proclamamos tu Resurrección).

 

La curvatura de la línea de cornisas mayores rompe en su centro, albergando una cartela con una representación del Espíritu Santo que enlaza y da paso ya al juego de volúmenes superpuestos del ático, los cuales enmarcan una pintura que representa a Dios Padre figurado como una luz potente rodeado de querubines. Dicha pintura, un óleo sobre tabla de 157 x 117 centímetros, fue realizada por el sevillano Luis Rizo Haro.

Queda así definido el programa iconográfico, sin complicaciones y de fácil lectura, tomado de los retablos barrocos del segundo tercio del siglo XVII. El eje trinitario sitúa en una misma vertical las representaciones de Dios Padre (en el ático, como bóveda celestial), el Espíritu Santo (en un plano intermedio) y Dios Hijo representado por la imagen del famoso Cristo trianero, que dirige su mirada hacia lo alto y expira en su camarín, donde penetra la luz proveniente de Dios Padre para recoger su alma, de ahí la presencia de los rayos en la clave del arco del camarín.

 

 

El resto de la ornamentación del retablo, cuyo dorado corrió a cargo del taller sevillano de los Hermanos González, se define en base a modelos arquetípicos del Barroco, caso de la gran moldura o bombo calado que circunda el ático, la hojarasca compartimentada por moldurajes, las perinolas o remates de las columnas salomónicas, y la decoración a base de pámpanos y vides que presentan éstas últimas.

El conjunto total del nuevo retablo mayor para la Iglesia del Santísimo Cristo de la Expiración, incluyendo el plinto de mármol sobre el que se asienta, tiene una altura total de 11,62 metros.

 

 

 

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