LA PASIÓN DE CRISTO EN LA LITURGIA Y EN LAS COFRADÍAS DE SEVILLA

Martín Sánchez Franco (16/04/2016)


 

 
 
Jesús con la Cruz a Cuestas (Gran Poder)
Fotografía: Dihor

 

El calendario nos sitúa en abril de 2016. Hace 60 años, el 1 de abril de 1956 se celebró la primera Pascua con la reforma litúrgica establecida el 16 de noviembre de 1955 por la Sagrada Congregación de Ritos. Así pues, el Jueves Santo 29 de marzo la Santa Misa de la Cena de Cristo, por primera vez en más de un milenio, en lugar de celebrarse en las primeras horas de la mañana, como venía siendo tradición, no pudo celebrarse antes de las 17:00 ni después de las 20:00 horas. Con ello la liturgia se adecuaba a la realidad de lo que conmemoraba: la Última Cena de Jesús con sus apóstoles. En ella manifestó el culmen de su testamento de amor y de comunión fraterna, de servicio a los demás y de entrega, que recoge especialmente el evangelio de San Juan, e instituyó los sacramentos de la Eucaristía como expresión y memoria de su sacrificio redentor y del sacerdocio.

Los santos oficios de la Pasión y Muerte de Jesús del viernes 30 de marzo tampoco se celebraron por la mañana, sino que habrían de empezar, como se viene realizando desde 1956, a una hora en que Cristo estuviera colgado en su cruz: entre las 15:00 y las 18:00 horas.

El mayor cambio se produjo en el sábado 31 de marzo ya que, de denominarse popularmente Sábado de Gloria, porque la Resurrección, con la Vigilia Pascual, se celebraba en su mañana (en su amanecer, si no todavía oscuro el día que iba a empezar), pasó a ser con propiedad Sábado Santo. La Vigilia Pascual también pasó a ser realmente vigilia (la propia palabra hace alusión a "estar en vela" en horas que suelen ser de sueño). Desde entonces se empieza "circa mediam noctem inter sabbatum sanctum et dominicam Resurrectionis" ("cerca de la media noche entre el Sábado Santo y el domingo de Resurrección"), no antes del crepúsculo del día.

Así lo estableció, después de años de prueba y reflexión, durante el pontificado de Pío XII, el 16 de noviembre de 1955, la Sagrada Congregación de Ritos mediante su Decreto General Maxima Redemptionis Nostrae.

La reforma litúrgica, sobre todo por Novus Ordo Missae, establecido por el pontífice Pablo VI en aplicación de la constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, ha hecho correr ríos de tintas y multitud de ficheros y webs informáticas. Las opiniones son muy diversas, pero encontramos bastante consenso en todo lo que se hizo hasta 1962, en que Juan XXIII publicó su revisión del Misal tradicional. Respecto a la reforma del Triduo Sacro (Jueves, Viernes y Sábado Santos) de 1956 la Iglesia se propuso que los actos litúrgicos fueran más concurridos que hasta entonces, que fueran los centros de interés prioritarios en relación a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, que, en la piedad popular, habían sido sustituidos por las procesiones de la Semana Santa. Ello nos lleva a que en este artículo pretendamos tratar de dos movimientos paralelos, pero diferenciados: el movimiento litúrgico, como oficial de la Iglesia, y el movimiento popular de las procesiones de la Semana Santa, refiriéndonos a éstas en el marco sevillano.

La acción de pastoral litúrgica de la Iglesia tiene dos momentos: simultáneo y prolongado en el tiempo. La simultaneidad se refiere evidentemente a la participación en los actos litúrgicos. La Cuaresma y la Semana Santa son pródigas en ellos. La Iglesia llama a la penitencia para el perdón de los pecados. Nos centramos en el misterio de la Redención, en la Pasión en la Muerte y en la Resurrección de Cristo.

En paralelo, de manera más o menos convergente, se han manifestado dos formas de pastoral: la litúrgica y la procesional. Ésta, en gran medida es el resultado prolongado en el tiempo o diferido de la acción pastoral tradicional de la Iglesia de la manera en que ha calado en el pueblo o ha sabido éste interpretarlo. De la acción no siempre resulta lo que busca directamente quien la protagoniza: los efectos siempre se ven condicionados por la capacidad receptiva de las personas a las que el primero se dirige. Tampoco tiene todos sus efectos de manera inmediata; podemos pensar que queda una acción latente. La receptividad de las personas también cambia: éstas van asimilando paulatinamente y conformando una forma de entender los misterios que se celebran.

No cabe duda de que la acción pastoral de la Iglesia se ha desarrollado durante muchos siglos hasta 1955 con dos graves limitaciones: lingüística y horaria. El uso exclusivo del latín ha aislado al pueblo. La celebración de la Misa exclusivamente en horario matutino también ha hecho más difícil la asistencia, sobre todo en los días de trabajo, que pudieran ser los casos del Jueves Santo y del Sábado Santo.

En el Sábado, llamado de Gloria hasta 1955, se producía además el mayor de los anacronismos. Lo había en todo el Triduo Sacro, ya que no era natural celebrar la Última Cena en las primeras horas de la mañana. Pero la celebración de la Resurrección de Cristo en la mañana sabatina distorsionaba el sentido litúrgico y pastoral. Si esta distorsión era más débil se debía a la falta de asistencia de los fieles a aquella vigilia matutina. Véase la contradicción entre los propios términos: vigilia matutina. La vigilia tiene a la noche como su marco natural. Lo ha recuperado con la reforma litúrgica de 1956.

Fuera del marco litúrgico, el pueblo ha celebrado la Pasión y Muerte de Cristo mediante procesiones en las que se ha venido ganando en plasticidad iconográfica, en la representación de aquéllos de la manera más fiel posible en cada caso. El sentido penitencial de la Semana Santa en siglos anteriores ha llevado a la participación de penitentes con distintos grados de sacrificios. Estos no han sido sólo efectos de la labor litúrgica, sino también de la homilética. Al pueblo se le ha instruido mediante predicaciones. Los textos bíblicos han estado muy lejos de las mentes populares, pero los predicadores han ejercido de vínculo entre ellos y los fieles. Podemos recordar a grandes predicadores como San Vicente Ferrer (1350-1419), precisamente de la Orden de Predicadores (dominicos), siempre en la primera línea de la defensa de la ortodoxia. Félix González de León cree que influyó decisivamente en las más antiguas cofradías de Sevilla, llamadas de Penitencia, Sangre y Luz.

 

 

La renovación litúrgica de la Semana Santa y las procesiones

La reforma litúrgica general de la Iglesia Católica, para todo el año, ha tenido su máxima expresión en el Novus Ordo Missae que Pablo VI aprobó mediante su Constitución Apostólica Missale Romanum de 3 de abril de 1969. Con el Novus Ordo Missae se constituye una nueva forma de celebrar la Eucaristía que sustituye a la prevista por San Pío V mediante su Constitución Apostólica Quo Primum, (13 de julio de 1570).

Pablo VI (1963-1978) reconocía que el Misal Romano de 1570 había constituido uno de los muchos y admirables frutos del Concilio de Trento (1545-1563). Pero también veía necesario profundizar en la renovación litúrgica iniciada por Pío XII (1939-1958), sobre todo con la restauración de la Vigilia Pascual y las celebraciones vespertinas de la Cena y de la Pasión y Muerte del Señor.

Nos puede sorprender que hasta Pío XII la Iglesia haya venido celebrando los misterios del Triduo Pascual en las mañanas del Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado de Gloria. "De Gloria" era el Sábado porque era en su amanecer cuando se celebraba la Vigilia Pascual, aunque ésta en sus textos se refería a la noche santa que media entre el día del Sábado y del Domingo, en la que se produjo la Resurrección de Cristo. Se daba un importante anacronismo entre lo que se celebraba y el momento en que se hacía. Tenemos que tener en cuenta que, durante muchos siglos y hasta el inicio de la segunda mitad del siglo XX, las misas sólo se celebraban por la mañana porque para la comunión había que observar el ayuno desde las 12 de la noche anterior.

Pío XII inició el cambio en la Vigilia Pascual, de manera provisional y a voluntad de los obispos, en 1951, observando que era más fructífera la celebración en cuanto a asistencia de fieles en la noche y madrugada del Sábado al Domingo. También, mediante su Constitución Apostólica Christus Dóminus (6 de enero de 1953), considerando que Cristo había instituido la Eucaristía en la tarde-noche en que iba a ser entregado, autorizó que la Santa Misa también pudiera celebrarse por la tarde y pudo comprobar igualmente una mayor asistencia dominical. El ayuno eucarístico lo redujo a tres horas para alimentos sólidos y bebidas alcohólicas y a una hora para líquidos no alcohólicos, exceptuando al agua que no rompía el ayuno.

A causa de que antes sólo se celebraban misas en las mañanas, "decreció la asistencia de fieles a estos ritos" de manera que, según el Decreto General Maxima Redemptionis Nostrae, las celebraciones se solían "hacer por los clérigos estando muchas veces los recintos de las iglesias casi desiertos". Se consideraba que eso era muy lamentable "porque los ritos litúrgicos de la Semana Santa tienen no sólo una dignidad singular, sino también una especial virtud y eficacia para fomentar la vida cristiana, y no se puede compensar justamente con esos piadosos ejercicios de devoción que se llaman extralitúrgicos y que se hacen en las horas posmeridianas del sagrado triduo". Cuando dice el texto "esos piadosos ejercicios de devoción que se llaman extralitúrgicos" se refiere, sin duda y entre otros, a las procesiones de Semana Santa.

Nos planteamos un interrogante: ¿Ha logrado la Iglesia de los últimos 60 años, con su renovación litúrgica, fomentar la asistencia de los fieles a los santos oficios a los que nos referimos? Parece que en parte sí que lo ha logrado, pero no tanto como hubiera resultado de la devoción de los fieles por los misterios que se celebran. Quizá la Iglesia haya hecho tarde su renovación. Ésta ha conllevado también el uso de las lenguas vernáculas, en lugar del latín. Pero el pueblo llevaba ya su dinámica en la gestación de cofradías que rememoran la Pasión y Muerte de Cristo. Tampoco la Iglesia debía ni podía frenar estos impulsos, dignos siempre de los mayores elogios. De hecho una de las consecuencias de la renovación litúrgica ha sido el incremento del número de cofradías, dado que la Semana Santa, que con misterios de la Pasión y Muerte de Cristo terminaba hasta 1955 en la noche del Viernes Santo, ha pasado a contar con un día más: el Sábado.

Según Santiago Montoto, en el año 1946 Sevilla contaba con 47 cofradías (las que en las tablas inferiores figuran con color azul) que distribuían sus procesiones, con las que se meditaba sobre los momentos o misterios de la Pasión y Muerte de Cristo, entre el Domingo de Ramos y el Viernes Santo. Entre 1946 y 1955, el año anterior a la reforma litúrgica de la Semana Santa, en la capital hispalense el número de cofradías se incrementó en 2, cuyos nombres figuran en negro, llegándose, pues, a 49.

Parece que con la reforma litúrgica la Iglesia no ha logrado en Sevilla su objetivo de que otros "piadosos ejercicios de devoción" no vengan a sustituir en muchos casos a los santos oficios litúrgicos de la Semana Santa, si el dato que nos mostrara la tendencia fuera el número de cofradías, que se han incrementado en 22, cuyos nombres figuran en las tablas en rojo, llegando, pues, en 2014 a 60 las que entran en carrera oficial entre el Domingo de Ramos y el Sábado Santo (11 más que en 1955). Pero todavía hay otras 11 cofradías (en rojo y entre paréntesis) con procesiones el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión por sus barrios, aspirando la mayor parte de ellas o todas a hacer estación de penitencia en la Catedral dentro de la Semana Santa.

Quizá la mayoría de las cofradías no sólo no impiden con sus procesiones la asistencia a los sagrados ritos litúrgicos del Triduo Sacro (en las tardes del Jueves Santo y del Viernes Santo y en la noche y madrugada del Sábado Santo con la solemne Vigilia Pascual), sino que la potencian. Pero conviene que toda cofradía se plantee cómo afecta su procesión a los ritos litúrgicos, centrados el Jueves en la Eucaristía, con Misa de la Cena del Señor y con la adoración del Santísimo en el Monumento; centrados el Viernes en la meditación sobre la Pasión y Muerte de Jesús y en la adoración de la Cruz. En ocasiones, el cambio que se pudiera hacer podría ser beneficioso para los ritos litúrgicos y la propia procesión; por ejemplo, si una cofradía saliera con un Crucificado el Jueves Santo y no tuviese problema para pasar su procesión al Viernes, permitiría con ello tanto la adoración a Jesús Sacramentado el Jueves como el incremento de sentido de la propia procesión, como extensión de la adoración a la Cruz que caracteriza al Viernes Santo. El hecho de que las Reglas de la Hermandad establezcan, en este supuesto caso, que la procesión se haga el Jueves Santo no debería ser obstáculo porque, sometiéndose al objetivo primordial de la labor pastoral, las Reglas pueden ser cambiadas.

Un hecho importante a considerar en el aumento del número de cofradías después de la Guerra Civil ha sido su colaboración a la integración de barrios obreros en la dinámica socio-religiosa de la ciudad.

 

 
 
Negaciones de San Pedro (El Carmen)
Fotografía: Manuel Martín

 

Paso a paso, Sevilla y los Evangelios

Carlos III fue un rey renovador y previsor. En la Semana Santa de Sevilla, en nuestro caso principalmente a través del asistente Pablo Olavide, quiso evitar tanto los posibles desmanes nocturnos como las penitencias de derramamiento de sangre que, si muchas veces eran personales, también los había pagados.

La Semana Santa de Sevilla, pese a las crisis históricas que ha tenido, se ha ido pertrechando de un rico patrimonio artístico y simbólico que va llenando de contenido bíblico a nuestras procesiones. "Perfundet omnia luce" ("todo lo llena con la luz") nos dice el lema de la Hermandad de los Estudiantes. Podemos decir que la luz de los textos evangélicos va llenando de contenido a nuestra Semana Santa.

Entre el primer viaje de Juan Pablo II a España, con estancia en Sevilla para la beatificación de Santa Ángela de la Cruz, y el segundo para la clausura del XLV Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Sevilla en junio de 1993, me propuse el estudio comparativo de los misterios de los pasos de la Semana Santa de Sevilla y los textos evangélicos: el primer paso metodológico fue el análisis exhaustivo de todos los momentos o misterios de la Pasión y Muerte de Cristo en cada uno de los cuatro evangelistas; el segundo paso fue la integración en uno de los cuatro análisis anteriores y en un texto comprensivo de los cuatro evangelios (estos pasos anteriores, para evitar la contaminación con el análisis de las cofradías de Sevilla, tenía que hacerlo sin pensar en los misterios de nuestras procesiones); el tercer paso fue precisamente la búsqueda de relaciones entre los momentos de la Pasión y Muerte de Jesús de los textos evangélicos y los misterios sevillanos.

Creyendo que había hecho un buen trabajo, le regalé al pontífice Juan Pablo II el primer original del libro que pretendía publicar, Paso a Paso, Sevilla y los Evangelios. Como protocolariamente corresponde, recibí el agradecimiento de la Santa Sede. Por otro lado, me alegra observar que en los últimos 20-25 años cada vez hay mayor interés por referenciar los misterios de nuestras cofradías con los textos evangélicos y que se hagan estudios similares a los que pretendía hacer entonces.

Presentamos las tablas en las que relacionamos los momentos de la Pasión con los textos evangélicos correspondientes y con las cofradías de Sevilla, las cuales nos muestran imágenes con las que podemos vivenciar la Pasión y Muerte de Cristo. Hemos procurado hacer un profundo estudio analítico. Constatamos que, con los misterios que nos presentan iconográficamente en los pasos de la Semana Santa de Sevilla, se logra un relato exhaustivo de los textos evangélicos. Tenemos incluso un paso de misterio, el Cristo Varón de Dolores que procesiona la Hermandad del Sol, fundamentado en el texto del profeta Isaías, 53, 3-5.

 

 
 
Desprecio de Herodes (San Pablo)
Fotografía: Archivo de la Hermandad

 

Tablas de los momentos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en los Evangelios y de su representación iconográfica en los pasos de misterio de la Semana Santa de Sevilla
 
 
ENTRADA EN JERUSALÉN Y ÚLTIMA CENA
 
 
 

HUERTO DE LOS OLIVOS: ORACIÓN, PRENDIMIENTO Y CAUTIVIDAD

 
 
 
JESÚS ANTE LOS TRIBUNALES RELIGIOSOS
 
 
 
 
 
Despojo de sus Vestiduras (Jesús Despojado)
Fotografía: Julio Martín
 
 
JESÚS ANTE LOS TRIBUNALES CIVILES
 
 
 
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
 
 
 
MONTE CALVARIO: ESPERA DE LA CRUCIFIXIÓN
 
 
 
VARÓN DE DOLORES
 
 
 
 
 
Cristo de la Expiración (El Museo)
Fotografía: Archivo de la Hermandad
 
 
MONTE CALVARIO: CRUCIFIXIÓN Y REPARTO DE VESTIDURAS
 
 
 
JESÚS EN SUS SIETE PALABRAS Y EN SU EXPIRACIÓN
 
 
 
ACONTECIMIENTOS QUE SIGUIERON A LA EXPIRACIÓN DE JESÚS
 
 
 
 
 
Descendimiento (La Quinta Angustia)
Fotografía: Candau Fotógrafos
 
 
JESÚS MUERTO EN LA CRUZ
 
 
 
DESCENDIMIENTO DE LA CRUZ Y SUDARIO DE JESÚS
 
 
 
SANTO ENTIERRO, SEPULTURA Y SEPULCRO DE JESÚS
 
 
 
RESURRECCIÓN DE JESÚS
 

 

 
 
Coronación de Espinas (San Esteban)
Fotografía: José Manuel Silva

 

Significado del número de orden que antecede a cada una de las cofradías que aparecen en la última columna de las tablas anteriores

 

El primer criterio de ordenación es el del orden del misterio que representa en los textos evangélicos.

El segundo criterio matiza al anterior en los casos en que podamos observar alguna secuencia cronológica en él. En los demás casos viene referido al orden procesional desde el Viernes de Dolores al Sábado Santo. Esta forma de identificación de los pasos de misterio de las cofradías, mediante el número de su orden según los dos criterios anteriores, responde al momento actual. Lógicamente se alterará conforme nuevas corporaciones se incorporen.

 

Significado de los colores en las últimas columnas de las tablas anteriores

 

El color azul indica que las cofradías que lo llevan son anteriores a la reforma litúrgica del año 1956.

El color rojo indica que las cofradías que lo llevan son posteriores a la reforma litúrgica del año 1956.

 

Significado de los paréntesis en las tablas anteriores

 

En la primera columna (momentos de la Pasión) indican que son momentos tácitos para los textos evangélicos.

En las columnas segunda, tercera, cuarta y quinta (las citas de los textos evangélicos) indican que no son leídos en las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa.

En la última columna, en los casos que el paréntesis cierra la totalidad del nombre, indica que las cofradías son de las vísperas de la Semana Santa de Sevilla, procesionando el Viernes de Dolores o el Sábado de Pasión.

 

 
 
Presentación al Pueblo (San Benito)
Fotografía: Archivo de la Hermandad

 

BIBLIOGRAFÍA:

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Álvarez Rey. Leandro, et al. (1992): Las cofradías de Sevilla en el siglo XX. Sevilla: Universidad de Sevilla, Secretariado de Publicaciones.

Bermejo y Carballo, José (1882): Glorias religiosas de Sevilla. Sevilla: Imprenta y Librería del Salvador. También: http://www.extramuros.es/visualizar__Glorias-religiosas-de-Sevilla__00391

González de León, Félix (1994): Historia Crítica y Descriptiva de las Cofradías de Penitencia, Sangre y Luz, fundadas en la ciudad de Sevilla (1852). Sevilla: Ediciones Giralda, S. L.

Luengo Mena, Jesús (2007): Compendio de Las Cofradías de Sevilla que procesionan a la Santa Iglesia Catedral en Semana Santa. Sevilla: Ediciones Espuela de Plata.

Martínez Kleiser, Luis (2003): La Semana Santa de Sevilla (1924). Sevilla: Ediciones Espuela de Plata.

Montoto, S. (1976): Cofradías sevillanas. Sevilla: Universidad de Sevilla. Introducción, comentarios y notas de Enrique Esquivias Franco.

Moreno Navarro, Isidoro (1982): La Semana Santa de Sevilla. Conformación, mixtificación y significaciones. Sevilla: Biblioteca de Temas Sevillanos.

Sánchez de Arco Manuel (1943): Cruz de Guía: exégesis profana de la Semana Santa en Sevilla. Madrid: Ediciones Nacional.

Sánchez Herrero, José (2003): La Semana Santa de Sevilla. Madrid: Silex Ediciones.

 

 
 
Rotura del Velo del Templo y Temblor de Tierra (El Cerro)
Fotografía: Juan Antonio de la Bandera Berlanga

 

WEBGRAFÍA

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http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19631204_sacrosanctum-concilium_sp.html

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http://www.lahornacina.com/noticiasarteaga6.htm

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http://www.vatican.va/holy_father/paul_vi/speeches/1969/april/documents/hf_p-vi_spe_19690428_due-congregazioni_lt.html

Pablo VI (1969): Constitución Apostólica Missale Romanum:
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Pío XII (1953): Constitución Apostólica Christus Dominus
http://www.vatican.va/holy_father/pius_xii/apost_constitutions/documents/hf_p-xii_apc_19530106_christus-dominus_lt.html

Royo Mejía, A. 2009. Historia de la reforma litúrgica (I): Los antecedentes:
http://infocatolica.com/blog/historiaiglesia.php/0908151218-historia-de-la-reforma-liturg

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http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_19551116_maxima-redemptoris_lt.html

 

 
 
La Lanzada
Fotografía: Fernando Bedoya

 

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