UNA POSIBLE OBRA DEL ESCULTOR ANTONIO ASENSIO DE LA CERDA EN UMBRETE
Juan Carlos Martínez Amores (16/10/2020)
Crucifijo. Hermandad de la Purísima Concepción de Umbrete (Sevilla). Antonio Asensio de la Cerda (atribuido), hacia 1760-1775. |
Una de las últimas incorporaciones al patrimonio artístico de la Hermandad de la Purísima Concepción del municipio sevillano de Umbrete ha sido el crucifijo de pequeño tamaño que preside la mesa de junta durante los cultos solemnes. Dicha incorporación ha tenido lugar no hace mucho, concretamente en 2016, merced a la donación de un hermano que previamente la había adquirido en el comercio de arte antiguo (1). El precario estado en que llegó a la corporación motivó que ésta encargara su restauración al también hermano y licenciado en Bellas Artes David Martínez, quien devolvió a la imagen todo el esplendor con que fuera concebida tras unos trabajos que se desarrollaron durante varios meses, los necesarios para poder ser presentada a los hermanos en la octava de la Inmaculada del citado año 2016 (2). Se trata de una escultura en madera de cedro policromada de reducidas dimensiones como se ha referido antes (Cristo: 24,5 cm de alto por 23 de ancho; cruz: 54 cm de alto por 27,5 de ancho; peana: 31,5 cm de alto por 16 de ancho). Representa a Cristo muerto sujeto a la cruz mediante tres clavos, ostentando la llaga de la lanzada en el costado derecho como es preceptivo, mismo lado hacia el que deja caer su inerte cabeza, la cual se interpreta sin corona de espinas; cubre su desnudez con un paño de pureza recogido de manera peculiarísima y sobre el que incidiremos más adelante. Descansa todo el conjunto sobre una elegante y sobria peana de madera de la misma época que la imagen. Como ya hemos apuntado se usa en la mesa de oficiales durante los cultos solemnes de la corporación -es decir, octava de la Inmaculada y fiesta de la Porciúncula-, permaneciendo el resto del año expuesto en una vitrina de madera y cristal en la casa de hermandad. Aparte de su belleza e interés, lo primero que causó la efigie en el seno corporativo fue un relativo desconcierto a la hora de adscribirla a una escuela o foco artístico concreto ya que los caracteres que presentaba hacían ver a todas luces que en absoluto había salido de un taller sevillano o de su área de influencia. Menos enigmática era su datación, pues resultaba evidente que su factura está impregnada del estilo dieciochesco y el lenguaje preciosista que lo caracteriza. Aunque en este estado de las cosas poco más se podía decir sobre el asunto, el que suscribe se marcó como objetivo arrojar algo de luz sobre los orígenes de la escultura, si no sobre su paternidad artística al menos acerca del entorno artístico del que salió. En principio y debido a la peculiar manera de recalar la misma en la hermandad, quedaba descartada toda posibilidad de algún hallazgo documental sobre ello, al menos en cuanto a fuentes de primera mano. Había que recurrir por tanto al complicado y sugestivo terreno de las atribuciones, tan resbaladizo cuando no se pisa seguro. A este respecto ha resultado de vital importancia para nuestro cometido el que hayamos identificado otras dos obras -ambas ajenas al ámbito artístico hispalense- que comparten con la que nos ocupa innegables vínculos estéticos y estilísticos, lo que -tras un razonado análisis que expondremos a continuación- nos ha llevado a pensar que todas salieron de la misma mano. Claro está que para ello ha sido proverbial el que estas dos obras estén firmadas y fechadas. |
Crucificados de Antonio Asensio de la Cerda: de izquierda a derecha y de arriba abajo el documentado de Benaocaz (foto: Ismael Rodríguez), el también documentado de Ronda (foto: Sergio Ramírez), el atribuido de Zahara de la Sierra-ermita y el también atribuido de Zahara de la Sierra-parroquia (foto: Francisco Montañéz). |
Nos referimos a sendos crucificados que se localizan respectivamente en la parroquia de San Pedro Apóstol de Benaocaz (Cádiz) y en el convento del Patrocinio de madres franciscanas de Ronda (Málaga). El primero presenta en el paño de pureza la inscripción "Antonius Asiensus de la Cerda mefiso anno de 1766 in hac villa de Benaocaz" (3), si bien la lectura de la fecha ha sido interpretada por otros autores como 1717 (4) -ésta del todo improbable- y 1760 (5). En cuanto al ejemplar rondeño, distinguimos en el retablo donde se venera una inscripción por desgracia incompleta: "Antonio Acienso de la Cerda me fecit año de…" [suprimido] (6). Antonio Asensio de la Cerda forma parte -junto con su hermano mayor Pedro y el hijo de éste, Vicente- de una saga de escultores que, provenientes de Cieza (Murcia), llegó hacia 1720-1725 a Málaga, si bien solamente Pedro y Vicente se establecieron definitivamente en dicha ciudad y desarrollaron allí su carrera artística de forma plena y exitosa -sobre todo el primero- pese a tener que competir con un genio como Fernando Ortiz. Posiblemente la realidad de un mercado altamente competitivo influyó de forma destacada en el hecho de que Antonio -tras formarse en el taller de su hermano- decidiera desplazarse fuera de Málaga y se asentara en Ubrique (Cádiz) a mediados de siglo (7), desde donde operará en un vasto territorio comprendido entre las serranías de Ronda y Cádiz y poblaciones adyacentes, y en el que se localiza la práctica totalidad de su obra conocida (8). Con un estilo claramente deudor de su hermano y maestro Pedro, no obstante su arte presentará unas connotaciones propias con respecto al de éste y al de Vicente, traducido en un evidente apego al preciosismo y a la serenidad en la expresión de sus imágenes, tal y como se puede comprobar en el aún escueto catálogo de sus obras, la mayoría atribuidas: Crucificado (Parroquia de San Pedro, Benaocaz. 1760-1766), Crucificado (Convento del Patrocinio, Ronda. 1770-1771), San Juan Nepomuceno y San Juan Evangelista (Ermita de los Remedios, Olvera. 1771), Niño Jesús de la Espina (Hermanas de la Cruz, Ronda. 1760-1770), Niño Jesús Crucificado (Parroquia de Santa Cecilia, Ronda. 1760-1770), Virgen de los Dolores (Parroquia de San Juan Bautista, Málaga. 1760-1775), Virgen del Amor Doloroso (Parroquia de los Santos Mártires, Málaga. 1771), Virgen Dolorosa (Abadía cisterciense de Santa Ana, Málaga. 1770-1771), Virgen Dolorosa (Convento de la Aurora, Málaga. 1760-1775), Virgen de la Fe y Consuelo (Capilla del Monte Calvario, Málaga. 1770-1771), Virgen de los Reyes (Iglesia de San Juan de los Reyes, Granada. 1760-1775) y Virgen de los Dolores (Parroquia de Sedella. 1760-1775) (9). En este caso sólo nos van a interesar para nuestro cometido los dos crucificados, ya que de su análisis formal y comparativo nos vamos a servir para argumentar la atribución de la escultura actualmente conservada en Umbrete a las gubias de Antonio Asensio de la Cerda. No obstante, y pese a que a priori escapa de los objetivos iniciales de este artículo, vamos a señalar otras dos obras que -fruto de la labor de rastreo que hicimos por la zona de acción de este escultor- presentan rasgos que a nuestro parecer evidencian el haber podido salir de su obrador, extremo que tendrán que confirmar los especialistas en la materia. Nos referimos a sendas imágenes cristíferas conservadas en la localidad gaditana de Zahara de la Sierra -desapercibidas hasta ahora en los estudios sobre Antonio Asensio-, concretamente el Cristo de la Vera-Cruz venerado en la ermita de San Juan de Letrán y catalogado como "dieciochesco" (10), y otro crucificado de tamaño académico ubicado en el presbiterio de la parroquia de Santa María de la Mesa, al que se ha datado en el siglo XVII (11). |
Descarnamientos en la zona de la espalda: de izquierda a derecha y de arriba abajo los de Umbrete, Benaocaz (foto: Ismael Rodríguez) y Zahara de la Sierra-parroquia (foto: Jesús Gallardo). |
A la hora de acometer el análisis comparativo entre todas estas obras -los cuatro crucificados citados y el umbreteño- se desprenden una serie de caracteres comunes que pasamos a enumerar. En primer lugar el peculiar aspecto de la cruz, presentando su corteza un acabado a base de pequeñas escamas, ciertamente rarísimo (12). El tratamiento del pelo se resolverá de forma minuciosa, dejando caer a la derecha de la cabeza un mechón en forma de bucle que termina en una fina guedeja, mientras que en el lado opuesto la cabellera se recoge hacia atrás para caer por la espalda, dejando totalmente al descubierto cuello y hombro; por su parte la barba -de sección bífida- se compone a base de finos gubiazos. Ciertamente determinante en la expresión facial va a ser el característico modo de enarcar las cejas y la finura de éstas, resueltas a base de delicadas pinceladas en la mayoría de los casos. Uno de los rasgos que más nos llamó la atención de la imagen objeto de estudio desde que lo contemplamos por primera vez fue el dramático detalle del descarnamiento localizado en la parte posterior del torso, consistente en unas enormes y sanguinolentas llagas que incluso dejan a la vista parte de las costillas; aparte del de Umbrete este rarísimo rasgo lo observamos de forma más clara en el caso de Benaocaz y en el de la parroquia de Zahara (13). Otro detalle anatómico que presentan todos los casos es la rotunda forma de marcar el reborde costal con el consecuente subrayado de la zona abdominal, lo que se traduce en un efecto de gran plasticidad y efectismo. Igualmente hay que señalar los golpes o azotes que surcan todo el cuerpo en forma de pequeñas marcas paralelas de tonalidad morada. Hemos dejado para el final el que sin duda es el grafismo más característico de Antonio Asensio de la Cerda en sus crucificados. Nos referimos a la peculiar y personalísima forma de resolver el paño de pureza, pasando uno de sus extremos por entre las piernas y hacia atrás, lo que lo divide frontalmente en dos mitades surcadas de gran número de pliegues; desde la parte superior del lado derecho cae otro extremo de forma aparatosa pero no exenta de elegancia, contribuyendo con su plegado a un buen juego de claroscuros (14). Una vez realizado este análisis, reafirmamos nuestra teoría de que la imagen propiedad de la Hermandad de la Purísima salió de las manos de Antonio Asensio de la Cerda en un arco cronológico que podría abarcar desde 1760 hasta 1775, que son los años en los que hasta ahora se engloba su producción. Otra cuestión es dilucidar el origen o procedencia de dicha imagen por lo complejo que resulta seguir la pista de una obra de este tipo en el comercio de arte. Teniendo en cuenta su tamaño, todo hace pensar que se trata de un crucifijo de altar o de una imagen de devoción doméstica, por lo que lo más razonable sería pensar que proviene de un cenobio desamortizado o de alguna propiedad particular del ámbito donde Asensio trabajaba, es decir, cualquier localidad comprendida en la amplia zona que delimitan las sierras de Ronda y Cádiz. Lamentablemente estas son cuestiones difíciles de resolver -a menos que futuras investigaciones o hallazgos documentales nos deparen alguna sorpresa-, si bien nos queda la satisfacción de haber contribuido al mayor conocimiento de este escultor y su obra. Una obra que no sólo aporta una nota exótica -por su procedencia- al patrimonio artístico de la hermandad, sino que también lo enriquece notablemente. |
Sudarios de Antonio Asensio de la Cerda: de izquierda a derecha y de arriba abajo Umbrete, Benaocaz (foto: Ismael Rodríguez), Ronda (foto: Sergio Ramírez) y Zahara de la Sierra-ermita. |
NOTAS Y BIBLIOGRAFÍA (1) A(rchivo) H(ermandad) P(urísima) C(oncepción) U(mbrete): Libro de actas [2011-2017]. Cabildo de 22-I-2016, fols. 68-69. (2) A.H.P.C.U.: Libro de actas [2011-2017]. Cabildo de 03-XI-2016, fol. 85. (3) http://manuelcabelloyesperanzaizquierdo.blogspot.com (consulta realizada el 26-08-2020). La imagen fue restaurada hace unos años magníficamente por Ismael Rodríguez Viciana, a quien agradecemos las fotos de la misma y la información facilitada. (4) VV. AA.: Guía artística de Cádiz y su provincia, t. II. Sevilla: Fundación José Manuel Lara y Diputación de Cádiz, 2005, p. 349. (5) SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio: "Málaga y su proyección escultórica en los siglos de oro" en FERNÁNDEZ PARADAS, Antonio Rafael (Coordinador): Escultura barroca española. Nuevas lecturas desde los siglos de oro a la sociedad del conocimiento, vol. II. Antequera: ExLibric, 2016, p. 262. (6) RAMÍREZ GONZÁLEZ, Sergio: "El Patrocinio de la Virgen y el conventualismo franciscano rondeño: historia y patrimonio" en PELÁEZ DEL ROSAL, Manuel (Director): VII Curso de verano. El franciscanismo en Andalucía, t. I. Córdoba: Obra Social y Cultural de Cajasur, 2003, p. 117. SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio y RAMÍREZ GONZÁLEZ, Sergio: "Proyección social, endogamia y continuismo artístico. Los Asensio de la Cerda, una familia de escultores en la Málaga ilustrada", Boletín de Arte, nº 26-27. Málaga: Universidad, 2005-2006, p. 312. ROMERO TORRES, José Luis: La escultura del Barroco. Historia del Arte en Málaga, t. 10. Málaga: Prensa Malagueña, 2011, p. 100. (7) http://manuelcabelloyesperanzaizquierdo.blogspot.com (consulta realizada el 26-08-2020). Así consta en la respuesta sobre esta localidad enviada al Catastro de Ensenada. (8) SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio y RAMÍREZ GONZÁLEZ, Sergio: op. cit., pp. 285-286 y 297. ROMERO TORRES, José Luis: op. cit., p. 99. (9) SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio y RAMÍREZ GONZÁLEZ, Sergio: op. cit., p. 316. Algunas de las dolorosas citadas son señeras y emblemáticas efigies de la semana santa malagueña. (10) AA. VV.: Guía artística de Cádiz y su provincia, t. II, op. cit., 413. (11) Ídem, p. 408. Ambas imágenes zahareñas han sido restauradas recientemente por Jesús Gallardo Gordillo. (12) El único que no lo presenta es el Cristo de la Vera-Cruz de Zahara, siendo su cruz de sección plana y de nueva ejecución. (13) Llama poderosamente la atención el que se aplique este detalle a la imagen de Umbrete. (14) De los casos citados, el único que presenta un paño de pureza de tipología distinta a la apuntada es el crucifijo de tamaño académico de la parroquia de Zahara de la Sierra. No obstante esto, creemos que presenta caracteres suficientes para considerar su atribución a Antonio Asensio. |
Nota de La Hornacina: artículo publicado, con ligeras modificaciones, en el boletín "Pureza 2020", editado por la Hermandad de la Purísima Concepción de Umbrete (Sevilla), pp. 23-28. |
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