LA TRINIDAD TRIFACIAL

Joan Yeguas (16/06/2021)


 

 
 
Galería Shickman (Nueva York)

 

La representación de la Santísima Trinidad en el arte cristiano ha sido un tema complejo y cambiante. Circunstancialmente se ha simbolizado a través de una figura geométrica, como por ejemplo el triángulo (incluso con el ojo de la providencia en el interior).

En otras ocasiones, se ha plasmado a través de la figura humana: la encarnación del Verbo es el Hijo. En cambio, según los textos bíblicos, la manifestación de Dios padre y el Espíritu Santo siempre fue indirecta; a pesar de todo, existen referentes iconográficos donde Dios padre aparece como un hombre con pelo y barba blanca y el Espíritu Santo en forma de paloma. Siguiendo este hilo, la Trinidad antropomorfa se ha representado de diferentes maneras. Una ha sido la yuxtaposición horizontal de tres figuras iguales, las cuales se inspiran en la supuesta apariencia de Jesucristo; la idea de tres figuras idénticas surge en el episodio de la hospitalidad de Abraham (Génesis 18, 1-22), donde el patriarca ve tres hombres. Otra variante ha sido la superposición vertical del "Trono de Gloria", donde Dios padre está sentado y el Hijo, en la cruz (o yacente en la falda del Padre, por influencia de los grupos de la Piedad); a veces, también aparecen asociada con la Coronación de la Madre de Dios, formando un grupo triangular.

Para evitar el triteísmo (la doctrina que hace tres dioses de las tres personas de la Trinidad), se empleó la Trinidad trifacial, o sea, tres rostros que compartían un mismo cuerpo.

Este tema iconográfico se conoce con el nombre de Trinidad trifacial o "Trinidad trifrontal" porque tiene tres caras idénticas de Jesucristo (en latín también se denomina "vultus triformis" o "vultus trifons"). A veces se ha de hablar de "Trinidad tricéfala", pero en este caso sería erróneo, ya que no tiene tres cabezas, sino tres rostros. Este tipo de imagen fue usado para explicar el dogma de la Trinidad, una creencia cristiana que afirma que Dios es el único ser que substancia de forma individual en tres personas, en concreto la tríada formada por Dios padre, Hijo y Espíritu Santo. La creencia se oficializa en el Concilio de Nicea I (año 325) y ha provocado muchas controversias a lo largo de la historia.

A principios de la baja edad media también se hizo servir la "Trinidad tricéfala", pero rápidamente fue marginada, porque el monstruo de tres cabezas hacía las delicias de los bestiarios. A partir de finales del siglo XIV se consolidó la Trinidad trifacial, una solución a medio camino entre el politeísmo grecorromano y el monoteísmo judío, fundamentado en referentes visuales de la antigüedad, caso de la diosa Hécate de la mitología griega, con tres cuerpos o tres cabezas correspondientes a tres fases lunares, o el Trimurti del arte asiático o imagen triple de Bramá (el creador), Vishnu (el preservador) y Shiva (el destructor o transformador). Hasta se busca el origen en divinidades galas, germánicas o celtas de la alta edad media.

 

 
 
Museo de la Caridad (Tulebras)

 

La solución del "vultus trifons" o Trinidad trifacial fue apreciada por los artistas del Renacimiento italiano, como Donatello, Bronzino o Andrea del Sarto, ya que permitía coger de modelo el arte antiguo. En el ámbito hispánico, también se conocen algunos ejemplares, como la Trinidad que remataba el retablo mayor del templo del monasterio de Santa María de la Caridad en Tulebras (Navarra), ahora en el museo del mismo cenobio, atribuida al pintor Jerónimo Cosida (hacia 1570). Posteriormente, en los siglos XVII y XVIII, esta tipología iconográfica se difundió por la América central y la del sur.

La Trinidad trifacial y la tricéfala estuvieron mal vistas por los teólogos y otros vigilantes del canon cristiano, siendo consideradas como monstruosidades de la naturaleza. En la época medieval, esta tipología artística también chocaba contra la imagen policéfala del demonio, que era, evidentemente, totalmente antiética y que, en el siglo XVI, fue motivo de escarnio entre los protestantes.

Finalmente, la oposición a la representación llegó a las autoridades eclesiásticas, y estuvo condenada en diferentes ocasiones: primero, en la sesión del Concilio de Trento dedicada al culto de las imágenes (1563) y después en una bula del papa Urbano VIII (1628), donde afirmaba que estas representaciones heréticas se tenían que quitar y quemar. En 1745, el papa Benedicto XIV lo prohibió mediante un breve apostólico. Ello explica la conservación de pocos ejemplares de este tipo de iconografía, a pesar de que no impidió su supervivencia en los ambientes rurales y lejanos de los centros de poder.

En el Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) se conserva uno de esos escasos ejemplares de Trinidad trifacial. En la donación Enric Batlló hecha en 1914 aparece referenciado como una "Alegoría de la Santísima Trinidad (tres caras en una). Siglo XVII". Se trata de un óleo sobre tela (45,5 x 38 cm) que representa un busto de Cristo, vestido con una túnica carmesí, con tres rostros iguales yuxtapuestos. Cada rostro tiene sus respectivas nariz y boca, pero los ojos centrales están compartidos por las caras de los extremos. En cuanto a la datación, se podría delimitar entre 1600 y 1650. La autoría es anónima y la escuela es difícil de precisar.

 

 
 
Museu Nacional d'Art de Catalunya (Barcelona)

 

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