AMARGURA: UNA DOLOROSA MALAGUEÑA DEL XVIII EN TARIFA (CÁDIZ)

Juan Antonio Patrón Sandoval y Francisco Espinosa de los Monteros Sánchez


 

El estudio de la escultura lígnea malagueña ha estado dificultado en gran manera por la gran pérdida patrimonial que sufrió en los años 30 del pasado siglo XX. Sin embargo, las investigaciones recientes están sacando a la luz un núcleo autóctono de escultores que laboraron para las distintas iglesias y cofradías de su ámbito e incluso irradiaron hasta otras localidades.

Este es el caso de Tarifa (Cádiz), donde recientemente hemos documentado trabajos de Fernando Ortiz y donde ahora presentamos una dolorosa malagueña de notables interés.

 

 

Reseña Histórica

Un documento que describe los altares de las iglesias de Tarifa (Cádiz) y que aparece fechado en el mes de abril del año 1819 refiere cómo en la Iglesia Parroquial de San Francisco de Asís de dicha ciudad se encontraba el altar de la Virgen de los Dolores, del que dice "fue costeada esta capilla y traída su imagen de Málaga por don Francisco Chico Cárdenas, familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Sevilla" (1). Esta imagen de la Virgen Dolorosa procedente de Málaga se conserva en la actualidad y, de hecho, no es sino la que actualmente se titula como Nuestra Señora de la Amargura, al menos desde la década de 1970, pues todavía en los años 60 se la conocía como Nuestra Señora de los Dolores.

Sabemos igualmente que el 22 de abril de 1794, estando la primitiva iglesia de San Francisco de Asís amenazada de ruina se determinó echarla abajo y hacer otra, lo que se verificó a expensas de muchas limosnas del pueblo y principalmente de los feligreses, concluyéndose el nuevo edificio el 1 de marzo de 1797. Al tiempo, como era costumbre, los parroquianos más pudientes contribuyeron a hacer altares a su costa, tal y como hizo el citado Chico Cárdenas con el erigido con el título de Nuestra Señora de los Dolores (2). No nos cabe duda, por tanto, de la fecha en la que la imagen de la Virgen de los Dolores o Amargura fue traída a Tarifa por el mismo familiar del Santo Oficio que costeó su altar, siendo lo más probable que ésta fuera hacia el año de 1797.

Por cuanto se refiere al referido altar levantado para la talla malagueña de Nuestra Señora de los Dolores, según se reseña en un inventario de la iglesia datado en el año 1880, su capilla era la segunda de las tres que había en el lateral a la derecha del Presbiterio, estaba pues situada en la nave del Evangelio, "en el centro en forma horizontal". Así mismo, conforme describe ese mismo inventario, el altar de la Santísima Virgen era de madera jaspe y ara consagrada; su retablo era del orden dórico y cuatro medias columnas imitación jaspe adornaban el camarín de la imagen, cerrado de cristales (3). Lamentablemente, dicho retablo fue desmantelado después de una Visita Pastoral en el año 1961 del obispo auxiliar Antonio Añoveros Ataún, quien criticó la proliferación de altares e imágenes en las iglesias de Tarifa y ordenó su retirada. Un excesivo celo del párroco de entonces nos privó seguidamente, entre otros, de dicho retablo, ocupado por aquel entonces por una hermosa talla neoclásica del Santo Ángel Custodio. Así, donde antaño se ubicaba el altar de la Virgen de los Dolores actualmente encontramos una simple hornacina ocupada por una obra moderna de la Virgen de la Paz, obra del escultor e imaginero sevillano Gabriel Cuadrado Díaz (1976).

 

 

Análisis Estilístico (I)

La imagen de la Virgen de la Amargura de San Francisco es una talla de cuerpo completo que mide aproximadamente 1,24 metros (de cabeza a los pies) y realizada en madera, estando estofados los vestidos y encarnadas las partes visibles. En cuanto a su iconografía, encaja perfectamente dentro de la modalidad de Dolorosa sola al pie de la cruz, aunque muestra una variante con el giro de la cabeza y el cuerpo con respecto a las manos infrecuente en la escultura sevillana.

En efecto, la cabeza está girada hacia la derecha con respecto al eje compositivo, efecto que se potencia con la inclinación del cuello, hombros y cintura hacia ese mismo lado. Para dotar de mayor dinamismo a la imagen las manos aparecen entrelazadas, levantadas casi a la altura de los hombros y desplazadas levemente hacia la izquierda. Los dedos de las manos están entrelazados a la usanza andaluza, o sea, con los dedos superpuestos unos encima de otros, teniendo éstas perfectamente detalladas las uñas y otros detalles anatómicos.

La Dolorosa luce una túnica en tonos rojos, con bordes dorados y estampados de motivos florales, que se sujeta en la cintura con un sencillo cinto, apenas visible en el lado derecho de la escultura. El manto se abre en la parte derecha por detrás para recogerse por detrás de las manos y montando sobre el brazo izquierdo. La efigie aparece ataviada con zapatos, estando el pie izquierdo adelantado sobre el derecho, pareciendo éste levantarse de su tacón. Como único elemento postizo, luce una corona plateada que no es en nada acorde con la talla y que, además, desvía la composición de la misma, ya que no está fijada correctamente, estando claramente girada hacia la izquierda.

El estado general de la imagen no es malo en cuanto a estructura, aunque la policromía sí que presenta deficiencias debido a la suciedad y a algunas pérdidas, principalmente golpes durante el manejo de la misma.

Sabiendo que la imagen se hizo en Málaga, echamos una mirada a los diferentes talleres que obran en la ciudad en búsqueda de afinidades. Así, aunque los pliegues son en general amplios muy en la línea de las Dolorosas de Pedro de Mena, carecen del trabajo fino en láminas del maestro. Está sin embargo la Dolorosa tarifeña mucho más cerca estilísticamente de los trabajos de Fernando Ortiz, sobre todo en el tratamiento de la cabeza, con elementos coincidentes como el tratamiento de las cejas, el arqueo de la nariz, los ojos almendrados o la anchura del óvalo facial y que se pueden verificar con facilidad en las obras que se conservan de este escultor en Tarifa. (4) Sin embargo también se notan algunas diferencias que nos hacen desechar este autor amén de que, como hemos dicho, la imagen se realiza después de que Ortiz muriera en el año 1771.

Podríamos pensar entonces en algún escultor malagueño que, impregnado del arte de Pedro de Mena pudiera haber recibido influencias directas de Fernando Ortiz ya que Miguel de Zayas (1664-1730), probable maestro de Fernando Ortiz y discípulo de Pedro de Mena (5) no parece seguir la línea compositiva de nuestro desconocido autor de la Virgen de los Dolores o Amargura de Tarifa. Se conservan pocas obras documentadas de Miguel Félix de Zayas, pero el análisis de las mismas nos muestra a un discípulo de Pedro de Mena de inferior calidad y que desde luego no nos termina de ofrecer rasgos que nos acerquen a la obra tarifeña. Así, por ejemplo, en la Virgen de Belén del Pedroso (6) se observan notables diferencias en ojos, entrecejo o boca que hacen que desestimemos adjudicar a este escultor relación con la actual Virgen de la Amargura.

 

 

Análisis Estilístico (II)

Jerónimo Gómez de Hermosilla (hacia 1630-1719) es un escultor granadino afincado en Málaga y activo en la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII (7). Desarrolla su formación artística en el taller del escultor José Micael Alfaro y sin aparentes contactos formativos con el taller de Pedro de Mena.

Sin embargo con este escultor sí que vemos algunos elementos de concordancia entre su escasa obra conocida y la Dolorosa o Amargura de Tarifa. Apreciamos soluciones similares en las imágenes de los patronos malagueños San Ciriaco y Santa Paula, como es la forma de la barbilla, nariz, cinto, boca o entrecejo, aunque los santos malagueños están repintados y posiblemente retocados por lo que es difícil saber hasta dónde llega el parecido y cuáles son las adiciones posteriores que quizás lo que hicieron fue adecuar la estética de las imágenes a los gustos imperantes. Además se encuentran diferencias con otras obras documentadas de este escultor, como la Virgen de Belén de la Iglesia de la Victoria, que nos hacen desestimar una relación directa aunque sí que vemos en este autor algunos de los posteriores estilemas de Ortiz aún sin haber relación conocida entre ambos.

Recientemente, se ha descubierto la existencia de otro taller activo en Málaga, el de los Asencio de la Cerda (8); sin embargo, en este caso las diferencias de estilo nos parecen lo suficientemente claras como para poder argumentar cualquier relación con los mismos.

Nos inclinamos a adjudicar la imagen tarifeña a un escultor malagueño de finales del XVIII y que, siguiendo en parte la estética de Mena y sobre todo la de Ortiz, reelabora algunos nuevos elementos estéticos que luego serán utilizados por escultores de la saga de los Gutiérrez de León del siglo XIX, como por ejemplo Antonio Gutiérrez de León (1831-1891), cuya Dolorosa de la cofradía del Cristo de la Sangre de Málaga parece ir en la línea estética de la Dolorosa tarifeña. Éste bien podría tratarse de Salvador Gutiérrez de León y Aguirre (1777-1838, abuelo del anterior), las imágenes de San Juan evangelista y Santa María Magdalena de la catedral de Málaga muestran evidentes semejanzas compositivas con la Dolorosa malagueña, sin embargo, se observan también diferencias como el hoyuelo de la barbilla o el modo de entrelazar las manos del San Juan que nos hacen dudar de su autoría directa además del hecho de que éste sería muy joven -sólo 20 años de edad- en caso de haber ejecutado la imagen tarifeña. Pero las semejanzas nos hacen pensar en alguien del mismo taller.

José Luis Romero Torres apunta la figura de un Antonio Gutiérrez de León (al que llama I para diferenciar del escultor homónimo del siglo XIX), padre de Salvador, como escultor malagueño del que prácticamente nada se conoce (9). Quizás en el caso de la Dolorosa tarifeña estaríamos ante una obra de este escultor que entronca directamente con la obra de Ortiz (con quien quizás pudo aprender y si no desde luego de quien recibió una evidente influencia) y enlaza con la saga de escultores malagueños que copan el ambiente artístico malagueño del siglo XIX. De este enigmático Antonio Gutiérrez de León I se conserva la figura de un Majo en una colección particular madrileña que tiene una postura similar a la imagen tarifeña aunque este elemento no debe ni mucho menos de servir para sostener una atribución consistente.

Esperemos que posteriores investigaciones nos ayuden a aclarar la autoría de esta interesante Dolorosa, que puede servir de puente para unir la tradición escultórica barroca de Fernando Ortiz con la obra decimonónica de los Gutiérrez de León.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

(1) Trascripción literal mecanografiada del manuscrito original fechada en 1975. Archivo Particular, p. 8.

(2) TERÁN GIL, Jesús. "Documentos sobre la parroquia de San Francisco de Asís", publicado en Aljaranda, nº46, Tarifa, 2002.

(3) PATRÓN SANDOVAL, Juan Antonio y ESPINOSA DE LOS MONTEROS SÁNCHEZ, Francisco. "Notas sobre la producción del escultor malagueño Fernando Ortiz para Tarifa (Cádiz)", publicado en Boletín de Arte, nº 26-27, 2005-06, pp. 805-820.

(4) LLORDÉN SIMÓN, Andrés: "El insigne escultor Fernando Ortiz. Notas históricas para su estudio biográfico", publicado en Miscelánea Histórica Malagueña, Málaga, 2004, p. 202.

(5) GARCÍA GAINZA, María Concepción: "En torno a Miguel de Zayas", publicado en Apotheca, nº 6, II, 1986, pp. 139-140.

(6) Sobre este escultor véanse ROMERO TORRES, José Luis: "Imaginería Pasionista: Proceso histórico del culto a las imágenes", publicado en VV. AA.: Semana Santa en Málaga, vol. V, Málaga, 1990, p. 84; y SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio: El alma de la madera. Cinco siglos de iconografía y escultura procesional en Málaga, Málaga, 1996, pp. 408-409.

(7) SÁNCHEZ LÓPEZ, Juan Antonio y RAMÍREZ GONZÁLEZ, Sergio: "Proyección social, endogamia y continuismo artístico. Los Asencio de la Cerda, una familia de escultores en la Málaga Ilustrada", publicado en Boletín de Arte, nº 26-27, 2005-06, pp. 283-316.

(8) Véase: ROMERO TORRES, José Luis, "Figuras románticas andaluzas", en Exposiciones Virtuales: Figuras románticas andaluzas, http://www.cajasanfernando.es/htm/obrasocial/expvir/figuras/figuras01.htm, p.4.

 

Nota de La Hornacina: artículo publicado en el nº 3 de la revista Cáliz de Paz. Cuaresma de 2007.

 

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