LOS CRUCIFICADOS DE ANTONIO ILLANES Y EL CRISTO DE LOS DESCALZOS.
UNA REVISIÓN EN EL CATÁLOGO DEL ARTISTA.
Sergio Jesús Parra Medina (27/11/2020)
Cristo de los Descalzos (1957) Fotografía inédita. Archivo familiar de Antonio Illanes Salcedo |
Conocidas son de sobra la casi totalidad de imágenes de Crucificados que el escultor andaluz Antonio Illanes Rodríguez (1901-1976) tallara a lo largo de sus diferentes épocas, mayormente encargadas por distintas hermandades de la ciudad de Sevilla y poblaciones de esta provincia. En un breve y apretado recorrido situaremos, inicialmente, el Cristo de la Lanzada y el primero de las Aguas (destruido en un incendio fortuito), realizados por Illanes en la escuela hispalense de Artes y Oficios a finales de la década de 1920. Luego, entre 1930 y 1937, en "el viejo estudio" de la calle Santiago originaría el de la Expiración (Morón), el extinto de la Clemencia/de la Sed para la parroquia sevillana de la Concepción (1), el de la Vera-Cruz (Tocina) y el de la Sangre (El Saucejo). Posteriormente, en la primera mitad de los años 40 sumaría el segundo de las Aguas y el destinado al monasterio cordobés de San Gerónimo concluyendo en los 60 con el de la Misericordia (Jerez de la Frontera) y el agonizante, contextualizados en la emblemática casa-estudio de la calle Antonio Susillo nº9 (11). No obstante, durante la etapa madrileña (1955/56-1961), transcurrida en la barriada de la Concepción, Antonio Illanes resolvió otro Cristo Crucificado que, a no tardar, adquirió la Diputación de Lleida (2). |
Antonio Illanes Salcedo junto al Cristo de los Descalzos durante su talla. Estudio de Madrid en 1957 Foto: Archivo familiar de Antonio Illanes Salcedo. |
En cuanto a la relación estilística de imágenes de Crucificados pertenecientes al catálogo del maestro umbreteño, cabría agrupar tanto los que son titulares de hermandades penitenciales como los de culto que no se procesionan, sin olvidarnos de aquellos otros conservados en capillas o colecciones particulares; asimismo los clasificaremos según el estilo y la técnica, predominando los de corte clásico aunque no exentos de modernidad. Empero Illanes también cosechó una línea menos encorsetada en el neobarroco y próxima al expresionismo, con especial protagonismo del soporte lígneo y la técnica de la talla, desechando así el aparejo junto a la encarnadura y proponiendo trasladar el procedimiento creativo de su fecunda labor profana a la religiosa. Teniendo como eje principal de nuestro discurso el mencionado Crucificado de la comunidad catalana, diremos que éste fue realizado en 1957 empleando el artista madera de sabina (acabada con cera) mientras que, como era de costumbre, se sirvió de un gitano como modelo llamado Antonio Moto (al que gustó llamar Antonio Camborio): "de acerada musculatura y perfectamente conformado" (3). |
El Cristo de los Descalzos en el contexto de la restauración de 2018 y los autores de la misma |
El Crucificado de Lleida tendría como precedente el que su creador hiciera en 1945 y vendiera al Marqués del Mérito en 1950 (4), incorporando ahora una plasticidad distinta y característica de la renovación formal que introdujo para sí mismo en el taller de la calle Virgen de Nuria -bajo el mecenazgo del constructor y promotor inmobiliario José Banús Masdeu-. A diferencia de los Crucificados anteriores, el del barrio de la Macarena contaría en su proceso con la presencia de su pequeño hijo Antoñín -tal y como se aprecia en una fotografía de la época (hasta ahora inédita)- a quién, precisamente, retrataría en mármol al poco tiempo, en 1959. Finalmente, la obra fue destinada al santuario carmelita de Santa Teresita -inaugurado, en 1953 (5)-, recibiendo la advocación de Cristo de los Descalzos. La imagen fue repuesta al culto después de 22 años sin haberlo estado, a raíz de la restauración efectuada en 2018 por el tallista Daniel Gros y el pintor Jesús Masip (6). |
Crucificado de la Misericordia (1966). Parroquia de San Rafael (Jerez de la Frontera) |
El siguiente Crucificado, titulado de la Misericordia (7), lo produjo el ilustre imaginero para Jerez de la Frontera (Cádiz) en su segunda etapa sevillana, una vez ha regresado de la capital española. Esta nueva talla, en ciprés policromado, tomaría como base el mismo modelo en yeso del Cristo de los Descalzos, el cual se observa lo reutilizó modificándole el sudario y la cabeza. En cualquier caso, su modelado es uno de los mejores que Antonio Illanes desarrolló en tal iconografía aportando, francamente, una sensibilidad arrolladora y un movimiento de piernas sutil pero potente, al igual que lo es su busto -con clara inspiración en Jesús del Gran Poder (Juan de Mesa, 1620)-. |
Cristo agonizante (1966) |
Seguidamente, en la segunda mitad del mismo año de 1966 el artista abordaría su última interpretación de Jesús clavado en la cruz acudiendo, nuevamente, a la concepción de talla escultórica y enfatizando las calidades de la materia al incorporar a su estilo un lenguaje más abocetado, con notas puntuales de color y una evidente impronta expresionista -pudiendo recibir en su hechura la influencia del Cristo de la Agonía de Juan Adsuara (1893-1973), localizado en la Basílica de los Caídos (Pamplona) (8)-. Dicho Crucificado, el más rompedor del catálogo de Illanes, se expuso en el Museo de las Cofradías de Sevilla hacia 1968 (9), como así adelantaba el autor en una entrevista concedida en 1967 (10) para, a continuación, instalarlo en su célebre estudio a la espera de transferirlo a un lugar de culto acorde a la arquitectura actual, o ¿por qué no? a un espacio cultural alternativo. Mas en 1976 el artífice falleció y la obra pasó a la colección familiar, y de la viuda Dª Isabel Salcedo al hijo único del famoso y cordial matrimonio. De hecho, el heredero en cuestión, Antonio Martín Illanes Salcedo, aún mantiene fresca la idea de su padre en el deseo de que el último de sus Crucificados sea destinado a un entorno más adecuado, exhibiéndose debidamente -al igual que ya lo hace su antecedente estilístico en Lleida, del que advertimos se sitúa en una pared lateral del propio santuario, y sin cruz (muy probablemente nunca la tuvo)-. A no dudar, la integración del Cristo agonizante a un templo moderno sería un gran acierto puesto que su presencia elevaría la categoría del recinto sacro a la vez que lo impregnaría de la espiritualidad y esencia barroca que "el mago de la gubia" supo armonizar con su visión más contemporánea, propia de uno de los grandes imagineros de la historia del arte en España. |
Museo de las Cofradías de Sevilla, hacia 1968. Al fondo se identifica al Cristo agonizante (1966) mientras que en primer plano encontramos al Cirineo de San Roque (1962). Foto: La Sevilla que no vemos |
Referencias y citas bibliográficas (1) Parra, S.J. (2020). "De la Clemencia y la Sed en la obra de Illanes". Sed: 50 años de historia, arte y devoción. Hermandad del Santísimo Cristo de la Sed: Sevilla, pp. 190-197. (2) Illanes, A. (1928-1975). Catálogo de las obras con detalles en general. Ficha nº 88. (3) Illanes, A. (1967). De nuevo estudio. Sevilla, p. 50. (4) Parra, S.J. (2017). Un Crucificado desconocido de Antonio Illanes en Córdoba. La Hornacina. (5) Carmelitas Descalzos Provincia Ibérica. Breve historia. OCD Ibérica. (6) ACGC (2018). Restauran en Castelldans un Cristo de madera de los Carmelitas de Lleida. Somgarrigues. (7) Sotelino, M. (2020, 7 de junio). El Cristo de Illanes para Jerez. Diario de Jerez. (8) Garralda, J.F. (2016). El Santo Cristo de la agonía de Juan Adsuara. Amigos del monumento de "Navarra a sus muertos en la Cruzada". (9) Domínguez, J. (2005). Museo de las Cofradías (I). La Sevilla que no vemos. (10) Pineda, D. (1967, 27 de mayo). "Diálogo con Illanes". ABC. Sevilla. p. 45. |
Santuario de los Carmelitas Descalzos, de Lleida; al fondo de la imagen se aprecia el Crucificado realizado por Antonio Illanes en 1957. Foto: OCD Ibérica |
Artículo relacionado en este |
Nota del autor: mi agradecimiento a D. Antonio Illanes Salcedo y a Dª Carmen Berlabé (Museo de Lleida) |
www.lahornacina.com