SISANTE Y LA ROLDANA
Francisco González Luque
Una de las grandes ausentes de la exposición sobre La Roldana en Sevilla es la extraordinaria obra de Jesús Nazareno que tan celosamente custodian las religiosas clarisas del pueblo conquense de Sisante. Con estas breves notas queremos hacerlo presente entre los andaluces aprovechando la celebración de Andalucía Barroca, la efemérides y puesta al día de los estudios sobre la escultora.
El Convento de Sisante
El convento de Religiosas Clarisas o de las Nazarenas, como también se le conoce en Sisante, fue fundado a partir de un beaterio levantado por el Padre Hortelano en el año 1695. Las obras de conversión en recinto conventual se prolongaron durante la primera década del siglo XVIII y se erigió en tan sólo seis años (comenzaron en octubre de 1702 y finalizaron en mayo de 1708).
De momento nos interesa su iglesia, en cuyo interior se venera la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Roldana. Del exterior destaca una fachada sencilla a la plaza del Convento. En ella sobresale la portada barroca de piedra de doble cuerpo.
En el inferior, pilastras almohadilladas flanquean el hueco de ingreso bajo arco de medio punto y sobre el entablamento de friso decorado con motivos vegetales se alza una superficie ricamente decorada con motivos variados de carácter heráldico (¿el escudo de armas del fundador?), zoomórficos (leones rampantes flanqueándolo) vegetales (rosetas, roleos, hojarasca, etcétera) y otros variados, como las pilastrillas jónicas que enmarcan la composición o el sol y la luna que adornan el friso de remate. También podemos destacar la pequeña espadaña de triple vano y campana en el superior.
El interior se resuelve mediante nave única, transepto y cubierta de cañón con lunetos. En los muros laterales se conservan retablos con imaginería de desigual calidad y mérito. Las piezas artísticas más destacadas, sin duda alguna, son la imagen de Jesús Nazareno que centra el retablo mayor barroco que se alza en el presbiterio y la Dolorosa atribuida a Luisa Roldán que ocupa la hornacina del retablo lateral derecho del crucero. En la primera de ellas fijaremos hoy nuestra atención.
Origen de la imagen de Jesús Nazareno
Aunque por todos es conocido el origen de esta imagen y los avatares que se sucedieron desde su hechura hasta la llegada a Sisante, aquí los resumimos. Algunas fuentes sostienen que fue encargada por el rey Carlos II a su ya por entonces escultora de cámara con el propósito de obsequiar con ella al Papa Inocencio XI. Ceán Bermúdez señala, en cambio, que el monarca lo encargó para donarlo al Convento de San Diego, de Alcalá de Henares, argumento más creíble, por cierto, puesto que dicho Papa falleció en 1689 y Luisa fue nombrada escultora de cámara en 1692. En cualquier caso, también se suele comentar que la muerte de éste desvió su primitivo destino hacia el monasterio de El Escorial, aunque la intención del monarca también se vió truncada debido a su fallecimiento en 1700. Al parecer permaneció en el domicilio de Luisa Roldán hasta después de su muerte (1704). Más oscuros se muestran los años que median entre esta posesión y pertenencia a los hijos de la escultora y la adquisición y donación del P. Hortelano y de la Fuente al convento de Sisante, un 14 de septiembre de 1711. Hay quien mantiene que intentó ser comprada por el Duque del Infantado y un comerciante genovés con anterioridad al Padre Hortelano. Este, según se insiste en textos legendarios y/o piadosos, conociendo su existencia quedó cautivado al verla e insistió mucho a los herederos de la escultora hasta que por fin la adquirió para su pueblo natal.
Del convento a la calle
Por una centenaria tradición la imagen se ofrece en besapiés los viernes de marzo y procesiona por calles y plazas de Sisante cada cien años entre el clamor y la devoción popular de sisanteños, conquenses y peregrinos forasteros. Así lo dispuso la abadesa Madre Rafaela en 1819 (la salida prevista para el primer centenario del siglo XIX se retrasó por motivo de la Guerra de la Independencia y en lugar de hacerlo en 1811 no lo hizo hasta 1819), quedando establecida la llamada “Función del Centenar de Sisante”: celebración de una novena a la imagen de Jesús Nazareno y salida procesional con todo esplendor y solemnidad una vez al siglo.
Durante el II Centenario volvió a procesionar en el año 1911 bajo la organización de la abadesa Madre Josefa del Pilar. Pero antes de 2011, cuando le corresponde el III Centenario de la entronización en el convento, lo ha hecho en más ocasiones. Así, en el siglo XX ha procesionado ya dos veces, por motivos desgraciadamente excepcionales. La imagen fue mutilada en los sucesos de la guerra civil y debió ser trasladada a Cuenca para su restauración en 1939 y devuelta al año siguiente con el aspecto que nos muestra actualmente. Así mismo, lo ha hecho con motivo de la celebración del Año Jubilar en 2000 (el 24 de marzo fue trasladado a la Parroquia de Santa Catalina para la celebración de un triduo, el lunes 27 devuelto al convento, el 31 de marzo procesionó en Cuenca y el 1 de abril en Sisante).
Las madres clarisas, con Sor María del Consuelo a la cabeza, y una comisión municipal se están encargando de preparar y organizar con toda la ilusión del mundo la celebración de ese próximo III Centenario que conmemorará la llegada de tal imagen a la ciudad y al convento.
La imagen de Jesús Nazareno de Sisante
Tallada por Luisa Roldán durante su período madrileño, puede ser fechada entre los años 1697 y 1701. Entre tantas natividades, huidas a Egipto, sagradas familias, desposorios místicos y otras figuras de pequeño formato en barro policromado, tan intimistas y almibaradas, destacan poderosamente las dos obras más importantes de su período madrileño: el San Miguel venciendo al demonio de El Escorial, igualmente ausente de la exposición debido a su, al parecer, pésimo estado de conservación, y Jesús Nazareno de Sisante. Como no tenemos la suerte de disfrutar de su presencia en Sevilla, creemos que bien se merecen un recuerdo especial desde este portal. Hoy le dedicamos unas líneas a esa figura pasionista.
A la hora de analizarla debemos ser cautos, pues mucho se ha hablado de las diferencias entre la imagen original que esculpiera La Roldana y su aspecto actual, fruto de la restauración que en el año 1940 llevara a cabo el escultor e imaginero madrileño Federico Coullaut Valera a consecuencia de los hachazos que sufrió en 1936. Como desconocemos el estado en que se encontraba antes de la restauración, tendremos que limitar nuestro conocimiento a las fotografías posteriores y a la impresión producida por la imagen durante la inolvidable visita al convento de clarisas en diciembre del pasado año (temíamos su falta entre las obras expuestas y quisimos adelantarnos a la efemérides cumpliendo un viejo deseo de conocer la obra in situ).
Se trata de una imagen de candelero de tamaño natural concebida para ser vestida. Tiene, por tanto, únicamente tallados cabeza, cuello, manos y pies. Representa a Jesús, encorvado y cargando con la cruz que porta sobre su hombro izquierdo. La cabeza, coronada de espinas, se ladea hacia su derecha e inclina levemente hacia abajo mientras que las manos (la diestra más abajo que la izquierda) sostienen el palo corto de la cruz con dulzura, apenas rozándolo. El rostro, de acusados rasgos y perfiles muy marcados, se caracteriza por unos ojos almendrados bajo abultados párpados, entrecejo fruncido, nariz recta, pómulos sobresalientes y boca entreabierta traduciendo el dolor soportado y el agotamiento físico. La larga cabellera, de ondulados y sueltos mechones, cae por detrás y los laterales de la cabeza, dejando entrever la oreja izquierda. La barba, bífida, contribuye a crear la sensación de rostro alargado. Al igual que las facciones, las manos, de dedos largos, nervudas, muy realistas y de correcta y marcada anatomía (bien visibles se muestran huesos, tendones y venas), insisten en la expresividad que emana toda la figura.
Ignoramos si Coullaut Valera respetó las partes de la figura que no fueron destrozadas, siendo fiel al original mutilado que le propusieron restaurar o su aspecto actual no debe mucho al primitivo de La Roldana. En cualquier caso, muchas de las características de la escultora siguen presentes en Jesús Nazareno de Sisante y esa impronta roldanesca se ha mantenido.
Por la época en que fue tallada ya la escultora había tenido ocasión de observar y aprender con otras obras de la misma iconografía, pues casi todos los imagineros anteriores a ella (Francisco de Ocampo, Juan Martínez Montañés, Juan de Mesa...), coetáneos e incluso su propio padre habían realizado alguna o varias interpretaciones de Jesús Nazareno. Esta de Sisante insiste en los presupuestos sevillanos de fusionar realismo y belleza, clasicismo e innovación, tradición y valentía compositiva, dulzura y dramatismo. Con la persistencia de esas características estilísticas en ésta y otras imágenes de la escultora y seguidores de Roldán se cierra uno de los capítulos más interesantes de la imaginería barroca española (y universal, añadiríamos).
A los amantes de la escultura en general, de La Roldana en particular, o devotos les recordamos que tenemos una cita en Sisante el próximo 2011 para apreciar en la calle esta magnífica talla. También, si no podemos esperar tanto podemos acercarnos por allí cualquier viernes de marzo en que se expone en besapiés o, simplemente, solicitar permiso a las amables clarisas para la apertura del convento y aproximarnos al camarín de Jesús Nazareno. Merece la pena.