APARICIÓN DE LA VIRGEN A SAN PEDRO NOLASCO.
UN SUPUESTO INÉDITO DE ZURBARÁN
Mario Alonso Aguado
La prensa se hizo eco recientemente (ver enlace) de la inauguración, el pasado 29 de enero, de la exposición Zurbarán, Maestro de la Edad de Oro Española. El marco expositivo no es otro que el Palacio de Bellas Artes de Bruselas (BOZAR). La muestra, coincidente con el 350 aniversario de la muerte del llamado "pintor de los frailes", permanecerá abierta en la capital de Bélgica hasta el próximo 25 de mayo. Un conjunto de 50 obras que reflejan la evolución artística del pintor extremeño (Fuente de Cantos, Badajoz, 1598). Diversos medios de comunicación destacaban, en grandes titulares, que el museo mostraba cuatro obras inéditas hasta el momento, sobresaliendo entre ellas Aparición de la Virgen a San Pedro Nolasco (165 x 204 cm). Lo que los periodistas tildaron de inédito y desconocido hasta el momento, no es cierto. Ya en el año 1998, con motivo del IV centenario del nacimiento de Francisco de Zurbarán, la pintura referida fue dada a conocer por Odile Dependa, integrante del Instituto Wildenstein de París. Son significativas las aportaciones que la investigación histórico-artística ha hecho en los últimos tiempos acerca de Zurbarán. Muchas de ellas ponen en evidencia la íntima relación existente entre el pintor y la Orden de la Merced, en sus ramas calzada y descalza. Sabemos, por ejemplo, que, a través de un contrato fechado en 10 de abril del año 1624, el pintor se comprometió ante Fray Francisco de Baños, comendador del convento de Nuestra Señora de la Merced de la villa extremeña de Azuaga, a tallar un Cristo en la Cruz. Estamos hablando de un joven Zurbarán escultor; documento, por tanto, indudablemente novedoso y llamativo. Pero los estrechos vínculos entre los mercedarios y Zurbarán no quedan ahí, ya que alcanzan a la propia familia del pintor: el 30 de junio del año 1630 profesa como religioso, en el convento de la Merced de Sevilla, su sobrino Fray Sebastián de Zurbarán. Sería precisamente en el convento mercedario sevillano, actual Museo de Bellas Artes de la ciudad, donde el pintor extremeño mejor plasmaría sus blancos pinceles para enaltecer a la Orden de la Merced. Recordemos que Fray Juan de Herrera, comendador de la Casa Grande de la Merced de Sevilla, había firmado un importante contrato con Zurbarán el 29 de agosto del año 1628. El pintor se comprometió a terminar "veynte e dos cuadros de pintura de la ystoria de sant pedro de nolasco para vestir el segundo claustro [...] que tengan dos baras de alto y dos y media de ancho poniendo en cada uno las figuras e demas cosas quel padre comendador me ordenare". Es posible que las 22 pinturas no se ejecutaran en su totalidad. En el año 1780, el historiador Antonio Ponz habla solo de 15 cuadros. El 30 de septiembre de 1628 fue canonizado San Pedro Nolasco. Los mercedarios sevillanos quisieron exaltar y dar a conocer las virtudes de su fundador. Para ello, nada mejor que encargar ese ciclo pictórico de 22 lienzos sobre la vida del santo, pinturas que engalanarán los muros del claustro mercedario con una clara intencionalidad didáctica y catequética y, al mismo tiempo, como evidente exhibición del poder e influencia que ejercía la Orden de la Merced en aquella sociedad del barroco andaluz. |
Precisamente, el lienzo que ahora se presenta en Bruselas formaba parte de ese conjunto. Al no haber sido casi representado San Pedro Nolasco hasta ese momento, podemos preguntarnos ¿qué fuentes iconográficas proporcionó el comendador Fray Juan de Herrera a Zurbarán para que éste ejecutara sus pinturas? La biblioteca de la Universidad de Sevilla (US) tiene la respuesta. En ella se guarda una Vida de San Pedro Nolasco en estampas, compuesta por 25 grabados del pintor Jusepe Martínez, acompañado cada uno de ellos de un texto redactado en castellano y en latín. Lamentablemente no están todos, 7 han aparecido en la Biblioteca Nacional de España (BNE) con sede Madrid y otros 4 en manos particulares. No se ha encontrado el grabado sexto, fuente correspondiente al cuadro que nos ocupa, pero sí el texto, una cita del libro del Apocalipsis: "Te aconsejo que me compres oro acrisolado en el fuego, vestidos blancos con que cubrir la vergüenza de tu desnudez" (Ap 3, 18), una clara alusión al blanco hábito mercedario que la Virgen María, manifestada en una nube refulgente y dorada, entrega a un joven Pedro Nolasco arrodillado ante ella. Con esta cita bíblica de fondo se puso Zurbarán a pintar el lienzo cuyo resultado último recuerda la composición de otro cuadro del extremeño, San Jerónimo Flagelado por los Ángeles, obra del año 1639 existente en el Monasterio de Guadalupe (Cáceres). Lógicamente, cambian los personajes. En el nuestro, a la izquierda se representa a la Virgen manifestándose sentada en una nube clara que ilumina la escena, vestida con el hábito blanco de la Merced y coronada en sus sienes. Con mirada maternal, María muestra y ofrece el escapulario de su hábito mercedario al joven Pedro Nolasco. Se halla custodiada por un coro de cuatro ángeles: dos ángeles músicos, vestidos de rosa pálido y de un azul muy tenue, la flanquean por delante tocando un arpa y un laúd; mientras otros dos cantores, envueltos de amarillo, dejan ver sus cabezas por la parte de atrás. A la derecha, junto a la columna, a través de una ventana cimbrada abierta, se divisa el cielo azul intenso; es de noche, la noche de la aparición de la Virgen de la Merced, aquella que la tradición mercedaria sitúa entre el 1 y el 2 de agosto del año 1218. Arrodillado y dirigiendo su mirada hacia la Virgen está San Pedro Nolasco, vestido de seglar, con un amplio y holgado manto de color pardo, con gruesos pliegues, ensimismado en oración, con las manos juntas y el rostro puro vuelto hacia la aparición de la Virgen. Es de advertir que el rostro del santo fundador en este cuadro es el mismo que el utilizado en la Aparición de San Pedro Crucificado a San Pedro Apóstol, una obra hoy conservada en el museo madrileño de El Prado. No es del todo descabellado pensar que Fray Sebastián de Zurbarán, el sobrino mercedario de Francisco, le sirviera de modelo a la hora de pintar ese rostro juvenil en éxtasis. Como siempre, Francisco de Zurbarán resulta magnífico a la hora de representar a los frailes, especialmente a los mercedarios con quienes tuvo una relación muy estrecha. La Aparición de la Virgen a San Pedro Nolasco, perteneciente a una colección privada, expuesta ahora en Bruselas, es por su estructura simplificada hacia lo esencial, por sus refinados y finísimos colores, y por la fuerza escultural y expresiva de San Pedro Nolasco, una obra maestra digna del pincel de uno de los mejores pintores del barroco español. |
Nota de La Hornacina: Mario Alonso Aguado es académico y escritor.
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