La obra representa a San Francisco de Asís y se encuentra desde el pasado mes de enero de 2024 en la colección particular del artista Ramón Cuenca Santo (Cox, Alicante), que recientemente la ha adquirido en el mercado del arte, donde figuraba como escultura anónima de posible origen austríaco, procedente de una colección particular de la provincia de Barcelona. Mide 60 cm de altura.

Resulta extraordinario el parecido de esta talla en madera policromada con otra de la misma iconografía que recibe culto en la capilla de las Ánimas de la Basílica de la Caridad de Cartagena y hace pareja con otra que representa a San Antonio de Padua. También se observan semejanzas con otro San Francisco de Asís que está en el templo gaditano de San Lorenzo. En este caso, el santo sostiene el crucifijo, también muy característico de Maragliano.

Pocas dudas hay de que pertenezcan al afamado escultor genovés o a su taller. Todas ellas llegaron a territorios gaditanos y levantinos gracias a las fructíferas relaciones comerciales y artísticas que tenían con Génova en el siglo XVIII, y muestran la cuidada policromía, el gesto teatral, la majestuosidad escultórica y el singular rostro de ojos rasgados, caracteres todos ellos típicos del estilo de Maragliano.

En el caso de Cádiz puede afirmarse que el envío de esculturas genovesas en madera policromada precede al establecimiento en esta ciudad de escultores de aquella misma procedencia ligur. Ahí están Francesco Galleano, Francesco María Maggio, Antonio Molinari o Domenico Giscardi entre los más señalados. En todos ellos, en mayor o menor medida, se aprecian ecos estilísticos y morfológicos del que podría considerarse "caposcuola" de la escultura barroca genovesa: Anton Maria di Maragliano (1664-1739), que nunca llegó a residir en España.

La atribución al San Francisco y al San Antonio de Cartagena fue posible gracias al estudio interdisciplinar desarrollado durante el proceso de restauración de las tallas por parte del Centro de Conservación y Restauración de la Comunidad Autónoma, que incluyó pruebas estratigráficas y radiológicas, así como diversas comparativas con otras piezas maraglianescas conservadas en Génova y en Cádiz y su provincia.

El San Francisco de Asís de la colección Cuenca Santo se halla representado recibiendo los estigmas de la crucifixión, con las manos llagadas y cruzadas sobre el pecho en gesto de entrega a Cristo. Aparece de pie, calzado con sandalias y vestido con el austero hábito de la orden franciscana, sujeto a la cintura por el cordón con los tres nudos que simbolizan los mandatos del santo de Asís: pobreza, obediencia y castidad.

La cabeza y el cuello del "poverello" son un prodigio de modelado y expresividad. Su rostro, con los ojos de cristal insertados al modo de la escuela genovesa, se muestra pálido y ajado por las secuelas de la penitencia y el ayuno infligidos en el monte Alvernia, lugar donde sucedió el prodigio. Al mismo tiempo, parece transmitir contrariedad mientras se halla imbuido en profundos pensamientos, pues nunca se consideró merecedor de llevar las marcas de la pasión de Jesús. Las carnaciones, los ropajes y la silueta de la figura, esta última apenas contorneada por una inclinación muy ligera, son un reflejo del espíritu de humildad y sacrificio, interno y externo, que siempre rigió la existencia del santo.

Anton Maria di Maragliano fue el más célebre de los imagineros ligures. Sus creaciones, documentadas entre finales del siglo XVII y el primer tercio del XVIII, contribuyeron decisivamente a la configuración de la escuela genovesa, gozando de una enorme aceptación tanto entre el público, incluido el español, como entre discípulos y seguidores que siguieron fielmente sus maneras hasta bien entrado el siglo XIX.