UN CAUTIVO DE FRANCISCO ROMERO ZAFRA PARA HUELMA (JAÉN)
Jesús Abades
No cabe duda que las creaciones de los escultores e imagineros cordobeses Francisco Romero Zafra y Antonio Bernal Redondo no sólo han supuesto un baño de calidad y nobleza sin parangón en la imaginería de hoy en día, sino también la creación de un círculo escultórico contemporáneo en la ciudad vecina con un lenguaje y estilo propios, al que un grupo de jóvenes valores (José Antonio Cabello Montilla, Sebastián Montes Carpio, Rafael Sánchez, etcétera) sigue fielmente los pasos. A grandes rasgos, los grafismos que Romero Zafra y Bernal Redondo emplean a la hora de dejar su impronta en el oficio de la imaginería se pueden resumir del siguiente modo:
Sus creaciones varoniles presentan el cabello y la barba afanosamente trabajados, a base de onduladas guedejas y ensortijados rizos. Al igual que las femeninas, poseen un voluptuoso atractivo que, en ocasiones, se corresponde con los modelos actuales de estética. En ambos casos, los ojos son pincelados en el propio soporte de la madera bajo una preparación de estuco, consiguiendo un efecto acuoso y brillante. Muestran un gran detallismo a la hora de representar la púpila, el iris (en numerosas ocasiones, de color verde, azul y miel) y los lacrimales enrojecidos, prescindiendo de los ojos de cristal. Se encuentran enmarcados por trazos negros que profundizan más aún la mirada de la imagen. |
Las anatomías de las carnes desnudas son heredadas de los maestros clásicos italianos. Las manos se presentan crispadas, con laboriosa representación de venas, tendones (al igual que en el resto del cuerpo) y sorprendente representación de las uñas, con cutículas y medias lunas recreadas. Por regla general, los labios se recrean muy abiertos, en abierto diálogo con el espectador y atesorando gran detallismo a la hora de representar ambas coronas dentarias talladas. La lengua, muy marcada entre los dientes, presenta un inconfundible sello astorguiano en muchas ocasiones. Una de las últimas obras de Francisco Romero Zafra, un Cautivo para el municipio jiennense de Huelma estrenado en la primavera del presente año 2005, ha provocado conmoción y elogios a partes iguales, tanto entre el mundillo cofrade como entre la crítica especializada. Y no es de extrañar, pues se trata de un magnífico ejemplo a través del que podemos observar el dominio del oficio antes descrito y una riqueza de matices realmente magistrales y hasta insólitos dentro del actual arte sacro. La imagen presenta grandes semejanzas con otras dos creaciones de Romero Zafra sobre la misma iconografía pasionista: El Cautivo de Cuevas de San Marcos (Málaga) y el Cautivo que recibe culto en la Junta Pro-Semana Santa de Valladolid, considerado para muchos como la mejor obra cristífera del escultor. Nosotros, a pesar de los evidentes grafismos en común, pensamos que la imagen vallisoletana, que además presenta el dramático detalle de las lágrimas de cristal, nos ofrece a un varón más curtido y atormentado por los suplicios que se avecinan, de facciones más marcadas y doloridas, mientras que el Cautivo de Huelma muestra un semblante más despejado y juvenil, reflejando una mayor serenidad a la hora de afrontar su sacrificio. |
Fotografías de Francisco Romero Zafra
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